El síndrome de Falcón. Leonardo Valencia
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Название: El síndrome de Falcón

Автор: Leonardo Valencia

Издательство: Bookwire

Жанр: Изобразительное искусство, фотография

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isbn: 9789978774748

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СКАЧАТЬ Keats o a Roberto Bolaño por la poesía, al punto que está tematizada en varias de sus novelas. La estatura intelectual y la versatilidad de la prosa del escritor latinoamericano siempre estuvieron fundadas en este diálogo de géneros –aspecto sutilísimo pero insoslayable, como demostraron Borges y Monterroso—, ajeno a la actual profesionalización de novelistas que apenas aluden o se nutren de esos procesos, y que prescinden por ejemplo de un ejercicio crítico que vaya más allá del simple reseñismo o la tertulia de mesa redonda, y que llegue a una discusión intelectual con verdadera capacidad crítica de disensión: “Entre el brindis y el silencio, las nuevas ficciones no han suscitado ni un intenso arbitraje de valores ni una reflexión sobre el destino de la novela ni un auténtico debate sobre la situación en Hispanoamérica. De ahí la apariencia, por de pronto, un tanto amorfa y bastante superficial del fenómeno”, ha señalado Gustavo Guerrero en La religión del vacío y otros ensayos. Luego tenemos la puesta en un segundo plano de la tradición del cuento latinoamericano, dándole escasa representatividad e incitando, perversamente, a su aparente abandono por parte de escritores que prometen como cuentistas natos y terminan como forzados novelistas. Es aquí, en este cruce de coordenadas, o su difuminamiento editorial, donde una reflexión podría reordenar las perspectivas y aclarar el panorama de un canon menos efectista pero más consistente.

      Toda especialización o segmentación en el territorio literario de Latinoamérica significa una resta que termina por llevar al desaliento de lo banal, a la cortedad de miras y, sobre todo, a la pérdida de una estatura intelectual y de escritura. Visto el novelista latinoamericano como un agente de sí mismo, aislado del diálogo y de la revisión de sus tradiciones, facilita la idea de una entidad minusválida, e incluso puede llevar a algunos escritores a una actitud generalista: el rechazo en bloque de sus tradiciones para entregarse en brazos de una internacionalidad puesta al día por centros de irradiación fuertemente asentados en lo que dicta, por ejemplo, la literatura norteamericana, o las imposiciones esporádicas de Frankfurt o Londres. La salida del latinoamericanismo tópico que marca cartografías encasilladoras no puede pasar por el abandono en bloque de su tradición a riesgo de dar saltos en el vacío, precisamente porque, aunque no tan visible, esa discusión está insertada con fuerza en la tradición latinoamericana. El apresuramiento por obviar o negar la tradición latinoamericana, debido a un miedo a constar como epígono en aras de un brillo individual, puede dar rápidos frutos mediáticos en el panorama editorial y literario, pero termina siendo un empobrecedor fuego fatuo.

      De manera que podríamos perfilar distintas orillas que conviven actualmente en la narrativa latinoamericana. Por una parte una orilla nacionalista, escrita desde adentro de cada país y con poca salida o difusión intercontinental. Luego está la orilla internacionalizada, en la que curiosamente convergen dos variantes en apariencia contradictorias: la que satura su obra de los tópicos de América Latina y la que, por llevar la contra a esa vertiente, ha quemado las naves con su tradición, negando incluso la existencia de “lo latinoamericano”. Y una más, de menos difusión, que relee la tradición, que la amplía en su relectura, y que suelta las amarras de una nave que no tiene otro puerto que su propia navegación en la aventura de la lengua. Aquí tiene sentido la observación del múltiple desterrado que fue Edmond Jabès: “La lengua es hospitalaria. No toma en cuenta nuestros orígenes. Ya que sólo puede ser lo que logramos sacar de ella”. Como ejercicio crítico de esta superación de las orillas, señalaría el caso de César Aira por su Diccionario de autores latinoamericanos (2001), donde se comprende el alcance enciclopédico con el que hay que tratar esta tradición. Aira es uno de los pocos escritores que cumplen, paralela a su obra creativa, una amplia labor ensayística en la tradición que han llevado a cabo Paz, Vargas Llosa, Fuentes, Cortázar, Monterroso, Pitol, Saer, García Ponce o R.H. Moreno Durán. Entre los escritores nacidos desde la década del cincuenta hay que señalar el trabajo ensayístico de poetas y narradores como Gustavo Guerrero, Alberto Ruy Sánchez, Williams Ospina, Eduardo Chirinos, Jorge Volpi o Fernando Iwasaki.

