Название: 1968: Historia de un acontecimiento
Автор: Álvaro Acevedo
Издательство: Bookwire
Жанр: Социология
isbn: 9789588956978
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La violencia política y el conflicto como telón de fondo
Sin incurrir en el fatalismo de ciertas tendencias analíticas que atribuyen a la nación colombiana una forma de ser “naturalmente violenta”, es necesario reconocer que el periodo de estudio se inscribe en un marco de aguda conflictividad en diferentes frentes. Luego de los sucesos de 1948 y del periodo denominado La Violencia, el país presencia la emergencia de diferentes grupos de autodefensa campesina que devienen en guerrillas de izquierda. Hay que sumar a este panorama el importante papel desempeñado por el movimiento campesino, liderado por la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos [Anuc], en la toma de tierras que se incrementa en los cuatros primeros años de la década del setenta. En este contexto se despliega el acontecimiento del 68 en el país, a tal punto que episodios de violencia urbana son protagonizados por los estudiantes universitarios, quienes en múltiples ocasiones se enfrentan con la fuerza pública en los diferentes campus del país. Este tipo de acciones suponen una serie de enfrentamientos tácitos y explícitos que precisan explicar el papel del conflicto y la violencia en la sociedad.
De acuerdo con Julio Aróstegui, la violencia se refiere a “toda resolución, o intento de resolución, por medios no consensuados de una situación de conflicto entre partes enfrentadas, lo que comporta una acción de imposición, que puede efectuarse, o no, con presencia manifiesta de fuerza física”51. Con base en esta definición funcional y muy general, se entiende que la violencia presupone la imposición coercitiva de una de las partes que se halla en conflicto, lo que no significa que el uso de la fuerza corresponda necesariamente a la fuerza física. La violencia física o no física puede tener igual señalamiento, intensidad e impacto en una sociedad. Teniendo en cuenta este giro analítico, hay que recordar cómo Cristina Rojas analiza los regímenes de representación y de violencia simbólica construidos en el siglo XIX en Colombia a través de la literatura y otras representaciones impresas52.
Aunque nombrar la palabra violencia casi de inmediato remite al conflicto, esta relación no es recíproca; es opcional que los conflictos contemplen el ejercicio de la violencia para dirimir los enfrentamientos. Puede que un conflicto que no se pueda resolver termine por imponer el uso de la violencia, pero también puede suceder que un conflicto se desenvuelva en la construcción de consensos. El conflicto es una forma de interacción entre individuos, grupos y organizaciones, que implica un enfrentamiento por el acceso a recursos y su distribución o un enfrentamiento por el acceso a la participación política. Esta tensión y lucha no solo se refieren a intereses materiales o políticos, también comporta el acceso al poder, como objeto de deseo, y al prestigio53. De este modo, los conflictos, además de inscribirse en el ámbito de la confrontación de clases y grupos de poder, se presentan en las esferas políticas y culturales entre diferentes grupos sociales por determinar o incidir la orientación de la sociedad.
En las reflexiones sobre el conflicto y su lugar en la dinámica social es posible reconocer definiciones sustentadas en su disfuncionalidad y en su capacidad perturbadora del orden social. A mediados del siglo XX, Lewis Coser –en su obra Las funciones del conflicto social– se esfuerza por mostrar cómo la reflexión sobre el conflicto social demanda un mayor grado de análisis. Con base en la obra de George Simmel y de una importante tradición del pensamiento sociológico [Weber, Merton, Marx, entre otros], Coser propone que el conflicto social, más que desestabilizar la sociedad, contiene una importante gama de funciones para fortalecer tanto las relaciones interpersonales como los grupos mismos que componen la sociedad. El autor no niega aquellos conflictos que conducen a la desestructuración del vínculo social, empero, su propósito es alejarse de las concepciones tremendistas y apocalípticas de la violencia para situarse en una reflexión sociológica.
El acontecimiento de 1968 se desenvuelve en Colombia como en muchos lugares del mundo en escenarios de intensa conflictividad universitaria y, en ocasiones, de suma violencia. La teoría del conflicto afina la comprensión de la dinámica universitaria de estos años y de las movilizaciones de los estudiantes en varios órdenes. Por ejemplo, Coser señala que los conflictos posibilitan el reajuste de las normas y de las relaciones de poder en los grupos de acuerdo con las necesidades de los miembros individuales y de los subgrupos. Por otro lado, su análisis identifica diferentes estructuras sociales que tratan de manera diferente los conflictos, opción que genera resultados en el mantenimiento de los vínculos sociales. Asuntos como la institucionalización o no de los conflictos, la existencia de instituciones de escape para aligerar las tensiones o los factores que inciden en la intensificación del conflicto complejizan el estudio de esta forma de relación humana.
En estos sugerentes planteamientos es importante destacar que el conflicto contribuye a fortalecer la identidad del grupo en oposición al adversario. Los mecanismos a través de los cuales se da este proceso varían de acuerdo con el tipo de conflicto en particular, pero la definición clara de un contrincante promueve el fortalecimiento de los lazos que unen al grupo en cuestión, al tiempo que permite el establecimiento de relaciones con otros grupos por medio de alianzas o coaliciones, y consolida, de esa manera, la estructura social en su conjunto. La diferente intensidad de los conflictos puede entenderse si se tiene en cuenta la participación subjetiva de las partes, es decir, si el grupo al que se pertenece tiende más hacia el compromiso total de los individuos o si, por el contrario, no exige una entrega plena del sujeto en los enfrentamientos propiciados. También hay que considerar si se involucran elementos emocionales y sentimentales en el conflicto y preguntarse por el grado de vinculación conflictiva. En grupos cerrados y con interacciones frecuentes se dan mayores posibilidades y oportunidades para que se desaten conflictos intensos.
Las tesis de Lewis Coser se convierten en un insumo importante para comprender los círculos y circunstancias en que se encuadra el acontecimiento del 68 en Colombia con sus repercusiones hasta 1972. En un ambiente de conflicto universitario muy intenso, principalmente entre 1971 y 1972, circulan imágenes y representaciones sobre la utopía revolucionaria a través de diferentes medios. Las condiciones del enfrentamiento político de los estudiantes con las directivas universitarias y educativas en general, así como su pertenencia a grupos políticos de izquierda, afectan la manera como estas representaciones son apropiadas y puestas en práctica por los jóvenes universitarios.
¿Cuál es la tipología de grupo que define a quienes se reúnen para intercambiar revistas de actualidad y literatura en boga? Una posible respuesta la brinda Lewis Coser cuando argumenta que los grupos políticos cerrados que se imbrican en conflictos continuos mantienen una estructura de secta. En ellos, toda escisión interna representa una amenaza a la estabilidad del grupo y pone en riesgo el enfrentamiento con el exterior. La exclusión y persecución del disidente y el purismo ideológico son prácticas que buscan mantener la cohesión interna de este tipo de grupos; luego las representaciones que construyen estos mismos grupos, a partir de los impresos leídos, entran en relación directa con la dinámica que adquieren los conflictos en el marco universitario. Por esta razón, el mismo Coser apuntala que los intelectuales contribuyen a profundizar e intensificar las luchas, despojándolas de sus motivaciones personales y transformándolas en luchas sobre verdades eternas54.
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