La herencia maldita. Nathan Burkhard
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Название: La herencia maldita

Автор: Nathan Burkhard

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Ángeles Guardianes

isbn: 9788418616228

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СКАЧАТЬ no decía nada, no era nada comparado con esa abrumadora sensación que no le dejaba respirar, sabía que algo le pasaba a la joven de sus sueños, de aquellos sueños que recordaba de toda la vida, la única que no podía amargarle la existencia y le ofrecía la esperanza de mantener vivo día a día, le daba la voluntad de seguir, de luchar de darle la victoria cada noche, cada pelea, cada día que respiraba y que por alguna extraña razón estaban conectados de una manera inimaginable.

      Para ese joven rubio el sentirla irse era como ir al borde del colapso y la extinción, podía permitírselo, podía hacerlo, irse de ese mundo y descansar pero se negaba a morir sin haberla conocido en carne hueso, se negaba a abandonar el mundo de los humanos sin haberla estrechado entre sus brazos, de haber tocado sus labios y quizás poder saber incluso que ella era real.

      Por alguna razón no la sentía dentro de sí, por alguna razón no podía encontrarla en su interior, ante la búsqueda incesante, ante el dolor presente de aquellos golpes, ella no venía a él como en incontables veces.

      Levantar el rostro ensangrentado y sentir los gritos exigiendo que peleara una batalla la cual por primera vez no podía ganar —No, por favor... No me dejes, te necesito —dijo en un murmullo casi bajo sin importarle los golpes —Regresa a mí —repitió como si ella estuviese junto a él, acto que no pasó desapercibido por Cristiano, verlo murmurar indescifrables cosas.

      ¿Con quién habla? Preguntó Cristiano, pero la pregunta murió con el bullicio de la gente pidiendo más sangre.

       Cómo intentar arrancarla de sus pensamientos si podía verla a cada momento, cada vez que cerraba los ojos la tenía junto a él, pero siempre desaparecía, siempre volvía al lugar donde provenía, su subconsciente, su corazón, al pasado, quizás un futuro, quizás a nada, pero esa noche todo era diferente, la sensación era clara, ella estaba cruzando el umbral de la muerte.

      Inmóvil ante el bullicio de la gente gritando su nombre, los gritos desesperados de su amigo Rule, el joven moreno de ojos verdes le pedía a gritos luchar o o rendirse, nada de ello tenía sentido para Cristiano, el verlo allí sin rendirse, sin dejarse llevar por el dolor, arrodillado en medio del ring en espera de un golpe final, un golpe que marcaría sus victorias con una derrota y que le despojaría de sueños, de su libertad, de él siendo el vencedor.

      Con años y años de victorias, sin derrotas, conocido como Kraken Crunch todo estaba llegando a su fin, y esa pelea era la excepción, era diferente, por algún motivo ese muchacho estaba débil, frágil, algo no estaba bien.

      Cristiano se permitió cerrar los ojos, no podía ver el desenlace de esa escena sangrienta, no podía ver a ese joven rubio caer al suelo por ese golpe final y fatal que marcaría ambas vidas, a él con su muerte prematura, un joven con tanto talento y vida por delante y para sí mismo ver caer su boleto a una mejor vida, ese joven luchador se llevaría su oportunidad, su única y última oportunidad.

      ¡Por favor regresa! rogó una vez más en silencio, pero no era una súplica para sí mismo, estaba cruzando el umbral de la muerte, entre la puerta del final. De un momento a otro, pudo verla, estaba allí junto a él, perfecta con su vestido blanco y sus cabellos sueltos, su chica sin nombre lo había visitado, pudo incluso sentir la caricia de sus dedos sobre su rostro, era el bálsamo que necesitaba —Regresa... Pronto estaré contigo, debes hacerlo —Ella le vio con esos hermosos ojos pardos, dándole una sonrisa conocedora Por favor... No me dejes —suplicó en un grito ronco.

