La herencia maldita. Nathan Burkhard
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Название: La herencia maldita

Автор: Nathan Burkhard

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Ángeles Guardianes

isbn: 9788418616228

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СКАЧАТЬ malo pasar unos días en casa de tus padres —eso sonó más como una pregunta que como una afirmación, Joe quería ver el lado positivo de cada lado la historia, pero en el fondo estaba seguro que Gabrielle era manipuladora y estaba dispuesta a ocupar el lugar de Natle en casa, aprovechándose del miedo ante una promesa de regreso de Hadeo y entre ellas perderlo sería su perdición —Vamos, el auto nos espera —dijo, levantándose de la cama, acercándose a ella y tomando su bolso.

      —No me dejarás ¿cierto? —preguntó ella, titubeando al salir de su habitación.

      Volviendo el rostro para verla, se sintió vulnerable ante esos ojos que brillaban ante las lágrimas del miedo —Sabes que no te dejaré, amor —tomó la perilla en su mano, girándola y abriendo la puerta para poder salir.

      Caminaron ambos por los pasillos del colegio, observado como otros chicos hacían lo mismo, preparar sus cosas para poder pasar unos días con sus familias y Natle estaba en completo desacuerdo en tener que pasar obligada unos días con sus padres, no era tanto por problemas en casa, el asunto era que su madre no la aceptaba, jamás la aceptó como su hija y con ello solo aumentaban las fricciones en el hogar ante las quejas que Gabrielle daba en el trascurso de cada visita.

      Una vez que llegaron al estacionamiento, Joe guardó el bolso en la maletera, rodeando el auto tomó asiento detrás del volante, mientras que Natle se acomodaba en el asiento del copiloto y aseguraba su cinturón de seguridad —¿Lista? —preguntó Joe, encendiendo el motor y apretando el volante entre sus manos.

      —No creo que esa pregunta sea válida, pero podemos irnos.

      —Ve lo positivo, a tu hermana no tendremos que llevarla.

      —Sí porque Ashley la llevará a casa, ya debe estar allí quejándose y diciendo mentiras de mí.

      —Pero este año la vi tranquila, casi no tuviste muchos inconvenientes con ella.

      —Porque estuvo rara vez en la misma habitación, ya que ha comenzado con su absurdo flirteo con Philip, cosa que me da aún más miedo, ya que tiende a utilizar a las personas a su antojo, manipulándolas solo para dañar a otras, no entiendo por qué es así.

      —Creo que tienes tu respuesta en casa, tu madre se encargó de hacerla una copia exacta de ella, y con la influencia de Ashley en su vida, ella no puede ser mejor persona.

      Natle extendió la mano hacia el estéreo, encendiéndolo y buscando una emisora, le gustaba conversar con Joe, pero hablar de su familia, de su hermana y los problemas que implicaba, prefería escuchar música antes que hacerse a la idea de nuevos problemas, Joe la miro de soslayo, sabía lo que Natle hacía, evadir sus problemas como siempre.

      Bohnes - Straitjacket, comenzó a sonar con fuerza, pero Joe extendió su mano al estéreo bajando el volumen —No prefieres ir a casa de tus abuelos, será mucho mejor para todos.

      Natle dejó de ver por la ventanilla para poder verlo a él, la regla número uno de sus abuelos era que Joe no podía quedarse en su habitación y que él tenía que pasar tiempo con sus padres, en otras palabras no les gustaba que su nieta mayor compartiera cama con su novio, por más que no había todavía nada sexual, ellos trataban de evitar alguna situación incómoda —Sabes lo que implica, Joe —le recalcó.

      —Prefiero ello a verte todo un fin de semana comiéndote las uñas, intentado regresar al colegio para terminar con discusiones angustiantes y sobre todo enfrentar tus miedos.

      —A casa, mi madre hará un escándalo de ello si voy con mis abuelos.

      Asintiendo con la cabeza, Joe dejó por un momento a Natle tranquila, cargarla con preguntas y nuevas soluciones solo la dejarían exhausta y malhumorada, la conocía tan bien que podía incluso pronosticar cada movimiento suyo.

