Shakey. Jimmy McDonough
Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Shakey - Jimmy McDonough страница 2

Название: Shakey

Автор: Jimmy McDonough

Издательство: Bookwire

Жанр: Изобразительное искусство, фотография

Серия:

isbn: 9788418282195

isbn:

СКАЧАТЬ no puedas ver esto!

      Gracias a todos los que siempre habéis estado ahí de un modo u otro: Elizabeth Main, Bruce Kitzmeyer, Eliza Paley, Craig Leibner, Krissy Boden, Leo Trombetta, Dale Lawrence, Sally Mayrose, Sarah Heldman, Kat Heldman, Joy Heldman, Nicki Laurin y, en particular, a mi ángel de la guarda, Neva Friedenn. Un agradecimiento muy especial a Bettina Briggs. Y, como siempre, a los incomparables Lux e Ivy.

      Gracias también a: Wendy Swanson, Rudolph Grey, Kathy Kerr, Arvella Kinkaid, Dave Dunton, Jaan Uhelszki, Jonny Whiteside, Karen Schneider, Bill Rhodes, Jerry Morris, Kim Morgan, Amy Salit, Gregg Turkington, Link y Olive Wray, Jimmy Vapor, Maria Wirtanen, Gary Kincade, Barb Dehgan, Anna Hinterkopf, Isaac el camarero, Isaako Si’uleo, Jill Nees, Mark Linn y Christy Canyon. En Australia, gracias a: Kate, Carl, Sean y Debbie Wisdom; Bill, Eleanor y Graham Bowen; Kerry y Rita Wisdom; y al máximo experto cinéfilo Sam McBride. Mi agradecimiento a las familias Waser y Roberts, en particular a Lorraine y Ray Waser, leñador, granjero y buen amigo como hay pocos. Gracias, Stan Pachter, por todo, básicamente. Peluquería: Jerry Ripley, de Tonsorial Parlor. Eliza Wimberly, punto. In dreams.

      En los años de gestación de este proyecto, Kent y Nancy Beyda no solo me aguantaron, también me dieron cobijo y alimento. Yo, entretanto, les desbaraté la vida y no sé cómo lo aguantaron, pero el caso es que siempre se volcaron en mí al máximo. Su hija, Emily, me arrancaba una sonrisa constantemente, incluso en los peores momentos. Emily, tus padres son auténticos mecenas de las Artes.

      Un agradecimiento muy especial a la Magnífica Lucy Fur y a su fan de Shakey preferido, Mike «Mad Dog» Merrigan.

      A Natalia Wisdom le ha tocado soportar unas cuantas pesadillas hippies en la última década larga. Contra todo pronóstico, consiguió que siguiéramos —yo y mis disparatados sueños— con vida. Natalia, soy consciente de lo mucho que has tenido que sacrificar para que pudiera llevar a buen puerto lo que me propuse en un principio. Ahora es el momento de hacer realidad alguno de tus sueños.

      Jimmy McDonough

      CAPÍTULO 1 UNOS TIPOS CURIOSOS

       —¿Quién te dio la careta de Nixon?

       —«No lo recuerdo», como diría John Dean. Si me acuerdo te lo digo, Jimmy. A veces recuerdas las cosas cuando hablas de ellas.

       —Cada pregunta parece traerte algo a la memoria.

      —No las respuestas que esperabas… pero respuestas al fin y al cabo, je, je. Cuesta recordar las cosas. Pero está todo ahí. A lo mejor deberíamos probar con hipnoterapia para ir directos al pasado de una puta vez. Podríamos tomarnos unos seis meses para meternos en las sesiones de Tonight’s the Night y ver qué se cocía por allí exactamente. «Venga, Neil, hoy vamos a retroceder un poco más en el tiempo…»

       —Me siento frustrado.

       —Bueno, oye, es que llevas sintiéndote frustrado desde el principio, je, je. No puedes sentirte frustrado por esto; ¡si vamos muy bien! Tú me haces preguntas y yo te las contesto. ¿Qué puede haber menos frustrante que ESO?

       —A lo mejor en la introducción debería decirle a la gente que no quieres saber nada del libro.

       —Pues, si quieres, se lo dices, pero lo que está claro es que, si me molestara tantísimo, no me habría metido en esto; ahora bien, tampoco es que este proyecto me quite el sueño. Creo que esa es una manera sutil de decirlo. Je, je.

