Название: Las desesperantes horas de ocio
Автор: Jorge Humberto Ruiz Patiño
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: Opera Eximia
isbn: 9789587816112
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Mauricio Archila (1990), por su parte, observa principalmente en el control del tiempo libre el temor de las élites hacia “la existencia de espacios en que los obreros, especialmente los varones, socializaran su inconformidad con el orden social” (Archila 1990, 153), por lo cual se debía evitar la proliferación y reproducción de dichos espacios mediante el fomento de otro tipo de actividades. Además, la existencia de un tiempo libre, dice el autor, se convirtió en un asunto problemático para distintos sectores sociales:
Para los empresarios era un tiempo dilapidado en diversiones que perjudicaban la disciplina laboral. Para la Iglesia católica la inmoralidad era la que presidía en los ratos de ocio. Para el Estado, en el tiempo libre era donde se fraguaban las rebeliones. Y para los revolucionarios era cuando se alienaba a las masas. (Archila 1990, 146)
De otro lado, para Santiago Castro-Gómez (2009) el problema con el tiempo de ocio consistía en que las actividades desarrolladas en dicho tiempo no representaban el ideal moderno de velocidad que yacía en la subjetividad de las élites colombianas. De lo que se trataba entonces era de alejar a la población de prácticas parsimoniosas realizadas en el tiempo libre y de incorporar unas nuevas actividades —tales como los deportes, el cine y los bailes— que funcionaran como dispositivos de producción de una subjetividad acorde con dicho ideal.
Independientemente del fin que haya tenido, el control del tiempo libre se implementó mediante el fomento de actividades que reemplazaran las que se desarrollaban en dicho tiempo y que habían sido heredadas de épocas anteriores. De esta forma, por medio de las organizaciones católicas y de los “secretariados sociales” de las empresas se ofrecían cursos de capacitación a los obreros y se organizaban bailes, reinados y eventos deportivos, al mismo tiempo que se destacaban las ventajas de otro tipo de diversiones, como el cine, el teatro y los paseos familiares (Archila 1990; Castro-Gómez 2009; Mayor 1994).
La segunda tendencia consiste en la descripción de las actividades de ocio y su relación con las clases sociales. En los textos de María del Pilar Zuluaga (2007, 2012a, 2012b) se describen las diversiones de las élites sociales bogotanas como actividades de consumo ostensible y se analizan dentro de una perspectiva que, basada en la noción de distinción social, da cuenta de la distancia entre ellas y los sectores populares, resultante de los marcadores simbólicos que dicho consumo generaba. Pero el análisis también pretende adentrarse en la reflexión sobre los procesos de formación de identidad en la élite de la ciudad, pues para esta autora “analizar lo que hace durante su tiempo libre la clase dominante en un periodo determinado nos permite conocer sus gustos, sus intereses, su conducta, la creación de identidad, el nivel de satisfacción y de integración social” (Zuluaga 2012b, 8).
Otras investigaciones pertenecientes a esta tendencia se han concentrado en la adopción por parte de los sectores populares de las actividades de ocio practicadas por las élites, especialmente los deportes. En este sentido, Diana Alfonso (2012) y Daniel Polanía (2012) han concebido la popularización del ocio como un proceso de flexibilización del consumo de las élites, el cual transita desde los clubes sociales, los colegios de élite, las instituciones públicas y los discursos de la prensa hasta la formación de clubes deportivos. De acuerdo con estas investigaciones, el bajo costo que tenían los deportes, su facilidad de práctica y la asignación de propiedades intrínsecas —como, por ejemplo, su potencial eugenésico y civilizatorio— constituyeron factores de gran importancia para fomentar, más que cualquier otra actividad, su adopción por parte de los sectores populares.
