Название: Acto matrimonial
Автор: Tim LaHaye
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
isbn: 9788482676371
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4.Reduce fricciones en el hogar. Otro resultado de las relaciones satisfactorias entre la pareja es que tiende a reducir irritaciones menores en el hogar. Un hombre sexualmente satisfecho es por lo general un hombre contento. No solucionará problemas mayores —no reparará la reja torcida ni compensará un presupuesto sobrecargado—, pero sí que reducirá las irritaciones menores y hará al marido más servicial y más dispuesto a resolver problemas menores. Más de una esposa comentó: «Mi esposo se lleva mejor conmigo cuando nuestro amor es como debe ser. Las contrariedades de los niños no afectan tanto sus nervios, y le resulta más fácil tener paciencia con otra gente.»
La mayoría de los hombres no se percatan de que parte de sus irritaciones inexplicables pueden derivar de un instinto sexual no satisfecho, pero una esposa sabia estará alerta hacia esa posibilidad. De alguna manera el mundo parece mejor y sus dificultades se ven reducidas a tamaño natural si prevalece la armonía sexual. Al hombre le parece como si su duro trabajo y las presiones de la vida mereciesen la pena cuando él y su esposa consuman su amor de forma propia.
En ello está involucrado mucho más que la mera satisfacción de las glándulas. Un hombre sacrifica mucho al casarse, o por lo menos así piensa. Al ser soltero, está más bien sin cuidado y carece de presiones. Si desea pasar una noche fuera con sus amigos, no tiene que rendir cuenta a nadie de sus asuntos o satisfacer el interés de otra persona. Si ve algo que desea, simplemente lo compra, pueda o no darse el lujo. Todo esto cambia con el matrimonio.
Además, su espíritu sin cuidado debe dar lugar al peso cada vez mayor de responsabilidad que el matrimonio tan singularmente pone sobre sus hombros. Una mujer raramente tiene que preocuparse de problemas económicos, y en todo caso será una deliberación corta. El esposo, en cambio, debe acostarse mentalmente consciente de que es el proveedor de la familia. Por la mañana despierta con el pensamiento: «Me es necesario hacer un buen negocio hoy; mi mujer y mis hijos dependen de mí.» Salvo que haya aprendido desde temprana edad a encargar sus caminos al Señor, esto puede llegar a ser para él una carga muy pesada.
Un esposo de carácter débil llegó una noche a casa anunciando a su mujer: «Esta noche me marcho; no quiero vivir como casado por más tiempo.» Nuestra investigación reveló que no tenía interés en ninguna otra mujer; pero confesó: «Preferiría gastar mis tardes entrenándome en mi coche de carrera y no en un segundo empleo para sustentar una familia.» Su esposa reconoció en el consultorio que sus relaciones físicas eran mínimas y que ella jamás había demostrado aprecio alguno por los sacrificios que él hacía por la familia. Al percatarse de que su indiferencia podía haber contribuido a su insatisfacción e irritación, le rogó: «Dame una nueva oportunidad y te probaré que el matrimonio vale cualquier sacrificio que ambos tengamos que hacer.» Algunas mujeres obtienen esa segunda oportunidad y pueden dar tales pruebas, ésta no la obtuvo. El esposo siguió por su camino de egoísmo e irresponsabilidad y ambos fueron desgraciados.
5.Le proporciona la experiencia más extraordinaria de la vida. La explosión titánica, emocional y física en que culmina el acto marital para el esposo se puede denominar como el placer más extraordinario que puede disfrutar jamás, al menos sobre una base repetible. En aquel momento todo otro pensamiento es borrado de su mente; cada glándula y órgano de su cuerpo parecen remontar por un ascenso febril. Siente como si su tensión sanguínea y su temperatura llegasen a bullir hasta perder el control. A este punto su respiración se acelera, emitiendo un ronco quejido de éxtasis al estallar la tensión con la liberación del semen en el objeto de su amor. Toda palabra resulta inadecuada para describir esta experiencia fantástica. Aunque la naturaleza agresiva del hombre encuentra otras experiencias fascinantes en diversas actividades —como saltos de esquí, carreras de ciclomotores, pilotar aviones a retroimpulso, y jugar al fútbol—, todo hombre está de acuerdo en que hacer el amor encabeza toda la lista.
