Название: Camilo, señor de la vanguardia
Автор: William Gálvez
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: El hombre es tierra que anda
isbn: 9789874039149
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En su ascendente desarrollo como revolucionario, Camilo no tiene límites. Recordemos que en los últimos días de su vida –cuando los traidores y los conspiradores contrarrevolucionarios azuzan el fantasma del anticomunismo para tratar de dividir y frenar la Revolución–, son estas sus claras y definitorias palabras:
... ¿Hasta dónde vamos?, se nos pregunta, y nosotros decimos que nosotros vamos con esta Revolución hasta el final. Vamos a realizar una verdadera justicia social, vamos a sacar a los campesinos y a los obreros de la miseria en que los tienen sumidos los intereses que mueven las cuerdas de la contrarrevolución. La Revolución Cubana no se detendrá nunca ante nada.7
¿Cuál es, podríamos preguntarnos ahora, el rasgo principal del pensamiento político y revolucionario de Camilo Cienfuegos? En primer lugar, su conciencia acerca del sentido profundo de la Revolución. Para él, esta no puede detenerse en la simple satisfacción de las demandas más perentorias del pueblo, por el contrario, debe ir hacia la transformación radical de la situación económica y social que sirve de sustento a la corrupción y a la politiquería imperante, que ha permitido, finalmente, la aparición de la sangrienta tiranía de Batista. En fin, Camilo comprende que en esa tarea creadora y definitiva, la Revolución, tendrá al imperialismo norteamericano como su enemigo inexorable. En Camagüey, el 21 de octubre de 1959, dice:
Esa Revolución irá hasta sus límites finales. Esa Revolución irá hacia la meta trazada, esa Revolución, como en los días de la guerra, tiene solo dos caminos: “vencer o morir” (...) esta Revolución es justa y se hace no para privilegios de unos cuantos, no para amparar intereses, no para defender a los latifundistas, a los hacendados que por siempre escarnecieron, que por siempre abusaron, que por siempre atropellaron al pueblo de Cuba...8
Cuando el pueblo se concentra frente al Palacio Presidencial, el 26 de octubre de 1959, Camilo es el intérprete de este sentimiento:
... no importan las traiciones arteras y cobardes que puedan hacer a este pueblo y a esta Revolución, no importa que vengan aviones mercenarios tripulados por criminales de guerra y amparados por intereses poderosos del gobierno norteamericano, porque aquí (gritos) hay un pueblo que no se deja confundir por los traidores, hay un pueblo que no le teme a la aviación mercenaria...9
Con anterioridad, en una entrevista realizada pocas semanas después del triunfo del 1° de enero, Camilo ofrece una síntesis que expresa lo radical y pleno de su pensamiento político y revolucionario:
El proceso revolucionario actual, donde el alma, el corazón y el coraje de nuestra generación se han entregado a la causa de la libertad, no es más que la continuación de la gesta libertaria, iniciada en el 68, continuada en el 95 y frustrada durante la República. Los ideales de liberación, de Justicia social, política y económica por las cuales murió nuestro Apóstol, son las razones de nuestra lucha.10
En el corazón combatiente de Camilo Cienfuegos, late con fuerza extraordinaria la causa de los obreros y los campesinos explotados. Es conocida cuánta atención dedica durante la lucha insurreccional a la organización democrática y combativa de unos y de otros. ¿Quién no recuerda su confianza, su devoción y su vinculación a las masas en los meses posteriores al triunfo popular? En la actividad de Camilo, se revela una profunda comprensión acerca de la necesidad de la alianza entre los obreros y los campesinos, unida a su convicción de que son las clases trabajadoras y explotadas las llamadas a llevar adelante, conscientemente, el proceso revolucionario.
Como justamente destacó Sergio del Valle, miembro del Buró Político de nuestro Partido, en su discurso del 28 de octubre de 1974: “Camilo era, además, un apasionado defensor de la unidad entre los revolucionarios”.