Finalmente, Mauricio Archila (1990) —autor que también está referenciado en la primera tendencia— comenta que los procesos de popularización y difusión de las actividades de ocio no fueron totalmente efectivos, por lo que identifica en las formas particulares de diversión de la clase obrera (aquellas que continuaron vigentes con la entrada del siglo XX) mecanismos de resistencia a los ritmos impuestos por la disciplina capitalista del trabajo. Así, por ejemplo, el autor observa en el consumo de alcohol de la clase obrera una forma de solventar las duras jornadas de trabajo y la extrema vigilancia de los patrones, lo que sitúa a bares, tabernas y tiendas como espacios de socialización libre, donde, además del alcohol, circulaban la música popular, los bailes, los juegos tradicionales y de azar.
Las investigaciones mencionadas han abierto un campo rico en posibilidades para el abordaje de la historia de las diversiones al otorgarles un estatus específico desde el uso de las categorías de ocio y tiempo libre. Sin embargo, en el conjunto de estas aproximaciones aparecen dos problemas. El primero de ellos consiste en que la mayoría de trabajos se concentra en el periodo comprendido entre 1880 y 1930, lo que indica una desatención con relación al proceso histórico que llevó a la adopción de ciertos pasatiempos por parte de las élites colombianas, razón por la cual estas actividades aparecen como el principio del relato histórico —su origen— y no como parte de un proceso de mayor aliento.
Dos excepciones pueden comentarse al respecto. Una corresponde a la investigación de Daniel Polanía (2012), cuyo periodo de observación se extiende desde 1850 hasta 1953, aunque su análisis se concentra principalmente en los procesos desarrollados durante el siglo XX. La otra al texto de Juan Rodríguez (1992), donde se descarta un análisis histórico centrado en las actividades y se propone una revisión, a partir de la reflexión sobre obras de cronistas y pensadores insignes colombianos, de los cambios sucedidos en la concepción de la idea de ocio desde la Colonia hasta la tercera década del siglo XX. En este sentido, el autor considera que el abandono de una concepción del ocio como oposición al trabajo se produce entrado el XX con la circulación de una idea centrada fundamentalmente en las diversiones como función del trabajo (Rodríguez 1992, 232).
El segundo problema consiste en la utilización de la categoría ocio en un sentido que no se asentó totalmente sino hasta el siglo XX, pues durante el XIX el significado de dicha palabra estuvo relacionado, de manera predominante, con la propensión del individuo hacia una actitud negativa frente al trabajo más que como un tiempo libre respecto a la jornada laboral, esta última concepción surgida como correlato de los procesos de industrialización a partir de la década de 1920. Por tanto, si se trata del XIX, la aplicación de la categoría a las prácticas de diversión de la élite colombiana resulta equívoca, ya que ellas no eran denominadas en el sentido de una actitud ociosa, dominada por el vicio y la pereza, así como tampoco se puede hablar de unas actividades que se desarrollaran durante un tiempo liberado al trabajo industrial. Se trata, entonces, de un problema que surge al traslapar una categoría analítica con otra de carácter histórico-social.
En este caso también existe una excepción. Se trata del trabajo de María del Pilar Zuluaga (2012a) en el que se usa la noción de ocio en el mismo sentido que le diera Thorstein Veblen (1944) en su Teoría de la clase ociosa, es decir, como facultad de las élites para diferenciarse de los demás sectores sociales mediante el consumo ostentoso en función de la reproducción de su jerarquía social. Sin embargo, la autora podría ser objeto de la crítica que Norbert Elias hace al mismo Veblen cuando afirma que este autor le otorgó a dichas clases una disposición axiológica innata, impidiendo de esta manera el análisis de ese tipo de consumo por medio de otras formas de coacción social, como, por ejemplo, la moderación de las costumbres y el control pasional (Elias 1996a, 92-93).
Con relación a la noción de fiesta, las investigaciones podrían evaluarse siguiendo criterios temporales, esto es, identificando los aspectos relacionados con las festividades coloniales o republicanas, o más bien basándose en una caracterización temática en la cual los elementos festivos quedarían definidos según su carácter religioso o civil. Aunque esta forma de observar lo festivo puede proporcionar elementos comparativos —sincrónicos y diacrónicos— en relación con las diversiones, no resultaría de mucha utilidad ya que la historiografía sobre las fiestas en Colombia muestra que diversiones como las corridas de toros, los juegos СКАЧАТЬ