Название: Ternura, la revolución pendiente
Автор: Harold Segura
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
isbn: 9788417620721
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El término splánjnon (σπλάγχνον) aparece en varias ocasiones: Filipenses 1.8, Filemón 10-12; 2 Corintios 7.15; 1 Juan 3.17, entre otros. Significa «el lugar donde se origina el amor materno y la fuente de los sentimientos y del afecto en general […] el centro de la sensibilidad y del sentimiento» (Meza, 2007, p. 440). En su forma verbal, splanjnízomai (σπλαγχνίζομαι), apunta a
un sentir profundamente humano, a una conmoción entrañable que vuelca el corazón del ser humano a actuar en favor del otro, es decir, evoca una relación visceral, lo más entrañable y humana que pueda experimentar una persona, como un sentimiento muy fuerte de compasión. (Meza, 2007, p. 44)
Este es el hermoso caso presentado en la parábola del hijo pródigo cuando se ilustra el sentimiento del padre perdonador: «Aún estaba lejos, cuando su padre lo vio y, profundamente conmovido, salió corriendo a su encuentro, lo estrechó entre sus brazos y lo besó» (Lucas 15.20).
Otro término es eleéo (ἐλεέω), el cual se traduce por compasión, piedad o misericordia. El evangelista Marcos usa este vocablo para ilustrar el amor compasivo de Jesús ante Bartimeo, el ciego de Jericó: Al enterarse de que era Jesús de Nazaret quien pasaba, empezó a gritar: —¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí! Muchos le decían que se callara, pero él gritaba cada vez más: —¡Hijo de David, ten compasión de mí! (Marcos 10.47-48). En Jesús, su eleéo (compasión) es más que asistencia filantrópica, es un acto liberador que le devuelve a la persona su capacidad de relacionarse con otros y de que la traten con dignidad. Y, también aquí, los gestos de Jesús son el patrón que debe asistir a la comunidad cristiana en su práctica de la compasión-ternura liberadora: «El maestro de la ley contestó: El que tuvo compasión de él. Y Jesús le replicó: —Pues vete y haz tú lo mismo» (Lucas 10.37).
El cuarto término es jrestótes (χρηστότης), que significa bondad, rectitud, amabilidad, mansedumbre o excelencia en el amor. Se usa para demostrar la suavidad con la que una persona se acerca a otra para brindarle su amistad o hacerle algún favor. También para mostrar de qué manera ama Dios a todas las personas por igual y sin hacer diferencia entre unas y otras: «Ustedes, por el contrario, amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada a cambio. De este modo tendrán una gran recompensa y serán hijos del Dios Altísimo, que es bondadoso incluso con los desagradecidos y los malos» (Lucas 6.35). En este caso, Dios ofrece un patrón de comportamiento que debe distinguir a quienes se llaman hijos e hijas suyos.
LAS DIMENSIONES
Restauradora
En este capítulo se refuerza la idea de que Jesús es la encarnación de la ternura de Dios. En él se manifiesta toda aquella gama de ternura que se lee en todas las palabras que la expresan en el Primer Testamento. En Jesús la ternura se concreta en una persona que la hace tangible en cada una de sus acciones y palabras. Cada texto bíblico sobre la vida de Jesús debe servirnos para confirmar nuestra fe en un Dios de ternura, que solo se nos muestra y se nos ofrece mediante la práctica de la ternura de Jesús.
Superar la imagen de un Dios enjuiciador y de una fe basada en el juicio sobre el pecado es un paso crítico en el proceso personal de nuestro encuentro con el Dios de la ternura. Nuestro reto como creyentes en Cristo es trabajar esa ternura en nuestra relación con Dios para lograr nuestra propia restauración. Y, para ayudar en su restauración a las personas con las que compartimos en la comunidad de fe, debemos promover a ese Dios de la ternura a través de nuestra propia vivencia de la fe.
Las múltiples referencias sobre Jesús como compasivo y misericordioso nos refuerzan la certeza de que Dios es infinitamente misericordioso. En la vivencia de nuestra fe, esa ternura es signo de su pacto de amor con la humanidad, lo cual debería motivarnos a celebrar una fe compasiva, viva, amorosa, de convivencia más que de sacrificio y castigo.
La muerte de Jesús, como se ha expuesto en este capítulo, debería verse más como un acto de ternura que de sacrificio. Esta perspectiva nos exhorta a que, como personas seguidoras de Jesús, en la vivencia de nuestra fe, nos enfoquemos más en la ternura que en el sacrificio.
Formativa
Así como este texto nos muestra la vida de Jesús, en especial su pastoral y praxis como un acto de rebeldía motivada por su ternura, debemos aprender y enseñar aspectos concretos sobre su persona. Solo así experimentaremos, en los contextos particulares de las comunidades de fe, una fe más acorde a esa ternura rebelde y revolucionaria.
Anteriormente se ha descrito a la ternura como un valor, ahora, en esta parte del texto, se presenta como valor distintivo de las comunidades cristianas originarias. Por eso, todos los espacios de formación, de praxis pastoral, incluso de producción teológica, deberían tomarlo como un valor que los caracterice, que sea el centro de todo lo que se construya desde la fe cristiana.
Transformativa
La ternura como requerimiento para instaurar el Reino, como afirma el autor de este capítulo, es un reto demandante y complejo, con implicaciones de fondo y forma para las comunidades de la fe cristiana. La ternura debe permear todos los ámbitos, desde las acciones pastorales, las celebraciones, actividades cúlticas hasta la producción teológica y las interpretaciones bíblicas. El ejercicio de la ternura engendra transformación, primero a nivel individual, en el propio entendimiento de la fe en Jesús y del Dios tierno, y luego a nivel comunitario, en lo que las distintas iglesias deben hacer en su contexto para llevar vida a un mundo que va contra la vida.
El testimonio de la resurrección de Jesús, que el autor ve como rebeldía de la ternura contra este mundo deshumanizador, puede ser una clave fundamental para la ruta de transformación de la vivencia de la fe cristiana. Esta América Latina, tan asediada por la violencia, solo puede ser transformada desde la ternura encarnada en la Iglesia.
Tan tierno como el Espíritu de Dios: La inexplorada dulzura del Espíritu. En Gálatas 5.22, cuando se describe «el fruto del Espíritu», se usa de manera sugestiva el mismo término jrestótes que algunos traducen como benignidad, amabilidad o gentileza, pero que también característica del Espíritu Santo poco notable en la pneumatología clásica de los últimos siglos. El símbolo del Espíritu ha sido un «código cerrado», reducido a una «paloma» que acompaña en la Trinidad a dos varones. La teóloga brasileña Ivone Gebara lo expresa así con lúcido atrevimiento: «nuestra imaginación religiosa necesita una verdadera terapia, ya que se ha reducido la Trinidad a un hombre viejo, a un hombre joven y a un pájaro» (Gebara, 1994, p. 17).
¿Qué posibilidades nos abre la Trinidad, en especial el Espíritu, para convertir a la ternura en sujeto activo del lenguaje con que nos comunicamos, la producción teológica y la praxis pastoral?
El Espíritu Santo —y la Trinidad en su conjunto— requiere de nuevas comprensiones teológicas. Lo han predicado como aquel que es la fuente de poder de la Iglesia (Hechos 1.8); pero, en el trascurso de la historia, ese poder ha sido asimilado como un poder que concede autoridad sobre otras personas y poderío СКАЧАТЬ