Название: Ternura, la revolución pendiente
Автор: Harold Segura
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
isbn: 9788417620721
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Al final de todo esto, la propuesta de la mediación es ser puente entre cada uno de los aportes de los distintos textos y la práctica pastoral y formativa en todas las iglesias. En sí, es la aventura de sentir y fantasear cada idea, cada palabra de los autores y autoras, para poder encarnar la ternura en nuestra cotidianidad individual, como personas adultas, y colectivamente, como iglesia.
Referencias
Maturana, H. (2004). Transformación en la convivencia (p. 219). Santiago: Edotorial Comunicaciones Noreste
Núñez, C. (2014). Creatividad: El aura del futuro. Argentina: Departamento de Ediciones y Publicaciones de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de San Juan.
CAPÍTULO 1
UNA TERNURA INMENSA QUE HUMANICE LA FE Y REDIMA LA VIDA: ESBOZOS PASTORALES PARA UNA TEOLOGÍA BÍBLICA DE LA TERNURA
Harold Segura
Como escuchase un llanto, me paré en el repecho
y me acerqué a la puerta del rancho del camino.
Un niño de ojos dulces me miró desde el lecho
¡y una ternura inmensa me embriagó como un vino!
GABRIELA MISTRAL
La teología cristiana de la ternura es una reflexión creyente que, como tal, se hace desde la fe y cuyo tema se propone comprender a partir de la tradición judeocristiana, el compromiso con la vida y el seguimiento de Jesús. Es un esfuerzo por concebir la ternura desde la perspectiva del Dios de la vida en medio de sociedades caracterizadas por la deshumanización y carentes de afecto, justicia y misericordia.
Cómo la comunicación humana va más allá que las palabras, y cómo ese universo de expresiones puede proyectar ternura en todo lo que se hace, de tal manera que cada contacto entre las personas las humaniza vez tras vez.
En este ejercicio teológico, la ternura se entiende1, en primer lugar, como un género de comunicación humana por la que no solo se establecen vínculos con palabras, sino también con expresiones de afecto, como caricias, miradas, sonrisas y otras formas de transmitir amor. En segundo lugar, se entiende como una práctica de convivencia incluyente y solidaria con la que se acoge a todas las personas por igual porque se les reconoce su dignidad y valor. Y, en tercer lugar, también se entiende como un vínculo de relaciones humanas que ayuda al crecimiento de la afectividad, la confianza y la seguridad, para que las personas «desarrollen la capacidad de afrontar las dificultades que surjan a través de la vida». La ternura es una forma de relacionarnos, de convivir y de construir una sociedad más justa y solidaria. Es «una revolución cultural que anima el florecer humano y social […] que se cultiva desde relaciones de amor, cuidado de la vida en todas sus expresiones y reivindicación política del derecho al cuidado libre de violencia y pleno de amor» (Grellert, 2016).
La primacía de la realidad
Esta última implicación social y política de la ternura es un eje primordial del quehacer teológico, porque a la teología le interesa anunciar al Dios de la vida, y luchar para que esa vida sea plena aquí y ahora… y no solo después de la muerte. José Míguez Bonino, ilustre teólogo argentino, consideraba que la primera pregunta que debería plantearse la teología es si «hay vida antes de la muerte» (Míguez, 1990, p. 65), y no la pregunta celestial acerca de cómo es la vida después de la muerte. ¡Ahí, donde reina la muerte, debe resplandecer la vida!
Una de las expresiones del imperio de la muerte en nuestro continente es la violencia. Un informe publicado por el Banco Internacional de Desarrollo (BID), titulado Los costos del crimen y la violencia en el bienestar en América Latina y el Caribe, indica que
América Latina y el Caribe (ALC) es la región más violenta del mundo. En ella vive menos del 9 % de la población mundial, pero se registran el 33 % de los homicidios en todo el mundo, lo que la convierte en la región con el mayor porcentaje de asesinatos en todo el mundo, con África por detrás con 31%, Asia en tercer lugar con 28 % de los homicidios, seguida de lejos por Europa y América del Norte, con solo 5 % y 3 % del total, respectivamente, y Oceanía, que representa menos del 0,3 %. De hecho, con tasas regionales de homicidios de más de 20 por cada 100.000 habitantes —más de tres veces el promedio mundial— ALC es la región más peligrosa del planeta. (Jaitman, 2005, p. 4)
En el reto «político» que tiene la teología, la cual anuncia al Dios de la vida en una región de peligros como nuestra América Latina.
Esta consideración de la realidad es el primer paso en el ejercicio teológico. Así lo ha enseñado con acierto la tradición teológica latinoamericana: primero se observa la realidad (momento sociológico); ella se convierte en materia prima de la teología (Suárez, 2007, p. 172). Después, esa realidad observada se juzga a la luz de las Escrituras, la tradición teológica y la práctica pastoral del pueblo de Dios (momento hermenéutico). Y, en tercer lugar, se actúa a favor de la vida y en contra de las fuerzas de la muerte (antivida). Sin este último paso, la teología corre el riesgo de reducirse a una elucubración teórica, llamativa por su atractivo académico, pero inocua para la trasformación de las realidades sociales. Por eso, pensar en la ternura desde la óptica teológica es, de por sí, pensar en una respuesta creyente ante la violencia, la deshumanización y la injusticia que imperan en nuestro mundo.
Corresponde ahora que nos adentremos en cómo la Biblia, en sus dos testamentos, hace referencia a la ternura de Dios. Primero, se reseñarán dos expresiones del Primer Testamento: hesed y rahûm, y tres metáforas en relación con el carácter misericordioso y tierno del Señor: una madre que amamanta, un padre que vela por sus hijos e hijas y un esposo que ama hasta el extremo (esposo embelesado). Después se hará un ejercicio similar para el Segundo Testamento. En este se presenta a Jesús como la encarnación de la ternura del Señor, al Espíritu, como la personificación de la dulzura divina, y a la comunidad cristiana, como testigo, que por medio de su vida comunitaria da testimonio de esos atributos del Señor.
Todas las emociones que despiertan esos adjetivos con los que las distintas generaciones expresaron la ternura de Dios y la plasmaron en el Primer Testamento.
Dios, tan tierno como una madre que amamanta, un padre que vela por sus hijos o un esposo embelesado. En el Primer Testamento, la ternura se inscribe en un conjunto de palabras que hacen alusión al amor, a la misericordia, al cariño y a la compasión de Dios. Esas cualidades revelan la naturaleza más profunda de Dios. Ellas no solo nos muestran el actuar del Señor, sino su naturaleza misma:
Uno de los términos con mayor alcance y profundidad de significado es hesed (דסח). Esta palabra se traduce en algunas versiones de la Biblia como amor o misericordia y aparece más de doscientas veces (Bonilla, 1999) en el texto hebreo, la mayoría de ellas en el libro de los Salmos. Un ejemplo es el salmo 136, que es un cántico de alabanza con un estribillo que se repite a manera de exclamación litúrgica. Hesed es la СКАЧАТЬ