Название: El libro negro del comunismo
Автор: Andrzej Paczkowski
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
isbn: 9788417241964
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De ello testifican estos extractos de un informe de la policía política en octubre de 1922, un año y medio después del inicio de la NEP:
En la provincia de Pskov, las cuotas fijadas para el impuesto en especie representan los 2/3 de la cosecha. Cuatro distritos han tomado las armas. (…). En la provincia de Novgorod no se cumplirán las cuotas, a pesar de la reducción del 25 por 100 recientemente acordada en vista de la mala cosecha. En las provincias de Riazán y del Tver, la realización de un 100 por 100 de las cuotas condenaría al campesinado a morir de hambre. (…) En la provincia del Novo-Nikolaievsk, el hambre amenaza y los campesinos se aprovisionan de hierba y de raíces para su propio consumo. (…) Pero todos estos hechos parecen anodinos en relación con las informaciones que nos llegan de la provincia de Kiev, donde se asiste a una oleada de suicidios como no se había visto jamás: los campesinos se suicidan en masa porque no pueden ni pagar sus impuestos, ni volver a tomar las armas que les han sido confiscadas. El hambre que se abate desde hace más de un año sobre toda la región provoca que los campesinos sean muy pesimistas en lo que se refiere a su porvenir.
En el otoño de 1922, lo peor, sin embargo, había pasado. Después de dos años de hambre, los supervivientes acababan de obtener una cosecha que debía permitirles pasar el invierno a condición, por supuesto, de que no se exigieran los impuestos en su totalidad. «Este año, la cosecha de cereales será inferior a la media de los últimos diez años»: en esos términos Pravda había mencionado por primera vez, el 2 de julio de 1921, en última página y en un suelto breve, la existencia de un «problema alimentario» en el «frente agrícola». Diez días más tarde, Mijaíl Kalinin, presidente del Comité Ejecutivo Central de los soviets, reconocía en un «llamamiento a todos los ciudadanos de la RSFSR» publicado en Pravda el 12 de julio de 1921, que «en numerosos distritos la sequía de este año ha destrozado la cosecha».
«Esta calamidad», explicaba una resolución del Comité Central de fecha de 21 de julio no deriva solamente de la sequía. Arranca y procede de toda la historia pasada, del retraso de nuestra agricultura, de la ausencia de organización, del escaso conocimiento en agronomía, de la pobreza técnica indigente y de las formas anticuadas de rotación de los cultivos. Se ve agravada por las consecuencias de la guerra y del bloqueo, por la lucha ininterrumpida desencadenada contra nosotros por los propietarios, los capitalistas y sus lacayos, por las acciones incesantes de los bandidos que ejecutan las órdenes de organizaciones hostiles a la Rusia soviética y a toda su población trabajadora24.»
En la larga enumeración de las causas de esta «calamidad» de la que todavía no se osaba decir el nombre, faltaba el factor capital: la política de requisas que desde hacía años sangraba una agricultura ya muy frágil. Los dirigentes de las provincias afectadas por el hambre, convocados a Moscú en junio de 1921, subrayaron unánimemente las responsabilidades del Gobierno, y en particular del todopoderoso comisariado del pueblo para el Suministro, en la extensión y el agravamiento del hambre. El representante de la provincia de Samara, un cierto Vavilin, explicó que el Comité Central de aprovisionamiento no había dejado, desde la instauración de las requisas, de hinchar las estimaciones de las cosechas.
A pesar de la mala cosecha de 1920, ese año habían sido requisados diez millones de puds. Se había echado mano de todas las reservas, incluidas las simientes para la futura cosecha. Desde enero de 1921, numerosos campesinos no tenían nada que comer. La mortalidad había comenzado a aumentar en febrero. En dos o tres meses, los motines y las revueltas contra el régimen habían cesado prácticamente en la provincia de Samara. «Hoy», explicaba Vavilin, «ya no hay revueltas. Se ven fenómenos nuevos: multitudes de miles de hambrientos asedian pacíficamente el Comité ejecutivo de los soviets o del partido y esperan, durante días, no se sabe qué llegada milagrosa de alimentos. No se consigue expulsar a esta multitud en la que la gente muere cada día como moscas. (…). Pienso que por lo menos hay novecientos mil hambrientos en la provincia25.»
