La herencia maldita. Nathan Burkhard
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Название: La herencia maldita

Автор: Nathan Burkhard

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Ángeles Guardianes

isbn: 9788418616228

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      Gabrielle trataba de recapacitar y recuperarse, preparó la ropa de su hermana, tomó su celular en manos y marcó el número de Philip, deseaba por un momento tenerlo cerca, no podía evitar sentir algo por él, aunque pensaba que solo era un sustituto ante el rechazo de Joe.

      —¡Hola, Philip!

      —¿¡Gabrielle!? —respondió detrás del teléfono ¿Qué necesitas?

      —Necesito tu ayuda —fue la primera vez que Gabrielle lloró tanto y pidió ayuda.

      —¿Qué sucedió? ¿Estás bien? —Su tono cambio preocupándose por ella.

      —Por favor ven ¡Te necesito!

      —Iré enseguida, lo más rápido posible, pero dime ¿Qué pasó?

      —Mi abuelo... —se detuvo por unos segundos tratando de creer lo que diría —Falleció.

      —¡Dios! —Se sorprendió quedando sin habla durante unos segundos, logrando reponerse a la respuesta de Gabrielle —¡Estaré allí en quince minutos!

      —Está bien —y colgó, aunque trataba de ser fuerte y no sollozar, no pudo evitar derramar más lágrimas, mordiendo su mano para no hacer ruido.

      El baño fue lento, tomó su vestido negro y chaqueta, vistiéndose, no sabían qué iba a pasar después, sus padres no llamaron, no avisaron nada, su vida estaba cambiando, habían dado un giro extraordinario era un mundo paralelo para todos, incluyendo para Natle, quien fue la más afectada tras la muerte de su abuelo.

      Volviéndose hacia su propio reflejo, tocó el vidrio observándose a sí misma, no era nada de lo que solía ser hace tan pocas horas, trataba de encontrar un mundo paralelo, haciéndose preguntas tontas, además de imaginar cosas que no venían al caso, estaba sufriendo, estaba a punto de enloquecer.

      Tomando una de las decisiones más fuertes y difíciles de su vida, buscar la manera de alejarse de Joe, de su familia y de esa vida tan miserable que me había tocado vivir. Hasta el punto de hablar sola por un momento frente al espejo que había junto a su ventana —Mi sangre, mi vida, cada gota de ellas. Le pertenece. Sé que regresará y por fin podrá destruirme. Mis miedos le alimentan, le dan más fuerza y el peor de mis miedos, el alimento que le podrá traer nuevamente a la vida será la muerte de Joe. Ya me ha quitado mis poderes, mi vida de ángel y mi familia, lo último que falta es Joe, él es el último en su lista, si no me alejo de él lo perderé como estoy perdiendo mi alma a pedazos.

      Ambos, ángel y guardián esperaban que ambas muchachas bajaran, de un momento a otro el timbre de la puerta interrumpió sus pensamientos, Joe se volvió para ver al gato extrañado —¿Esperas a alguien?

      —Como si conociera aquí a muchos ¡Solo abre la puerta! —el gato se levantó caminando por la casa, pasando por el pasillo observando a ambas hermanas observarse al espejo, quien diría que con la muerte de un ser querido una familia puede destruirse, puede derribarse, cayendo sin poder levantarse.

      Era lo que yo sentía en ese momento, me hundía en un pozo sin tener salida, no encontraba la mano que me ayudaría a salir, un círculo vicioso de dolor y pena estaba rodeándome, por más que estaba rodeado de gente de mi especie, me sentía claustrofóbico de tan solo pensar que debía pasar allí una corta temporada, pero la sensación de vacío me dejó atormentado, sabía a ciencia exacta que ella estaba sufriendo, pero no sabía su motivo.

      Miaka sabia las consecuencias que traería, recordando a su vez al abuelo era la persona más buena que encontró en su camino, era su mejor amigo, pero ese día él se había ido. Todo era tan lento en casa, todos estaban caminando lento, con miradas bajas y lágrimas derramadas, gargantas sin voz y cuerpos sin vida, ellos eran marionetas de la situación, controlados por los adultos quienes tenían otra percepción de su pena.

