La herencia maldita. Nathan Burkhard
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Название: La herencia maldita

Автор: Nathan Burkhard

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Ángeles Guardianes

isbn: 9788418616228

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СКАЧАТЬ pisó el suelo extrañamente afelpado y caminó a pasos lentos hacia la puerta que supuestamente podría ser el baño, y no estaba equivocado, al abrir la puerta se topó con una gran ducha, toallas blancas por doquier exquisitamente ordenadas, y un espejo que podía mostrarle sin miedo alguno sus hematomas recientemente adquiridos.

      Intentado erguirse aulló de dolor, obligando a su cuerpo a tensarse una vez más, se apoyó en el lavado, ya que sus piernas comenzaron a flaquear, levantó el rostro y pudo admirarse en el espejo, su figura desalineada, su rostro ensangrentado, su labio partido, un ojo morado y alguno que otro hematoma en todo el cuerpo, además de los cabellos endurecidos por su propia sangre y sudor, teñidos casi de oscuro ante la mugre del polvo y la suciedad de la pelea.

      Se llevó ambas manos al rostro, sentirse relajado no era lo suyo, pero en ese instante sin saber dónde diablos estaba, relajarse no era una opción, se volvió hacia la ducha, intentó no estirar sus músculos, así que llevó una de sus manos hacia su lado derecho, apretándolo para poder así alcanzar la llave de la ducha, abriéndola y dejando que el agua saliera, probó la temperatura del agua con su mano, se despojó de manera lenta de sus bóxer y entró, dejando que sus músculos no se tensaran ante la temperatura del agua, necesitaba esa ducha, necesitaba que el dolor pasara.

      Dejando que el agua caliente queme cada parte de su cuerpo, cada músculo adolorido por esa lucha, apegando sus manos al azulejo, dejó caer su cabeza sobre sus hombros, permitiendo que el agua fluya, cerró los ojos y se permitió por una fracción de segundo pensar en ella, tenerla allí con él ya que de alguna forma esa noche era especial, no todos los días podía disfrutar de una paliza monumental, de verla a su lado y tener una suite a su disposición.

      Sus cabellos castaños, sus ojos pardos, su boca rosada, era la misma chica sin nombre que martirizaba cada sueño, no importaba a qué hora del día o de la noche, pero esa visión de ella había sido diferente, se estaba convirtiendo en su obsesión, pero lamentablemente no podía salir de esa vida. Amargo con aquella situación desesperante, llevó sus manos hacia su rostro peinando sus cabellos mojados hacia atrás, tomó uno de los jabones de tocador quitándose las manchas de sangre, polvo y sudor de la piel, sintiendo el aroma a menta y madera, de alguna forma pensar en esa chica siempre lograba sacarlo de sus casillas ya que era ilógico pensar y estar enamorado de un fantasma, de una visión de un sueño.

      Aquella chica le daba la fuerza en cada pelea, le daba un inició a algo, pero jamás le daba un final completo de su vida, vivía por vivir, respiraba porque simplemente lo necesitaba y tenía corazón pero este dejó de sentir desde hace mucho tiempo.

      CAPÍTULO 5

      COLDER

      Los gritos eran abrumadores, sin camisa mostrando la marca de su hombro izquierdo con su nombre, la marca de su especie, descalzo, su cuerpo totalmente macizo, mientras que golpear con violencia a su oponente con potentes puñetazos y patadas aún eran más temibles que las acostumbradas, pero ese día su cuerpo no respondía.

      Sus piernas se extendieron, mientras que sus brazos se flexionaron para otro golpe, con los puños vendados, las extremidades descargando golpes descontrolados sin piedad, con gruñidos, con sonidos de golpes, estaba cansado de llevar esa vida, y recordar cada momento de esa lucha no lo llevaba a nada, más que a la frustración de haberse dejado golpear hasta casi quedar inconsciente.

      Abrió los ojos y se vio en la ducha, el agua seguía corriendo sobre su cuerpo, estaba casi hirviendo pero aun así el calor no traspasaba su piel, sus músculos, sus nervios, estaba entumido por el miedo, el miedo que tenía de haberla perdido. La chica de sus sueños había estado en peligro, pero aun así podía sentir su corazón palpitar de nuevo.