Al leer los informes de la Cheka y de la inteligencia militar, se constata que la penuria había hecho acto de presencia en muchas regiones desde 1919. A lo largo del año 1920, la situación no había dejado de degradarse. En sus relaciones internas, la Cheka, el comisariado del pueblo para la Agricultura y el comisariado del pueblo para el Suministro, perfectamente conscientes de la situación, elaboraban desde el verano de 1920 una lista de los distritos y de las provincias «hambrientos» o «presa de la escasez». En enero de 1921, un informe señalaba entre las causas del hambre que se apoderaba de la provincia de Tambov «la orgía» de requisas del año 1920. Para el pueblo llano, resultaba evidente, según testificaban las frases relatadas por la policía política, que «el poder soviético quiere hacer morir de hambre a todos los campesinos que se atreven a resistirlo». Aunque perfectamente informado de las consecuencias ineludibles de su política de requisas, el Gobierno no adoptó ninguna medida. Mientras el hambre se apoderaba de un número creciente de regiones, Lenin y Molotov enviaron, el 30 de julio de 1921, un telegrama a todos los dirigentes de comités regionales y provinciales del partido pidiéndoles «que reforzaran los aparatos de la cosecha (…), que desarrollaran una intensa propaganda entre la población rural explicándole la importancia económica y política del pago puntual y total de los impuestos (…), y que pusieran a disposición de las agencias de recogida del impuesto en especie toda la autoridad del partido y la totalidad del poder de represión del aparato del Estado26».
Frente a la actitud de las autoridades, que perseguían a cualquier precio su política de despojamiento del campesinado, se movilizaron los medios informados e ilustrados de la intelligentsia. En junio de 1921, agrónomos, economistas y universitarios constituyeron, en el seno de la Sociedad Moscovita de Agricultura, un comité social de lucha contra el hambre. Entre los primeros miembros de este comité figuraban los eminentes economistas Kondratiev y Prokopovich, antiguo ministro de Suministros del gobierno provisional, Yekaterina Kuskova, una periodista cercana a Maksim Gorki, escritores, médicos y agrónomos. Gracias a la intercesión de Gorki, muy introducido en los medios dirigentes bolcheviques, una delegación del comité, que Lenin se había negado a recibir, obtuvo a mediados de julio de 1921 una audiencia con Lev Kamenev. Después de esta entrevista, Lenin, siempre desconfiado de la «sensiblería» de algunos dirigentes bolcheviques, envió una nota a sus colegas del Politburó: «Impedir rigurosamente que Kuskova pueda molestar. (…) Aceptamos de Kuskova el nombre, la firma, un vagón o dos de parte de aquellos que experimentan simpatía por ella (y por los de su especie). Nada más»27.
Finalmente, los miembros del comité llegaron a convencer a bastantes dirigentes de su utilidad. Representantes en su mayoría de la ciencia, de la literatura y la cultura rusas, conocidos en Occidente, en su mayor parte ya habían participado en la organización de la ayuda a las víctimas del hambre de 1891. Además, tenían numerosos contactos entre los intelectuales del mundo entero y podían convertirse en garantes de la justa distribución entre los hambrientos de una eventual ayuda internacional. Estaban dispuestos a prestar su garantía, pero exigían que se otorgara al comité de ayuda para los hambrientos un reconocimiento oficial.
El 21 de julio de 1921, el Gobierno bolchevique se decidió, no sin reticencias, a legalizar el comité social, que adoptó la denominación de Comité Pan-ruso de Ayuda a los Hambrientos. Se confirió al comité el emblema de la Cruz Roja. Tuvo derecho a procurarse en Rusia y en el extranjero víveres, forraje, medicamentos, a repartir las ayudas entre la población necesitada, СКАЧАТЬ