Camilo, señor de la vanguardia. William Gálvez
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СКАЧАТЬ o militar. Como revolucionario en formación, como hecho dinámico y no estático, se desarrolla en indisoluble relación dialéctica con la Revolución y el pueblo. Figura de vanguardia, Camilo es motor impulsor del avance y la profundidad de todo el proceso revolucionario; pero, al mismo tiempo, recibe de este –de la lucha contra el enemigo interno y externo, de la estrecha relación con las masas y del vínculo entrañable con Fidel y demás compañeros de la Revolución–, el impulso que lo convierte en un dirigente político popular cada día más pleno, más profundo, más integral.

      En su ascendente desarrollo como revolucionario, Camilo no tiene límites. Recordemos que en los últimos días de su vida –cuando los traidores y los conspiradores contrarrevolucionarios azuzan el fantasma del anticomunismo para tratar de dividir y frenar la Revolución–, son estas sus claras y definitorias palabras:

      ¿Cuál es, podríamos preguntarnos ahora, el rasgo principal del pensamiento político y revolucionario de Camilo Cienfuegos? En primer lugar, su conciencia acerca del sentido profundo de la Revolución. Para él, esta no puede detenerse en la simple satisfacción de las demandas más perentorias del pueblo, por el contrario, debe ir hacia la transformación radical de la situación económica y social que sirve de sustento a la corrupción y a la politiquería imperante, que ha permitido, finalmente, la aparición de la sangrienta tiranía de Batista. En fin, Camilo comprende que en esa tarea creadora y definitiva, la Revolución, tendrá al imperialismo norteamericano como su enemigo inexorable. En Camagüey, el 21 de octubre de 1959, dice:

      Cuando el pueblo se concentra frente al Palacio Presidencial, el 26 de octubre de 1959, Camilo es el intérprete de este sentimiento:

      Con anterioridad, en una entrevista realizada pocas semanas después del triunfo del 1° de enero, Camilo ofrece una síntesis que expresa lo radical y pleno de su pensamiento político y revolucionario:

      En el corazón combatiente de Camilo Cienfuegos, late con fuerza extraordinaria la causa de los obreros y los campesinos explotados. Es conocida cuánta atención dedica durante la lucha insurreccional a la organización democrática y combativa de unos y de otros. ¿Quién no recuerda su confianza, su devoción y su vinculación a las masas en los meses posteriores al triunfo popular? En la actividad de Camilo, se revela una profunda comprensión acerca de la necesidad de la alianza entre los obreros y los campesinos, unida a su convicción de que son las clases trabajadoras y explotadas las llamadas a llevar adelante, conscientemente, el proceso revolucionario.

      Como justamente destacó Sergio del Valle, miembro del Buró Político de nuestro Partido, en su discurso del 28 de octubre de 1974: “Camilo era, además, un apasionado defensor de la unidad entre los revolucionarios”.

      De ello, da ejemplo en sus relaciones con los compañeros que están a su lado durante la guerra. Es ampliamente conocida, asimismo, la labor persuasiva y la altura revolucionaria con que trabaja a su llegada al norte de Las Villas por lograr la unidad entre todas las fuerzas alzadas en la zona. En la lucha por la unidad, Camilo sabe actuar con tacto, aunque con energía, haciendo prevalecer las consideraciones de principio por encima de cualquier tipo de estrechez mental o de limitación ideológica. La línea política de amplia unidad en la lucha contra la tiranía, trazada por Fidel, tiene en el héroe de la Invasión uno de sus artífices más diestros, firmes y hábiles.

      En los meses que siguieron a la victoria del 1° de enero, frente a las maniobras confusionistas y divisionistas atizadas por la reacción interna y el imperialismo, la lucha de Camilo por la unidad alcanza su momento más combativo y elevado. He aquí, por ejemplo, las palabras que dirige al pueblo de Caibarién, en uno de los actos de apoyo a la Reforma Agraria, celebrado en 1959:

      Y en Sagua la Grande, en un acto ante la tumba de los combatientes caídos el 9 de abril, es este su ardiente llamamiento a todos los presentes:

      ... pedimos que en silencio, como hacen los hombres y mujeres de honor, juremos en silencio que nada ni nadie nos dividirá, que nada ni nadie detendrá la Revolución y que todos preferiremos mil veces caer muertos antes que rendirnos al enemigo o antes que la Revolución se detenga.

      La histórica frase de Camilo: “El Ejército Rebelde es el pueblo uniformado”, resulta cita obligada al hablar de otro rasgo esencial de su pensamiento político y revolucionario: la defensa consecuente del principio clasista y popular de las fuerzas armadas de la Revolución. Frente a los reaccionarios solapados, que encubiertos en un mal disimulado “civilismo” pretenden sustraer de los problemas políticos al Ejército Rebelde y a sus jefes, la respuesta de Camilo es rotunda y concluyente:

      Camilo, además, es un firme propulsor de la idea de armar a todo el pueblo trabajador, organizándolo en milicias, a fin de que pueda defender su Revolución. Estas son, al respecto, sus palabras en Camagüey:

      El pensamiento y la actitud internacionalista de Camilo, otra faceta excepcional en su condición de revolucionario íntegro, se proyectan con gran vigor al valorar el papel latinoamericanista y liberador de la Revolución Cubana en este continente, en la solidaridad hacia todos los pueblos que enfrentan la lucha contra tiranías sangrientas, como las de Trujillo en Santo Domingo y Somoza en Nicaragua. Ya lo dice, aun antes de la guerra, refiriéndose a los patriotas que combaten en otros СКАЧАТЬ