La herencia maldita. Nathan Burkhard
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Название: La herencia maldita

Автор: Nathan Burkhard

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Ángeles Guardianes

isbn: 9788418616228

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СКАЧАТЬ Natle abrió lentamente los ojos, bajó la vista y notó el fuerte brazo rodear su cintura, volviendo un poco el rostro notó a Joe profundamente dormido, intentó quedarse allí, pero no pudo seguir durmiendo, necesitaba un poco de aire, un podo de soledad, deslizándose fuera de la cama, quitó el brazo de Joe y logró zafarse de ese agarre matador, con el mayor de los cuidados caminó de puntillas deslizándose por los pasillos de su casa.

      Aquel sueño le había hecho entender que su mayor temor era perder a su familia, perder a Joe, perderse ella misma en esa nubilosa oscura que Hadeo tanto predecía, nunca estaría preparada para lidiar con la muerte de sus seres queridos, jamás estaría preparada para luchar por un mundo el cual ella no conocía en absoluto más que de historias y cuentos que su guardián había preparado para ella.

      Levantó la mirada y vio cada fotografía en la pared y la mesa del pasillo, las estatuillas de su madre y los floreros con hermosos girasoles, el suelo estaba frío pero no le impidió seguir en su exploración de la mañana.

      Con la primera parada, vio a sus padres con detenimiento, ellos dormían abrazados, tan unidos, era un amor tan puro que traspasaba mucho más que límites y fronteras, eran la pareja perfecta, sabía que Michel era muy dura con ella, pero entendía sus razones, había puesto su mundo al revés en incontables ocasiones y más al no ser su hija, Jonathan era tan dulce y comprensivo que para él no había diferencia. Tenía tanto que agradecer, pero no sabía cómo actuar frente a ellos sin lastimarlos en el proceso, deseaba que estuviesen orgullosos de ella, pero con cada nueva aventura podía ver la decepción en el rostro de Michel y la condescendencia en los ojos de Jonathan, no podía culparlos, querían ser buenos padres. Al verlos, pensó en Joe, y por primera vez en su vida pensó en su futuro, si es que lo tenía, adormecida por las dudas, se preguntó a sí misma ¿Qué pasará con nosotros después? ¿Siempre estaríamos escapando y luchando con Piora? ¿Siempre ocultaríamos nuestros poderes y verdadero ser o habría un límite? ¿Habrá cura para ello? —se abrazó sintiendo el estremecedor escalofrío que cubrió su columna vertebral.

      Tantas interrogantes la llevó a pensar en Gabrielle, aquella muchacha que le trajo tantos problemas pero también era parte de la única familia que le quedaba viva, debía quererla, debía amarla por ser la única que llevaba la sangre de sus padres por sus venas, pero no entendía por qué el odio podía más entre ellas.

      ¿Acaso algo mal pasaba con nosotras dos?

      Visitándole esa madrugada, la puerta estaba entre abierta y se asomó con cuidado, la manera en como abrazaba su almohada, era tan solo una niña comparada consigo, estaba en una de las etapas más difíciles de su vida, pero quien no pasa momentos difíciles.

      Sentirse a la deriva, sin saber que hacer o más bien descubrir una manera de no lastimar a nadie era lo que la consumía día a día. Arropó a su hermana con mucho cariño, se giró para sentarse en el sillón que había a un lado de la cama, sin ninguna otra acción que recordar, recordar el momento en el que se hicieron enemigas. —¿Qué nos sucedió? Acaso siempre fuimos rivales. Gabrielle si tú no me ayudas no podré salir de esto, debes ayudarme a salir de aquí antes que nuestros padres salgan heridos, antes que nosotras salgamos heridas —negó todo con un movimiento de cabeza, olvidar, comenzar y cambiar la rutina de su día y vida, algo que casi era imposible de hacer sin ayuda, cuántas veces deseó ser normal, no estar en medio de batallas que ni ella misma sabía que existían, o más bien que ella no había comenzado, cuántas veces deseó descansar pero para siempre, era un alma vieja en un cuerpo joven.

      ¿Cómo fue que cambiamos tanto? Si fuimos criadas juntas por qué no podíamos vivir en paz, por qué mi vida se convirtió en un laberinto se puso de pie y regresó a su habitación, recostándose en la cama a los brazos de Joe, dejó que los rayos le cegaran, que cada aroma le envolviera, cada sensación adormeciera sus sentidos, que ese cuerpo duro y cálido la envolviera y le permitiera por tan solo un momento olvidar sus miedos, Joe era su ancla y siempre lo sería.