      Deteniéndola al gritar su nombre, un nombre que jamás recordó en su momento, deteniéndola antes de que llegase a la cima del camino, los aromas eran indescifrables, las sensaciones indescriptibles, se sentía leve, dulce y libre, pero al escuchar su nombre, su nombre se sentía claramente en un dulce tono sobre esos labios secos, era agua calmando la sed, era fuego calentando su cuerpo, era vida llegando a su alma, era la fuerza que lo impulsaba en cada pelea —¡Regresa! Debes regresar —le gritó, viéndola detenerse y volviéndose —Te encontraré... Lo prometo, pero debes regresar —dijo con completa adoración, mostrándole quien era en verdad, se detuvo volviendo a nuestro mundo, un mundo que jamás nos perteneció.

      Paralizado encima del ring, con una rodilla en el suelo y otra flexionada esperando que un fornido hombre de tez oscura le dé un gran golpe, el golpe final, rezó para que le reconociera, que viera su marca y se diera cuenta que era él quien le llamaba a la distancia.

      No te rindas susurró ella desapareciendo, sintiendo aún tibia su mano sobre el magullado rostro, como también sentir el gran Nocaut que su oponente le dio, obligándole a cerrar los ojos, escupir su propia sangre y caer en medio del ring, por primera vez había perdido, pero se sentía satisfecho, ya que el sonido dulce de su nombre se sentía aun en sus labios, su caricia aún tibia en su rostro y su voz como un bálsamo curando sus heridas.

      Quizás en ese momento fue que sus caminos se cruzaron, después de tantos años en medio de la oscuridad, ese joven muchacho tenía la oportunidad de poder encontrarla entre la niebla de su pasado y la luz de futuro.

      CAPÍTULO 4:

      LIKE A ROCKSTAR

      La lucha había terminado, el único inconveniente era que no sabía el cómo había llegado a una cama suave, podía sentir su espalda sobre un cómodo y suave colchón, sus manos se cerraron en puños sobre lo que vendrían a ser sábanas, unas sábanas que en su vida podía pagar, parecían seda, incluso no tenía la menor idea de cómo se sentía la seda.

      La lucha había terminado, quizás hace horas, pero con el gran golpe que se llevó en la cara y la cabeza al caer le hizo perder la noción del tiempo y espacio, y de seguro estaba alucinando, cómo entre esos sueños locos verse en una suite de miles de dólares, incluso se permitió burlarse de sí mismo ante ese sueño.

      No tenía ni la remota idea de cómo es que llegó a ese lugar, pero estaba 100 % seguro que todo ello era tan real como el dolor que cubría casi todo su cuerpo. Incluso se permitió pensar que su amigo Rule había hecho un acto de magia al llevarlo a la suite del Four Season de la ciudad, nada comparado con el duro colchón en el que solía dormir, quizás su amigo al verlo sangrando y casi muerto se apiado de su situación dándole aunque sea un sueño de calidad ese día, había conseguido algo para que la dura cama que le acompañaba cada noche fuera reemplazada por una tan suave que podía quedarse allí por algunos días sin temor a levantarme.

      Abrió los ojos muy lentamente, intentando adaptarse a la luz de las inmensas arañas de cristal, pero se obligó a entrecerrar los ojos ante el brusco cambio y repentina luz, cayendo entonces en cuentas, no estaba en su cama, no era un sueño y el dolor de su cuerpo era tan real como el estar allí plácidamente en una cama de miles de dólares.

      Permitiéndose erguirse de la cama con cuidado, notó que no tenía las zapatillas, más solo estaba recostado en la cama con sus bóxers, levantó el rostro y estudió el techo, estudio las paredes y las decoraciones para nada sencillas, la habitación estaba decorada con muebles caros de caoba importada, las paredes tapizadas con colores perla y dorados, la cama era King Size y las sábanas de seda color café, admiró su cuerpo y pudo visualizar el gran hematoma del tamaño de un gran puño sobre su costado derecho, un golpe que lo incapacitaría algunas temporadas de lucha —¡Carajo! —maldijo en voz baja al sentir su piel tensarse alrededor de la herida, dándose cuenta que ni el hielo podría calmar ese dolor punzante, incluso podía tener algunas costillas fracturadas.

      Sin poder soportar más el dolor monumental de cabeza, llevó su mano hacia la frente intentando apretar la zona afectada, sintiéndose pesado y molesto supo que una ducha podría calmar su malestar, y tomarla sin problema alguno si es que esa suite era relativamente suya y no lo culpaban de allanamiento u usurpación.

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