Un enfermo del corazón nos proporcionó la mejor descripción que hemos oído jamás sobre lo que el acto marital significa para un hombre. Advertido por su médico de que cualquier ejercicio físico innecesario le podía costar la vida, continuó, sin embargo, las relaciones amorosas con su esposa. Había ocasiones cuando después del acto tenía que pasar por agotadoras experiencias de shock: sufría fuertes palpitaciones de corazón, su rostro perdía el color, y sus extremidades quedaban frías y acalambradas. Algunas veces tardó una o dos horas antes de que pudiese levantarse siquiera de la cama. Cuando le advertí que algún día podía matarse haciendo el amor a su esposa, respondió rápidamente: «¡No puedo imaginar una mejor manera de irme!»
El aspecto más hermoso de todo esto es que Dios creó tal experiencia gozosa para compartirla el hombre únicamente con su esposa. Si la ama y cuida en la forma como Dios le ordena, se desarrollará entre ellos una relación cálida y llena de afecto que enriquecerá toda su vida marital; la experiencia más extraordinaria y fascinante de hacerse el amor mutuamente, la cual será compartida varios miles de veces durante su matrimonio.
Napoleón Hill, en su libro muy práctico para hombres de negocios, Piensa y enriquécete, denota un malentendido muy común acerca del instinto sexual masculino, al instar a los vendedores a limitar la expresión de sus instintos sexuales porque podría restarles energía e iniciativas para su profesión.2 Nada más lejos de la verdad. Un esposo sexualmente satisfecho es un hombre motivado. Hill probablemente habrá sido víctima de la falsa idea, tan característica de la pasada generación, que sostenía que el sexo consume tanta energía que disminuye y puede acabar con la fuerza viril. Salvo que el autor hable de una frecuencia anormal de varias veces al día, su declaración simplemente no es cierta. Por el contrario, a un hombre sexualmente frustrado le resulta extremadamente difícil concentrarse, tiende a ser duro y poco congeniable, y, lo que es más importante, le es difícil retener metas a largo plazo. A la inversa, un esposo realmente satisfecho rehúsa malgastar su día de trabajo en trivialidades; desea aprovechar todo momento para volver a su esposa y familia, los que confieren a su duro trabajo real propósito y significado.
Dos cartas enviadas a «Querido Abby» con menos de diez días de intervalo ocasionarán una sonrisa pero ilustrarán muy bien nuestro punto. La primera, escrita por un esposo iracundo que se quejaba de su esposa por ser mala ama de casa, reconoció un hecho positivo que le agradaba: «Ella iría a la cama conmigo a cualquier hora que yo deseara.» La segunda carta venía de un vendedor que solicitaba que le respondiésemos al autor de la primera carta diciéndole que fuese agradecido por sus bendiciones maritales: «¡Si yo tuviese una mujer así, me sentiría estimulado a ganar bastante dinero para contratar para ella una mujer de faenas para venir a limpiar la casa!»
Marbel Morgan, autora de La mujer total,3 afirma que el hombre tiene en mente dos cosas cuando llega a casa en la noche: comida y sexo; y no siempre en este orden.
INSTINTO SEXUAL Y VIDA MENTAL
El problema espiritual más consistente con el cual se enfrenta el hombre cristiano normal es su vida mental. El instinto sexual masculino es tan potente que a menudo el sexo parece ser lo más importante en su mente. Todo joven que ha estado en el servicio militar puede testificar que el 95 por ciento de la conversación de los compañeros libres de servicio gira en torno del sexo. Bromas e historias sucias llegan a ser un constante bombardeo verbal. Pronto, después de llegar a ser cristiano, un hombre así recibe la orden, mediante la Palabra de Dios y el Espíritu Santo, de cambiar el curso de sus pensamientos. Naturalmente, nuestro Señor conocía este problema masculino universal, porque advirtió: «Cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón» (Mateo 5:28). Tal adulterio mental probablemente ha llevado más hombres sinceros a la derrota espiritual que cualquier otro pecado.
Muchas mujeres cristianas fallan en comprender este problema masculino, lo cual es una de las razones por que frecuentemente optan por vestimentas tan provocativas. Si supieran los problemas mentales que causan al hombre común con la indecente exposición СКАЧАТЬ