      El bullicio no podía pasar desapercibido en esos momentos, pero podía escuchar a lo lejos voces amortiguadas por las paredes o por siseos obligados a bajar el tono agudo, pero lo que se notaba a kilómetros de distancia era el indudable tono de discusión, frunció el ceño y volvió su rostro para ver a su acompañante de cama, llevándose una decepción, Joe no estaba a su lado y eso era raro, buscó su reloj y pudo notar que era cerca de las seise de la mañana, supo que algo no estaba bien, Joe jamás estaría despierto a esa hora y menos en un fin de semana, lo conocía por ser dormilón y estar sola en la cama a esas horas no era habitual.

      Levantándose con cuidado, abrió la puerta y deslizó su cabeza fuera para ver si alguien se encontraba en el pasillo, pero estaba vacío, se acercó a las escaleras y estuvo a punto de bajar cuando de la nada pudo escuchar la clara discusión. No era la única afectada ante el regreso del primer patriarca demoniaco.

      Joe podía ser tranquilo en ocasiones, podía tener el control de sus emociones, pero en ese momento el control se había ido directamente al garete, el miedo era menos comparado con el dolor de ver el terror en los ojos de Natle, y eso lo llevó a una sola conclusión, Natle estaba siendo azotada por sueños tan reales que no era capaz de poder distinguir la realidad de la ficción y eso solo implicaba que estaba perdiendo la razón y sus poderes. Había decidido arreglar muchas cosas, aclarar de una buena vez todas sus dudas, pero no sabía que embarraría más la situación, verla esa noche asustada y aterrada ante él supo que esa revelación no podía ser buena, él mismo estaba siendo perseguido por sueños sangrientos y emociones difusas.

      —Sé que ustedes son sus padres adoptivos y tratan de velar por su seguridad, pero no lo está, no desde que peleamos en los infiernos y necesitamos respuestas, Miaka debe decirnos las consecuencias de esa posesión, debe decirnos que involucra el regreso de Hadeo al mundo exigió explicaciones a ambos padres Señor Sullivan debe decirnos, los dolores de cabeza, su manera explosiva de cambiar, ya no es la misma. Ya no es la misma chica que conocí y temo perderla apretó involuntariamente la mandíbula.

      —No tenemos respuestas Joe, Miaka simplemente se niega a responder, si es decisión suya guardar algún secreto tiene derecho, es una promesa que le hizo a sus verdaderos padres y no podemos obligarle a romperla.

      ¿¡Secreto!? Dijo exaltado Me está diciendo que Miaka guarda más cosas sobre nosotros no podía creer lo que escuchaba, la vida que nos habían contado quizás era una absurda mentira.

      Joe por favor, Miaka tendrá sus razones, no podemos obligarle afirmó Michel.

      Debe decirnos la verdad, la verdad sobre todo, tiene que decirnos, tenemos derecho, hace un año las cosas parecían normales, pero de pronto todo cambio, la llegada de Piora y Hadeo no solo dio un giro inesperado a nuestras vidas, nos arrancó de la realidad dañándonos, está matando a Natle lentamente y ustedes son lo verdaderamente estúpidos en dejar que su hija este liando con todo sola.

      —Cuida tus palabras jovencito —inquirió Michel molesta ante las insinuaciones de Joe.

      Él tan solo soltó una risa que no llegó a sus ojos —Discúlpenme por ser tan directo, pero a usted señora le importa un rábano lo que le suceda a Natle. Usted ni se da cuenta que Gabrielle la utiliza como su propio saco de boxeo indagó él desdeñoso.

      Es algo que no te incumbe, podrás ser el novio de Natle, podrás ser de su especie, pero no te permitiré levantó el dedo índice amenazadoramente, mientras que la mirada de Michel era sostenida por la del joven enamorado.

      Basta Michel le llamó la atención Jonathan tomando la mano de su esposa y obligándole a bajar la mano Tiene razón, sabes que Joe tiene toda la razón.

      Michel volvió el rostro hacia su esposo, lanzándole una mirada más que amenazadora, era una ligera advertencia СКАЧАТЬ