De ello, da ejemplo en sus relaciones con los compañeros que están a su lado durante la guerra. Es ampliamente conocida, asimismo, la labor persuasiva y la altura revolucionaria con que trabaja a su llegada al norte de Las Villas por lograr la unidad entre todas las fuerzas alzadas en la zona. En la lucha por la unidad, Camilo sabe actuar con tacto, aunque con energía, haciendo prevalecer las consideraciones de principio por encima de cualquier tipo de estrechez mental o de limitación ideológica. La línea política de amplia unidad en la lucha contra la tiranía, trazada por Fidel, tiene en el héroe de la Invasión uno de sus artífices más diestros, firmes y hábiles.
En los meses que siguieron a la victoria del 1° de enero, frente a las maniobras confusionistas y divisionistas atizadas por la reacción interna y el imperialismo, la lucha de Camilo por la unidad alcanza su momento más combativo y elevado. He aquí, por ejemplo, las palabras que dirige al pueblo de Caibarién, en uno de los actos de apoyo a la Reforma Agraria, celebrado en 1959:
... el pueblo [dice] no puede dejarse confundir. Lo que quieren los enemigos nuestros, lo que quieren los enemigos eternos del avance (...) es ver al pueblo dividido y enfrentar trabajadores a trabajadores, enfrentar al ejército a otra parte del ejército y enfrentar el ejército al pueblo. Eso, cubanos, ¡no puede ser!11
Y en Sagua la Grande, en un acto ante la tumba de los combatientes caídos el 9 de abril, es este su ardiente llamamiento a todos los presentes:
... pedimos que en silencio, como hacen los hombres y mujeres de honor, juremos en silencio que nada ni nadie nos dividirá, que nada ni nadie detendrá la Revolución y que todos preferiremos mil veces caer muertos antes que rendirnos al enemigo o antes que la Revolución se detenga.
¡Yo juro, aquí, que el pensamiento de esos revolucionarios no será traicionado!12
La histórica frase de Camilo: “El Ejército Rebelde es el pueblo uniformado”, resulta cita obligada al hablar de otro rasgo esencial de su pensamiento político y revolucionario: la defensa consecuente del principio clasista y popular de las fuerzas armadas de la Revolución. Frente a los reaccionarios solapados, que encubiertos en un mal disimulado “civilismo” pretenden sustraer de los problemas políticos al Ejército Rebelde y a sus jefes, la respuesta de Camilo es rotunda y concluyente:
Este es un ejército político, un ejército –y que se entienda bien la palabra política–, no de la política miserable, la política sucia, la política mezquina, que se ha hecho en Cuba por más de 50 años (...). Cada hombre del Ejército Rebelde es nacido y ha salido de la fuente y las canteras más humildes de nuestra patria. Salido de los campos, salido de los cañaverales, salido de las lomas y salido de los centros de trabajo, para tomar las armas y defender a un pueblo, pero ese pueblo tiene que defender a ese militar que es parte muy suya.13
Camilo, además, es un firme propulsor de la idea de armar a todo el pueblo trabajador, organizándolo en milicias, a fin de que pueda defender su Revolución. Estas son, al respecto, sus palabras en Camagüey:
El trabajador quiere armas y nosotros, el ejército, les vamos a dar a los trabajadores esas armas (...) porque el pueblo y los trabajadores son iguales que los soldados del Ejército Rebelde.14
El pensamiento y la actitud internacionalista de Camilo, otra faceta excepcional en su condición de revolucionario íntegro, se proyectan con gran vigor al valorar el papel latinoamericanista y liberador de la Revolución Cubana en este continente, en la solidaridad hacia todos los pueblos que enfrentan la lucha contra tiranías sangrientas, como las de Trujillo en Santo Domingo y Somoza en Nicaragua. Ya lo dice, aun antes de la guerra, refiriéndose a los patriotas que combaten en otros СКАЧАТЬ