Название: 1968: Historia de un acontecimiento
Автор: Álvaro Acevedo
Издательство: Bookwire
Жанр: Социология
isbn: 9789588956978
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El análisis sobre la condición juvenil no solo implica repensar su situación en el mundo actual, tal y como lo propone Melucci. El trabajo de trascender la concepción biologicista ha llevado a pensar en una noción que repara en los ejercicios de creación que los jóvenes acometen en diferentes contextos. Como se dijo líneas arriba, la noción de cultura juvenil entraña una visión más amplia sobre el quehacer y ser juvenil, ya que reconoce apuestas estéticas, éticas y políticas como productoras de nuevas formas de comunicación, de existencia y de saberes singulares. De acuerdo con Manuel Roberto Escobar la emergencia de la cultura juvenil puede ser entendida como una respuesta de la resistencia al biopoder, encargado de amoldar los cuerpos y la vida de las poblaciones. Prácticas culturales distintas y nuevos lenguajes harán parte de la autoconstitución de la subjetividad juvenil y no de la definición externa de una identidad estereotipada29.
La concepción de los jóvenes como una población que no está necesariamente en tránsito hacia la adultez, pero que todavía no alcanza la madurez necesaria, y que tampoco corresponde a la infancia, está siendo revaluada de forma sistemática por las ciencias sociales. Este cambio reconoce modificaciones sustanciales en el ámbito político. Si se le ve al joven como un sujeto protagónico, capaz de producir y reelaborar significados y símbolos sociales, las políticas o decisiones que se tomen respecto de este llegan a propiciar el fortalecimiento de esta condición, en lugar de intentar su control. Que la academia se preocupe por construir una visión más compleja y rica de la condición juvenil lleva en algunos lugares del país a que las políticas públicas dejen de ocuparse de la llamada “socialización” del agenciamiento cultural de los propios jóvenes. Con este cambio de enfoque la discusión sobre las formas organizativas y de expresión de los jóvenes adquiere un nuevo sentido porque se reformula la relación entre cultura y política30.
La noción de cultura juvenil hace parte de un proceso histórico de posicionamiento paulatino de la juventud como actor social de primera línea en la sociedad contemporánea. El movimiento estudiantil en las décadas de los años sesenta y setenta es el primer escenario de importancia política que permite visibilizar a los jóvenes como sujetos con demandas e identidades propias. Como parte de una ola que recorre la geografía mundial y con el influjo de luchas muy importantes como las parisinas o mexicanas, los jóvenes se ubican como la vanguardia que anuncia los nuevos tiempos, en los que la violencia hacia los desposeídos, las agresiones a las naciones débiles o la explotación del hombre y de la mujer quedarán erradicadas en el momento de alcanzar una nueva sociedad más justa e igualitaria. En palabras de Rossana Reguillo: “los movimientos estudiantiles vinieron a señalar los conflictos no resueltos en las sociedades ‘modernas’ y a prefigurar lo que sería el escenario político de los setenta”31.
Hasta este punto se plantea un desplazamiento conceptual importante para comprender el impacto de la revolución cultural planetaria en Colombia. Los jóvenes son el sujeto histórico que afecta y se ve afectado por las profundas transformaciones socioculturales de los años sesenta. La reflexión sobre esta categoría obliga a referenciarla no en términos biológicos sino histórico-culturales, de ahí el primer desplazamiento del debate académico hacia la noción de cultura juvenil. También se dice que si hay un escenario en el que se puede apreciar este proceso es en la universidad, en particular, a través del estudio de las protestas universitarias y de la visibilización que obtienen los jóvenes universitarios. Los especialistas de los movimientos sociales problematizan una noción que se emplea en esta investigación y que se reconoce en los debates y reflexiones: la categoría de movimiento estudiantil.
El movimiento estudiantil en el movimiento social
La revolución cultural del 68 tiene en los jóvenes universitarios uno de sus principales actores. En este marco de actuación es necesario profundizar la categoría ‘movimiento estudiantil’ para nombrar las expresiones políticas y sociales de los estudiantes. En diferentes latitudes, las organizaciones estudiantiles, las manifestaciones, protestas y en general las acciones desarrolladas por los universitarios se piensan como movimientos estudiantiles. No obstante, Mauricio Archila sugiere que para el caso del estudiantado la categoría de movimiento social presenta algunas dificultades de las que se hablará más adelante. En este apartado se expone la noción de movimiento estudiantil que se emplea en este libro, no sin antes mostrar algunas de las aristas que contiene esta opción conceptual.
En primer lugar, hablar de movimiento estudiantil implica aludir inmediatamente a categorías como las de movimiento social y sociedad civil. Como se sabe, estas nociones son trabajadas desde muchas orillas teóricas, luego un abordaje exhaustivo de estas rebasa los objetivos de este capítulo introductorio. Es pertinente acotar que los movimientos sociales se conciben como la expresión organizativa de la sociedad civil, que se entiende como el escenario en que se expresan los intereses particulares y colectivos de los sujetos en relación de oposición, negociación o complementariedad al Estado y las instituciones políticas. El pivote para una definición de la sociedad civil es el individuo y sus necesidades, expresadas y resueltas en diferentes ámbitos como el mercado, el sistema educativo, los medios de comunicación, los grupos de presión y las organizaciones sociales, sean estas iglesias o grupos de interés32.
Este concepto de sociedad civil es trabajado y desarrollado desde diversas tendencias y posturas ideológicas. Los liberales desde Adam Smith consideran que solo el mercado constituye la esfera más importante de la sociedad en oposición a la intervención del Estado. Antonio Gramsci amplía su mirada sobre la acción social e introduce la idea de la articulación de sociedad política y sociedad civil en el marco de la creación y ejercicio de la hegemonía. Cada una de estas esferas responde a la dimensión coercitiva y consensual del poder. En el fondo se da la tensión entre lo público y lo privado para definir aquello que se entiende por sociedad civil, pues cuando se considera a esta como un actor homogéneo cabe la pretensión de sacarla del ámbito privado para conducirla al mundo de lo público y, por efecto de su acción, al ineludible escenario de la política.
La relación de los movimientos sociales con la política es precisamente uno de los elementos más importantes para caracterizarlos. Si se siguen los postulados de Luis Alberto Restrepo, las diferencias entre movimientos sociales y partidos políticos son de tres órdenes. En primer lugar, los partidos pretenden convocar a toda la sociedad, mientras que los movimientos aspiran a representar los intereses de una parte de esta. En otras palabras, el primer criterio de distinción es la pretensión o no de una validez general de la actuación. En segundo lugar, la manera como se toman las decisiones constituye otro elemento diferenciador, pues en los partidos la acción es inducida de arriba hacia abajo, ya que todo partido político construye una relación de autoridad jerárquica, mientras que en el movimiento social la acción va de abajo hacia arriba. Finalmente, y vinculado al segundo criterio, los dirigentes del partido representan los intereses de los afiliados ante la sociedad, mientras que en los movimientos sociales, más que el principio de representación, prima el de participación directa en la vida pública, en la cual los dirigentes pueden ser sustituidos por otros que muestren mayor compromiso o activismo33.
La sociedad civil abarca tanto a los individuos como a los grupos que actúan movidos por el interés particular; también a las distintas formas de acción colectiva que buscan intereses СКАЧАТЬ