Название: Teorías del Imperialismo y la Dependencia desde el Sur Global
Автор: John Smith
Издательство: Bookwire
Жанр: Социология
isbn: 9789874066046
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Recordemos que en el libro primero de El Capital Marx había expuesto su gran descubrimiento científico: el doble carácter del trabajo en la sociedad mercantil capitalista, esto es, trabajo útil y abstracto, de donde derivan el valor de uso y el valor (Marx [1872-1873] 1988, T. I. Vol. 1: 51 y cartas de Marx a Engels del 24/8/1867 y 8/1/1868, en Marx y Engels 1968: 137 y 153). En el libro segundo, Marx prolonga este análisis del doble carácter del trabajo al producto social global, tanto en su dimensión de valor (conformado por el capital constante, el capital variable y el plusvalor) como en términos del producto material. Y analiza también las diversas formas en que en cada ciclo se transfiere al producto resultante el valor de los diversos componentes (donde a las categorías de capital constante y variable les agrega las de capital fijo y circulante).
Siguiendo la exposición lógico dialéctica de Marx, en el libro tercero el valor se transforma en precio de producción, el plusvalor en ganancia y la tasa de plusvalor en tasa de ganancia. Como nunca se trata de un capitalista individual (y “sus” obreros y obreras), sino del capitalismo como sistema mundial, las tasas de ganancia de cada rubro y rama, de cada sector y cada formación social, se transforman en tasas de ganancia media, en cuya gestación los valores particulares y el plusvalor son apropiados y fluyen entre distintas ramas, diversos sectores y también entre distintas formaciones económico sociales. Apropiación, rapiña y captura que no se explican exclusivamente por las diferentes productividades físicas y materiales pues, insistimos, si el trabajo posee un doble carácter, lo mismo sucede con la productividad. Diferenciación que curiosamente “olvidan” y soslayan numerosos exégetas y marxólogos, por lo general, impregnados de un eurocentrismo apologético que termina legitimando... ¡en nombre de Marx!... las relaciones de dependencia y la dominación a escala mundial.
A partir de entonces, en dicho libro tercero, Marx expone una de las conclusiones teóricas y políticas más radicales de su obra: la ley de la baja tendencial de la tasa de ganancia y, a continuación, un capítulo “olvidado” o mejor dicho, subestimado por las lecturas lineales de esta obra: el capítulo XIV, titulado “Causas contrarrestantes” (Marx [1894] 1988, T. III, Vol. 6: 269-295 y 297-308). El libro tercero no termina allí, pues a continuación, Marx distingue dentro de lo que en el libro primero denominaba a secas “el capital”, diversas subdivisiones internas a la clase capitalista, analizando específicamente al capital industrial, al comercial, al bancario y al terrateniente. El “vampiro” capitalista del libro primero que, como trabajo muerto y pretérito vive de la sangre y el trabajo vivo de la fuerza de trabajo, en realidad constituye una comunidad de “vampiros”. Aunque por cuestiones literarias Marx nos daba la impresión en el libro primero de estar hablando de personajes individuales como Drácula y Frankenstein, en realidad los monstruos y vampiros capitalistas son colectivos y abarcan el planeta en su conjunto.
Pero lo que aquí nos interesa es que cada una de esas secciones y libros de El Capital, con sus respectivas categorías, esquemas, hipótesis, leyes (de tendencia) y teorías, no pueden ser desglosados, desmembrados y desarticulados en forma inconexa —violentando la lógica dialéctica a través de la cual Marx los fue metódicamente exponiendo— para reutilizarlos de forma deshilachada según las conveniencias u oportunidades del momento. Como bien advierte Ruy Mauro Marini: “el hilo lógico de la construcción teórica de Marx no puede ser roto, so riesgo de incurrir en un eclecticismo que invalida la capacidad explicativa” [de toda la obra] (Marini 1979a). Aunque en esta advertencia metodológica Marini hace particular énfasis en el riesgo de aislar y tomar por separado los esquemas marxianos de reproducción del capital en sectores (tal como aparecen en el libro segundo) para volverlos compatibles con diversos esquemas tradicionales de la CEPAL; desde el más primitivo, que divide la economía de un país (exclusivamente en escala nacional) entre un sector “primario” (dedicado a la extracción de materias primas) y uno “secundario” (volcado a la producción industrial) hasta otros más refinados, diferenciados y que cuentan con mayor cantidad de “sectores” y “departamentos”; su sugerencia vale para el conjunto de los diversos libros de El Capital.