      La primera vez que Jon McKeig por fin consiguió ver a Shakey en persona, este estaba debajo de un coche. Shakey es un apodo que proviene de su álter ego Bernard Shakey, cineasta ocasional. No es más que uno de sus muchos alias: Joe Yankee, overdubber; Shakey Deal, cantante de blues; Phil Perspective, productor. Todo el mundo lo conoce como Neil Young.

      McKeig llevaba meses trabajando a destajo en la puesta a punto de Nanoo —un Cadillac Eldorado Biarritz azul y blanco descapotable del 59, propiedad de Young— y aún no había visto al dueño. El coche estaba hecho un desastre, pero McKeig no tardaría en darse cuenta de que ese era el modus operandi de Shakey: comprar cacharros irreparables por cuatro duros y después no escatimar en gastos para dejarlos como nuevos. «Te puedo poner cinco casos de automóviles suyos en los que los coches de los que procedían las piezas sueltas estaban en mejor estado que los coches que se reparaban.» McKeig sacudía la cabeza, incrédulo: «Es demasiado. No creo que haya nadie en ningún lugar que llegue a tales extremos. Si el coche huele mal, estás jodido; si chirría, no mola… Es muy maniático».

      Un día Neil se dejó caer para realizar una inspección en persona. «Neil vino directo al coche, le echó una ojeada y, te lo juro, de repente, se tiró al suelo y se metió debajo del coche. Lo único que quedaba a la vista eran sus tenis.»

      McKeig le preguntó a Young hasta dónde estaba dispuesto a llegar con aquel Cadillac descuajaringado. «Neil me miró fijamente a los ojos y me dijo con toda tranquilidad: “Hasta que esté de museo”.» McKeig se estremeció. «Era la primera vez que oía a alguien utilizar aquella expresión: “de museo”. Luego se marchó. Eso fue todo lo que hablamos. Pasaron años hasta que volví a verlo.» Varias décadas después, Nanoo sigue sin acabar.

      Los coches ocupan un lugar fundamental en el mundo de Shakey. Ha compuesto infinidad de temas en ellos y están presentes en no pocas de sus canciones: «Trans Am», «Long May You Run», «Motor City», «Like an Inca (Hitchhiker)», «Drifter», «Roll Another Number (For the Road)», «Sedan Delivery», «Get Gone»; la lista no acaba ahí.

      Young llegó incluso a asesorarme sobre qué pintura de retoque utilizar y sobre problemas del carburador, hasta que un día casi me mato con mi Falcon Futura del 66 y acabé en la cuneta de una carretera comarcal después de dar dos vueltas de campana. Young, que iba de gira en su autobús, me llamó a los pocos días. «¿Lo ves, Neil?», le dije. «Has intentado quitarme del medio, pero aquí sigo. Ahora sí que tengo que acabar el libro.» Me volvió a llamar, algo incómodo, justo después de colgar. «Jimmy —dijo con la voz entrecortada por las interferencias del móvil—, solo quiero que sepas que me alegro de que no murieras en el accidente.» Shakey y yo llegamos a tener una relación de lo más pintoresca. Pero todo aquello aún formaba parte del futuro.

      En estos momentos estábamos en abril de 1991, y yo me hallaba en Los Ángeles viendo cómo McKeig —ahora convertido en restaurador y mecánico de mantenimiento residente de Young— paseaba a los familiares de Neil por los alrededores de la entrada del backstage del L.A. Sports Arena en un elegante Caddy negro del 54 al que Young llamaba Pearl, porque le pone motes a todo. Era un vehículo impresionante. Había pagado cuatrocientos dólares por aquel coche en 1974 y había invertido años y una fortuna en repararlo. Cuenta la leyenda que un millonario árabe vio a Young dando una vuelta con Pearl por Hollywood y allí mismo le ofreció un pastón por él.

      Del asiento de atrás del Caddy salió la esposa de Neil, Pegi, una atractiva rubia y toda una institución por derecho propio. Pegi y Neil tienen dos hijos, Ben y Amber, y la familia constituye una prioridad para ambos. Ben, que es espástico, tetrapléjico y afásico de nacimiento, iba a todas partes con papá y mamá. No era raro verlo en el lateral del escenario en su silla de ruedas, mirando a su padre trabajar.

      El apodo de Ben, «Spud2», decoraba la puerta de Pocahontas, aparcado a poca distancia de Pearl. Este enorme autobús —un Silver Eagle belga del 70 de doce metros de longitud y con el motor trucado—, llevaba ejerciendo de hogar de Young durante sus giras desde 1976, y no había escatimado en extravagancias a la СКАЧАТЬ