      Como coda y muestrario, para una revisión de este fértil terreno inasible de las literaturas errantes de Latinoamérica –y esta condición inasible de su errancia es precisamente la que sostiene su fuerza imaginativa y las nuevas tensiones a las que se somete al idioma– propongo a continuación una brevísima selección de obras que han incorporado el diálogo con otros escenarios temáticos (Europa, Asia, África, Estados Unidos), y que apuntan la ductilidad del español como lengua para atravesar fronteras. Las listas son inevitablemente incompletas, y muchas otras obras deben añadirse. En este ejercicio de suma, que no de resta, sigue radicando la clave para la comprensión de la literatura latinoamericana: la superación de una línea literaria excluyente por una convivencia plural de caminos simultáneos. Queda ahora la tarea crítica de estipular lo que caracteriza a cada una de estas obras y el sesgo que cumplen dentro de esta otra tradición latinoamericana, tan arborescente como errante.

      1950-1980: Los pasos perdidos, Alejo Carpentier; Los monos enloquecidos, José de la Cuadra; Bomarzo, Mujica Laínez; Rayuela, Cortázar; Farabeuf, Salvador Elizondo; Morirás lejos, José Emilio Pacheco; El mundo alucinante, Reinaldo Arenas; El buen salvaje, Eduardo Caballero Calderón; Maitreya, Severo Sarduy; La pérdida del reino, José Bianco; Carta larga sin final, Lupe Rumazo; La sinagoga de los iconoclastas, J.R. Wilcock, Las posibilidades del odio, María Luisa Puga; Terra Nostra, Carlos Fuentes; El jardín de al lado, José Donoso.

      1980-1989: Testimonios sobre Mariana y Reencuentro de personajes, Elena Garro; La vida exagerada de Martín Romaña, Alfredo Bryce Echenique; Karpus Minthej, Jordi García Bergua; La guerra del fin del mundo, Vargas Llosa; La tejedora de coronas, Germán Espinosa; No pasó nada, Antonio Skármeta; El entenado, Juan José Saer; El escarabajo, Manuel Mujica Laínez; El portero, Reinaldo Arenas; La internacional argentina, Copi; Los perros del Paraíso, Abel Posse; Los nombres del aire; Alberto Ruy Sánchez; Domar a la divina garza, Sergio Pitol; La diáspora, Horacio Castellanos Moya; Peste blanca, peste negra, Lupe Rumazo.

      1990-1999: Novela negra con argentinos, Luisa Valenzuela; Santo oficio de la memoria, Mempo Giardinelli; El origen del mundo, Jorge Edwards; El copista, Teresa Ruiz Rosas; El viajero de Praga, Javier Vásconez; El congreso de literatura, César Aira; Agua, Eduardo Berti; Mambrú, R.H. Moreno-Durán; Enciclopedia de una vida en Rusia y Livadia, José Manuel Prieto; Los detectives salvajes, Roberto Bolaño; El río del tiempo, Fernando Vallejo; En busca de Klingsor, Jorge Volpi; El libro de Esther, Juan Carlos Méndez Guédez; La mentira de un fauno, Patricia de Souza; Destino Estambul, Jaime Marchán; La mujer de Wakefield, Eduardo Berti; La orilla africana, Rodrigo Rey Rosa.

      2000-2008: Tu nombre en el silencio, J. M. Pérez Gay; La disciplina de la vanidad, Iván Thays; Siberiana y Las cuatro fugas de Manuel, Jesús Díaz; Shiki Nagaoka, Mario Bellatin; Amphytrion, Ignacio Padilla; La familia Fortuna, Tulio Stella; La casa de los náufragos, Guillermo Rosales; Mantra y Jardines de Kensington, Rodrigo Fresán; Hipotermia, Álvaro Enrigue; La materia del deseo, Edmundo Paz Soldán; Los jardines secretos de Mogador, Alberto Ruy Sánchez; Libro de mal amor y Neguijón, Fernando Iwasaki; La fiesta del Chivo, El paraíso en la otra esquina y Travesuras de la niña mala, Vargas Llosa; Varamo, Una novela china y El mago, César Aira; Los impostores y El síndrome de Ulises, Santiago Gamboa; Crímenes imperceptibles, Guillermo Martínez; El fin de la locura y No será la Tierra, Jorge Volpi; La sexta lámpara, Pablo de Santis; Wasabi, Alan Pauls; Una tarde con campanas, Juan Carlos Méndez Guédez; Itinerario de trenes, Jaime Marchán; La viajera, Karla Suárez; El futuro, Gonzalo Garcés; Todos los Funes, Eduardo Berti; El corazón de Voltaire, Luis López Nieves; 1767, Pablo Soler Frost; El huésped, Guadalupe Nettel; Electra en la ciudad, Patricia de Souza; La sociedad trasatlántica, Alfredo Taján; 2666, Roberto Bolaño; Cuaderno de Feldafing, Rolando Sánchez Mejías.