      Llevándose ambas manos hacia su cabeza, logró deshacerse de las gotas de agua que empañaban su visión, pero en ese breve instante podía verla, podía reconocerla incluso en la distancia, dando un suspiro, salió de la ducha, envolviéndose una toalla sobre las caderas, hizo su camino fuera de la ducha, acercándose al espejo y quitando con la mano el vaho impregnado en su reflejo, viéndose por primera vez, aquellos colores inusuales de sus ojos, uno azul y otro verde, sus cabellos habían crecido tanto que necesitaba un buen corte, los moretones de su rostro, el gran corte en su ceja izquierda y el labio partido y ni que hablar del gran hematoma del porte de un puño en su costados y su marca distintiva sobre su clavícula con su nombre escrito, ese era él, el fenómeno que creía ser, al cual abandonaron en una calle siendo tan solo un bebé recién nacido.

      Con un suspiro, giró sobre sus talones, abrió la puerta y salió del baño, pero su cuerpo se paralizó al ver a un hombre apuesto, elegantemente vestido con un traje color blanco, se podía apreciar los detalles costosos de la costura de ese traje, los zapatos negros y esos gemelos de oro que podían relucir ante el brillo de la luz de la habitación, Oriholp apretó la mandíbula, sentirse observando era enervante para él, sobre todo por haber crecido en medio del ring y ser expuesto de esa manera nunca le gusto.

      —Por fin despertaste —dijo, estaba plácidamente sentado en la otomana con la pierna cruzada y las manos sobre su regazo, sentado tan elegantemente que Oriholp sintió cierta desconfianza.

      —Sí, no es fácil estar despierto cuando te noquean —mordió su mejilla interna —¿Cómo llegué aquí? preguntó sin inmutarse de su tono hostil.

      Cristiano hizo un rictus con la boca imposible de descifrar —Tu amigo Rule se preocupó mucho por ti, así que vio que era mejor que te trajera conmigo a quedarte allí en ese agujero por horas hasta ver que sucedía, el doctor que te reviso dijo que estabas bien, así que estas temporalmente fuera de peligro.

      —Vaya —asintió con la cabeza, no entendía por qué estaba allí.

      Cristiano supo al instante que ese chico podía ser su hijo, tenía los cabellos de su esposa, tenía algunas facciones del rostro incluso, pero verlo allí de pie resistiendo una golpiza más que monumental le dio la prueba irrefutable que ese chico no era mortal y que Piora, su nuevo amo, necesitaba a ese chico con algún fin macabro, al cual no era de su incumbencia meterse tras su pacto.

      Incluso esa fuerza y ese magnetismo poderoso podía olfatearse a kilómetros a la redonda, Oriholp, frunció el ceño, enojado ante el escrutinio levantó el rostro con altanería y no dudo en responder de manera sarcástica, llena de humor negro, levantó la barbilla con prepotencia y se permitió insultarlo en ruso —Ey... vashe ... idiot ty vidish' menya —al ver la extrañes del sujeto hablo de nuevo —Oye… Tú… idiota que me ves… ya que no entiendes ruso ¿Qué idioma hablas?

      —Hablo muchos. Menos ruso, así que me limitare a hablar como gente civilizada —se puso de pie, poniendo sus manos en sus bolsillos tratando de no arrugar su perfecto traje de diseñador, para acercarse —¡Oriholp! ¿Cierto?

      Frunció el ceño, no sabía cómo responder a ello. —Veo que no eres tonto —cruzó sus brazos sobre su pecho, era una típica manera suya de protegerse —¿Qué buscas?

      —En situaciones como esta, siempre un gracias no va de más —respondió el elegante hombre enarcando las cejas, imitando su postura —Mi nombre es Cristiano Pschillzer.

      —¿Siempre eres un buen samaritano? —inclinó la cabeza, intentando buscar alguna señal de mentira en sus ojos, pero estaba tan plácidamente tranquilo, que incluso eso lograba ponerlo nervioso.

      —No temas muchacho.

      —¿Temerte? Viejo veo que no me viste en acción.

      —Solo vi a un jovencillo torpe ser golpeado hasta casi morir.

      —¿Torpe? СКАЧАТЬ