      El viaje de regreso a casa transcurrió en completo silencio, mientras que la emisora era lo único que aliviaba el tenso silencio, pero Joe hizo lo posible para llegar a casa entre la cena y la hora de acostarse, evitaría todo lo concerniente a discusiones para que Natle estuviera bien.

      Agotada, cerró los ojos y se dejó llevar por el sueño, la canción de fondo I SEE STARS - Calm Snow se repetía una y otra vez en su cabeza, pero de la nada, entre una niebla y una pequeña luz vio el rostro de aquel joven que la obligó a regresar a su cuerpo, ver su imagen era entre borrosa, por más que intentaba verlo de manera nítida, sus ojos no le ayudaban a enfocar a esa persona de manera correcta, él estaba de pie frente a ella, pudiendo ver por primera vez con claridad el color de sus ojos, uno verde y otro azul, el movimiento de sus labios pudo distinguirse y el sonido inconfundible de su voz, áspera, ronca y masculina, prometiendo algo que ni ella misma entendía Te encontraré. Lo prometo, te encontraré.

      ¿Por qué? le cuestionó ella, intentando obtener una respuesta, pero así cómo vino a ella, desapareció ante el sonido dulce de Joe a lo lejos.

      Estacionó el auto, volvió el rostro y logró admirar su tranquilidad por unos minutos, no deseaba agobiarla con sus temores, no deseaba alejarla con ellos, y más con los extraños sueños que comenzó a tener desde hace año y todo lo que podía decir era que la daga de Bendora debía desaparecer de su vista y vida.

      Observó su reloj, era cerca de las diez y media, con una buena excusa de mucho tráfico y estar cansados pudo evitar una discusión con Michel, pero como siempre Gabrielle solo empeoraba las cosas con sus sarcásticos comentarios que no venían al caso ni la conversación. Llevando su mano hacia el hombro de su chica, lo sacudió con delicadeza Natle, despierta cariño. Llegamos.

      Ella se removió inquieta, pero abrió los ojos lentamente Sí, sí. Estoy despierta, despierta bostezó e intentó acomodar su mala postura.

      Claro que sí pero la detuvo unos instante antes de bajar, sostuvo la mano de Natle y le dio un leve apretón —Natle la llamó, obligándola a volverse hacia él No te preocupes, lograremos pasar estos días, sobreviviremos y regresaremos a nuestra rutina.

      —Gracias —Natle se acercó a él, besándolo con fervor, saboreando con ansias ese beso tan sensual. Ambos bajaron del auto, Joe fue por sus cosas y entraron a la casa en completo silencio, sus padres ya estaban en la cama, pero Gabrielle estaba en la sala mirando televisión, en otras palabras esperándolos para arruinarles de cierta manera su noche. Cuando sintió que ellos entraban con cuidado no pudo evitar molestar y hacer comentarios hostiles —Mamá sabe que hicieron el camino tan largo para evitar la cena.

      Natle dio un respingo al escuchar la voz de su hermana, que no hacia ningún intento por mantener la voz baja, más bien hablaba tan fuerte para poder hacer de ello una discusión familiar, pero antes de que Natle pudiera decir algo, Joe intervino cortando lo que podría ser una pelea entre hermanas —Supongo que ese gran comentario y deducción se lo diste sin problema alguno al ponerte a pensar aunque sea una sola vez —murmuró Joe con ironía, su rostro se volvió rojo ante la ira, pero controlo su temperamento que últimamente se volvía más más explosivo —Estamos cansados e iremos a dormir, deberías hacer lo mismo.

      —No soy una chiquilla.

      —Lo eres Gabrielle —afirmó Natle, intentando tomar su bolso, pero Joe se negó, deseaba llevar todo él solo arriba —Tienes solo quince años.

      —Y tú ni cumples los diecisiete para tener un chico en tu habitación, no tienes calidad moral para reprocharme nada hermanita.

      —Hasta mañana —interrumpió Joe la discusión, empujando a Natle a subir y dejar de hablar, ella aceptó a regañadientes esa orden tan vana y subió a su habitación.

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