El fascismo vasco y la construcción del régimen franquista. Iñaki Fernández Redondo
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СКАЧАТЬ fagocitadas por el fascismo. Los propios fascistas también eran conscientes del peligro de resultar absorbidos y de que sus presupuestos ideológicos quedaran diluidos en el seno de una gran coalición contrarrevolucionaria. En este sentido son reveladoras algunas de las actitudes mantenidas por sectores de la Falange vizcaína ante lo que juzgaban una instrumentalización por parte de las clases preeminentes vizcaínas y del monarquismo autoritario. Durante las elecciones de febrero de 1936, y contra lo dispuesto por la Jefatura Nacional, un sector encabezado por el entonces jefe provincial Alberto Cobos decidió colaborar electoralmente por el éxito de la candidatura monárquica. Esto originó fuertes tensiones en el seno de Falange y, según García Venero (1972: 94), estuvo a punto de originar una escisión. La situación fue resuelta por Manuel Hedilla mediante la apertura de un expediente a Cobos y su cese como jefe provincial, siendo sustituido por José María Valdés Larrañaga. Tras la ilegalización de Falange y la clausura de sus locales, RE les ofreció el uso de los suyos, aunque esta oferta no fue vista con buenos ojos por todos los falangistas.45 Otro ejemplo de esta pugna con la élite bilbaína y sus pretensiones de mediatización del movimiento fascista se produjo cuando se intentó aupar a Evaristo Churruca Zubiria sin la sanción del jefe provincial a la Jefatura Local de Guecho, intento que tuvo que ser frenado por Felipe Sanz, en aquellos momentos la máxima autoridad provincial (Ybarra Bergé: 16).

      La imputación de todo esto a un proceso de fascistización que en última instancia podría asimilarse al propio fascismo no resulta satisfactoria. Se produjo efectivamente un proceso de fascistización que alcanzó distintas cotas de intensidad en función de las características de los sujetos que lo experimentaron, pero ello no significó directamente el tránsito al fascismo, ni organizativa ni ideológicamente. La asimilación de la fascistización al fascismo le concede una importancia desmedida a este último, le atribuye el proceso de radicalización de la derecha, cuando en buena medida, y como veremos en la institucionalización del franquismo, lo que ocurrió fue exactamente lo contrario: el clima de radicalización y fascistización posibilitaron y favorecieron la fagocitación del fascismo dentro de la coalición contrarrevolucionaria franquista en la que el equilibrio de fuerzas era muy desfavorable a Falange.

      1. LOS DOS MODELOS DE FALANGES VASCAS

      En los aspectos que hemos analizado hasta el momento hemos señalado que el caso de Álava se podía diferenciar ya fuese en lo que hacía a sus antecedentes ideológico-culturales o en la práctica de la violencia política. Estos elementos, junto a los que vamos a ir desgranando en este apartado, tienen la suficiente entidad como para permitir el establecimiento de dos modelos de implantación y desarrollo fascista en el País Vasco. Por una parte tendríamos las provincias costeras de Vizcaya y Guipúzcoa, y por la otra el País Vasco continental, conformado por Álava. En el caso de las primeras, afectadas de manera previa y más intensa por los procesos de modernización, el fascismo alcanzó una implantación muy superior. En ambos casos el número de militantes que alcanzó el partido era al menos tres veces superior al de Álava, y a diferencia de esta, tanto la Falange vizcaína como la guipuzcoana consiguieron asentarse en diferentes localidades de sus provincias además de en la capital. Asimismo, el perfil colectivo de sus afiliados era más diversificado y maduro. Por otra parte, también se produjo un mayor desarrollo organizativo en las provincias costeras de acuerdo a su mayor potencia numérica. Así, tanto en Guipúzcoa como en Vizcaya FE de las JONS desplegó diversos servicios o delegaciones: CNS, SF, Primera Línea…, que no pudo organizar en Álava. Todos estos elementos se complementaron con cierta supeditación jerárquica del núcleo alavés a la jefatura provincial de Vizcaya que se mantuvo hasta el nombramiento de Ramón Castaño como jefe provincial.

      Deteniéndonos en la implantación geográfica, en Álava, como hemos señalado, FE de las JONS no consiguió establecer ninguna organización más allá de Vitoria. Esto es especialmente cierto con anterioridad a las elecciones de febrero de 1936 porque a partir de estas la Falange alavesa experimentó un limitado crecimiento y llegó a contar con presencia en otras localidades de la provincia como Anda o Murguía, si bien en ningún caso se establecieron jefaturas locales o estructuras organizativas, limitándose a la existencia de uno o dos afiliados aislados. También existieron grupos no organizados de falangistas en algunas localidades del valle de Ayala, como Llodio, Amurrio, Barambio o Larrimbe, pero dependían jerárquicamente de la provincial de Vizcaya.