      Apretó la mandíbula y se apresuró, nunca le había agradado ese gato atrevido y altanero, y el sentimiento era mutuo, Miaka solo pensaba que él era un instrumento del destino para llegar a un objetivo, mientras que Joe pensaba que Miaka era un tigre que solo se regía de normas y reglas antiguas para seguir un fin absurdo en una época distinta a la que el mismo vivió —¡Maldito gato! —Se acercó a la puerta principal, la abrió y jamás pensó ver a Philip de pie —¿Philip? ¿Qué haces aquí? —su rostro se desencajo por una cuestión de segundos, no era que odiara a Philip pero tras su confesión pasada, solo lograba verlo como una amenaza en su relación, si es que aún seguía en una relación con Natle.

      —Gabrielle, me llamó —alargó su mano, estrechando la de Joe —Lo siento en verdad —se dieron un abrazo, palmeando sus espaldas.

      —No pensamos que esto sucedería. No sabía que estaba incluso enfermo.

      —¡Dios! —Aspiró una gran bocanada de aire —Natle debe estar destrozada, ella siempre pasaba tiempo con sus abuelos.

      Joe de pronto se sintió celoso, sabía muy bien que Philip tuvo un corto enamoramiento por Natle hasta que las cosas se salieron de control hace años con la muerte de Ethan —Sí… Mi novia está sumamente destrozada, necesitará mucho apoyo en esta fase escolar.

      —Lo bueno es que tiene amigos con quien podrá hablar.

      —Mientras me tenga a mí a su lado, creo que eso bastara —fue directo, no le agrada la actitud de Philip con Natle y mucho menos cuando Gabrielle había sido quien lo había invitado, pero era de suponer que lo había hecho con doble intensión, molestarlo.

      —¡Joe! Yo solo te pido que... —guardo silenció al ver a Gabrielle bajar por las escaleras, prácticamente se hecho a sus brazos, llorando desconsoladamente la pérdida de su abuelo.

      Miaka saltó a la cama de Natle, quien aún se veía al espejo, ojos rojos y llorosos, mejillas pálidas y la boca seca, todo había sido borrado en un abrir y cerrar de ojos —¡Cariño! Creo que deberías bajar, Joe ya está abajo, con Philip y Gabrielle.

      —Gabrielle solo quiso molestar a Joe esta tarde —negó con la cabeza y cerró momentáneamente los ojos, no sabía en qué pensaba su hermana.

      —No es de suponer que Joe no puede a Philip, bueno mi sentimiento hacia él también es recíproco.

      —Para ti siempre todo será reciproco —Natle no escuchó las críticas y comentarios, giró sobre sus talones y bajó reuniéndose con las visitas, tomando la barandilla con máximo esfuerzo, vacilando por un momento si era necesario bajar, pero entonces Joe levantó la vista y la vio.

      —¡Natle! —Fue hacia ella, extendiendo su mano para ayudarle a bajar, estrechándola entre sus brazos y susurrándole al oído —Está bien. Lo prometo, estarás bien.

      Ella no contesto, solo hizo un esfuerzo para poder apartarlo sin que los presentes se dieran cuenta del desaire, Joe murmuró para su adentros una violenta imprecación, al mismo tiempo que su móvil sonaba dentro de su bolsillo de la chaqueta, sacándolo, contestó, solo para recibir indicaciones.

      —No se preocupen —Natle logró escuchar —Yo les diré —sin más colgó, volviendo a guardar el móvil en su bolsillo.

      —¿Quién es? —Preguntó ella —¿Cambiaste de móvil?

      —Tus padres, quieren que les llevemos al West Laurel Hill Cemetery, ¡Allí estarán! bajó la vista al móvil y trató de no sonreír ante la ironía Sí, es nuevo.

      —No СКАЧАТЬ