En definitiva, la lógica dialéctica empleada en la exposición de Marx va enhebrando diversas categorías (relaciones sociales históricamente determinadas, expresadas a nivel conceptual), hipótesis y leyes de tendencia, descubiertas luego de arduas, extensas y casi incontables investigaciones empíricas, hasta derivar en la ley de la baja tendencial de la tasa de ganancia (y sus “causas contrarrestantes”). Aunque es inocultable que la principal obra de Marx quedó inacabada por la muerte de su autor (de allí que fuera su compañero Engels quien publicara los libros segundo y tercero, tomando como base los manuscritos marxianos), no se puede mutilar, descuartizar y desmembrar El Capital, intentando apoyarse exclusivamente en la teoría del valor, dejando a un lado los esquemas de reproducción, a la hora de intentar explicar el sistema capitalista. De igual modo, resulta completamente inválido extraer de todo el discurso crítico de Marx aquellos esquemas de reproducción que, en tanto abstracción lógico-metodológica, intentan captar la lógica de reproducción del sistema, para extrapolar dichos esquemas hacia otros paradigmas provenientes de la economía burguesa convencional, desligándolos de su concepción de la crisis.
Tampoco resulta científicamente plausible pretender “refutar” la teoría del valor por las oscilaciones de los precios de mercado (supuesta “inconsistencia lógica” que ya intentó infructuosamente argumentar Eugen von Böhm-Bawerk, cuando sostuvo que el libro primero de El Capital giraba en torno a la teoría del valor, mientras el libro tercero habría desobedecido esa teoría al explicar la superficie apariencial del mercado capitalista recurriendo a las hipótesis de la tasa de ganancia media y los precios de producción (Böhm-Bawerk [1896] 1974: 49). La lógica dialéctica que todos estos críticos de Marx desconocen no es un “adorno” decorativo, sino el corazón del proyecto crítico de Marx. Sólo al precio de violentarla, se puede “estirar” o “achicar” El Capital para volverlo digerible y compatible con los discursos convencionales de la ciencia social.
¿Cuál es el método que articula entonces estas diversas teorías expuestas a lo largo de los diferentes libros de El Capital? El método en cuestión —incomprendido, soslayado o incluso despreciado por gran parte de sus impugnadores— es el método dialéctico (Marx [1873] 1988, T. I, Vol. 1: 20), que permite articular lo lógico y lo histórico, lo genérico y común a todas las sociedades que conforman el sistema mundial capitalista y lo específico a cada una de sus formaciones económico sociales (Lenin [1894] 1960, T. 1: 149-150, 154-155, 157-158, 170, 190, 194, 201, 205, 232).
Ese método dialéctico, de carácter procesual-estructural (Lenin [1914] 1960, T. 38: 92; Lukács [1923] 1982: 5, 11; Kosik [1963] 1989: 203; Zeleny [1968] 1984: 24, 77, 173-178; Rosdolsky [1968] 1989: 620; Kohan, 2016: 101-119) comienza por abstracciones (generalizadas históricamente en el capitalismo desde inicios de la modernidad eurocéntrica hasta nuestros días) y va concretizándose cada vez más, en dirección hacia la explicación del sistema capitalista mundial entendido como la mayor totalidad concreta (Osorio 2004: 14-15); punto de llegada de sus diversos planes de investigación.
La consistencia y coherencia metodológica de Marx en esta perspectiva dialéctica que se enfoca hacia el mercado mundial puede corroborarse si focalizamos nuestra atención en los planes de redacción de El Capital. Es sabido que a la hora de organizar la redacción de su principal obra, Marx no elaboró un plan único sino varios planes, dentro de un mismo proyecto de investigación de crítica de la economía política.
La enumeración y el ordenamiento de todos estos planes que se encuentran dispersos en los numerosísimos escritos de Marx —editados e inéditos, incluyendo la correspondencia— fue pergeñada por Roman Rosdolsky. Enrique Dussel va todavía más lejos, pues sostiene СКАЧАТЬ