Название: El fascismo vasco y la construcción del régimen franquista
Автор: Iñaki Fernández Redondo
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: Història i Memòria del Franquisme
isbn: 9788491347743
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En lo que respecta al desarrollo organizativo y estructural de Falange, en el caso alavés, la propia limitación numérica de la militancia impidió su diversificación. Así, tan solo existen evidencias del funcionamiento del SEU, mientras que del resto de servicios no ha quedado referencia alguna, siendo lo más probable que no llegaran a crearse.57 Mientras se producía esta situación en Álava, tanto en Vizcaya como en Guipúzcoa se asistió a una mayor complejidad dentro del partido, instaurándose diversas secciones en su seno: SEU, CONS, SF y Primera Línea.
El SEU era una pieza clave dentro del organigrama de Falange Española debido al peso específico que ocupaban los estudiantes en el seno del partido (Thomàs, 1999: 65-72). El caso del País Vasco no fue una excepción y no es una coincidencia el hecho de que la única delegación que se constituyó dentro de la Falange alavesa fuese el SEU. En el caso guipuzcoano sabemos que su constitución oficial fue en junio de 1935, mientras que en el vizcaíno lo podemos situar en el marco de la huelga estudiantil convocada por la FUE en mayo de 1934.58
En lo que a la CONS en Guipúzcoa se refiere, su devenir estuvo ligado a la figura de Juan Francisco Puente, protésico dental de San Sebastián. Desconocemos con precisión la fecha de su constitución aunque debió de ser temprana (García Venero, 1972: 104), seguramente coincidiendo con la visita que José Antonio Primo de Rivera realizó a San Sebastián en enero de 1935 con motivo de la inauguración de los locales de la Falange donostiarra.59 Puente dedicó un esfuerzo considerable a la expansión de la CONS, a pesar de lo cual su penetración entre la clase obrera guipuzcoana debió de ser más bien testimonial. Pese a su escasa capacidad de penetración entre el proletariado guipuzcoano, su presencia no fue bien recibida por las organizaciones obreras de izquierda, que amenazaron la vida de Puente así como la de varios de sus afiliados. La labor de la CONS guipuzcoana parece que se concentró principalmente en el proselitismo entre la clase obrera, la protección de patronos, la búsqueda de empleo a trabajadores desempleados afines al nacionalsindicalismo y el sabotaje de huelgas mediante la introducción de trabajadores foráneos en las empresas que sufrían conflictos laborales.60 En el caso de Vizcaya el arranque de una actividad estable de la CONS no se produjo hasta el año de 1935 (Plata Parga, 1991: 86-87). Aunque desconocemos el número exacto de afiliados que llegó a tener, no debió de ser muy elevado, como apuntan los datos del conjunto de la militancia, sobre lo que nos detendremos más adelante. Su actuación no debió de ser muy diferente a la de su homóloga guipuzcoana, dedicada a la protección sociolaboral de patronos y a la colocación de obreros nacionalsindicalistas en empresas de simpatizantes y colaboradores.61
Ocupando la violencia el papel central que ocupaba en la ideología y actividad de Falange, esta organizó desde muy pronto a sus afiliados de Primera Línea en una serie de escuadras destinadas al choque violento con las organizaciones obreras. En Guipúzcoa, cuando Manuel Carrión fue asesinado, la Primera Línea guipuzcoana ofreció una rápida respuesta matando a Manuel Andrés. Sin embargo, su organización debía de ser en esos momentos incipiente, como prueba el hecho de que requiriesen de la presencia de pistoleros traídos de fuera de la provincia. Entre los integrantes de las escuadras donostiarras se encontraban los miembros más violentos y activos, entre los que no era rara alguna vinculación con el Ejército.62 A medida que el tiempo fue avanzando, y a pesar de que ya no se produjeron más asesinatos, la dinámica de violencia no cesó y para mayo de 1936 había organizadas cuatro escuadras.63 En el caso de Vizcaya también se organizaron al menos cuatro escuadras de acción con anterioridad a la sublevación militar.64
Por su parte, de la SF sabemos más bien poco puesto que el rastro de evidencias que dejó de su existencia anterior a la Guerra Civil es prácticamente inexistente. En Guipúzcoa, conocemos que a comienzos de 1935 ya se encontraba en funcionamiento pero sin que podamos precisar desde cuándo.65 Tampoco podemos determinar el número de afiliadas que llegó a aglutinar, si bien debió de ser escaso, localizándose entre las familiares de los falangistas masculinos como Teresa Aizpurúa Azqueta, o entre alguna de las familias de clase pudiente donostiarras como Pilar Gaytán de Ayala.66 En Vizcaya la fundación fue temprana, ya que Bilbao fue una de las ciudades visitadas por Pilar Primo de Rivera y Dora Maqueda en su primera ronda de viajes para fundar la SF (Primo de Rivera, 1983: 66). Como primera jefa provincial, que se mantendría en el cargo hasta comienzos de 1938, nombraron a Teresa Díaz de la Vega.67 Como para el caso guipuzcoano, desconocemos mayores detalles, no sabiendo a cuántas afiliadas reunió ni cuál fue su grado de actividad.
2. LOS MILITANTES FALANGISTAS: NÚMERO Y COMPOSICIÓN
Para acabar la visión de conjunto sobre el fascismo vasco vamos a detenernos en la militancia de su principal manifestación orgánica, FE de las JONS. Hasta este momento se ha venido caracterizando las provincias vascas como algunas en las que menor volumen numérico alcanzó Falange. Estudios previos han señalado que en Álava hubo en torno a una treintena de afiliados, en Guipúzcoa 120 y en Vizcaya 200, cifras que, si bien de manera ajustada, han tendido a ser estimadas a la baja (Rivera y Pablo, 2014: 370; Calvo Vicente, 1994: 66; Payne, 1985: 100-101). Por nuestra parte, en Álava podemos constatar la existencia de 42 falangistas en vísperas de la sublevación militar, 150-175 en Guipúzcoa y en Vizcaya 175-200. Con estas cifras, las Falanges guipuzcoana y vizcaína se encontraban lejos de las provincias con mayor presencia falangista como Madrid, Santander o Sevilla, pero se encontraban por encima de otros territorios donde la presencia de Falange fue anecdótica con anterioridad a la Guerra Civil, como Córdoba o Ciudad Real, encontrándose más bien entre las provincias con una implantación media como Orense o Asturias.
En lo que hace a los tempos de afiliación podemos aventurar algunos rasgos pese a lo limitado de la información. Sabemos que entre las elecciones de febrero y el golpe de Estado se afiliaron al partido joseantoniano al menos 23 guipuzcoanos, 65 vizcaínos y 13 alaveses. Estos números nos hablan de un ritmo de crecimiento de la militancia bastante intenso, especialmente en Vizcaya, donde en cinco meses se afilió el 37 % de la militancia total. Sin embargo, estas cifras están bastante lejos de la verdadera avalancha de militantes que Falange experimentó en otros puntos de España, donde, ante lo que se experimentó como el definitivo fracaso de la vía posibilista encarnada en la CEDA, cientos de jóvenes cada vez más radicalizados por el endurecimiento de los discursos y el auge de la violencia política en el espacio público pasaron a engrosar las filas de Falange (Suárez Cortina, 1981: 185-187; Palomares Ibáñez, 2001: 81-82; Sanz Hoya, 2006: 249). A tenor de СКАЧАТЬ