La herencia maldita. Nathan Burkhard
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Название: La herencia maldita

Автор: Nathan Burkhard

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Ángeles Guardianes

isbn: 9788418616228

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СКАЧАТЬ de la lluvia, del viento y el rugido feroz de la propia moto.

      El regreso fue más rápido de lo usual, el ir a Manhattan les llevó un tiempo estimado de una hora con cuarenta minutos, pero su regreso fue hecho en una hora y quince minutos dado que la pista estaba mojada, el trafico nulo, los peajes estaban vacíos y las calles menos transitadas, así que su regreso fue rápido, pero la desesperación de Natle se acrecentaba más al estar más cerca de la casa.

      Un extraño estremecimiento estaba apropiándose de su cuerpo.

      —A la casa de tus abuelos ¿Cierto? —preguntó siguiendo por la avenida

      —Sí —logró distinguir su calle, a unos cuantas manzanas de distancia se percató de una patrulla y una ambulancia estacionadas, no quería apresurarse a sacar conclusiones ante lo lejos que estaba, pero algo le decía que era la casa de su abuelo —Joe, acelera.

      —Tranquila, puede ser la casa de tu vecina —trató de calmarla, pero Natle era demasiado testaruda, siempre lo era.

      —Acelera, solo acelera.

      —No lo haré, trata de calmarte —le pidió él, a lo que no hizo caso. Joe se acercó más y al ver que en efecto era la casa de los abuelos de su novia, supo que allí la perdería para siempre, estacionó a unos cuantos metros de la casa, la vio bajar de la motocicleta en un abrir y cerrar de ojos, siguiéndola no le permitió continuar, le asió el brazo deteniéndola con una brusquedad que lo asusto incluso a él por la fuerza de su agarre —¡Espera!

      La reacción atávica de su novia no le fue indiferente, con el corazón latiéndole con fuerza, alzó la cabeza enfrentándole —Suéltame, necesito ir —con un movimiento se zafó de la brusquedad de su mano, corriendo hacia la casa.

      —¡Natle! —La llamó, pero no hizo caso alguno —¡Mierda! —maldijo en voz alta, estaba a pocos minutos de perder la cabeza, la lluvia mojando sus cuerpos, sus cabellos goteando y sus rostros carentes de expresión, se desataría el caos para ambos.

      Natle se detuvo frente a su familia, sus rostros desencajados, sus ojos fijos en su padre, negó efusivamente con la cabeza —¡No! —sus labios se abrieron pero ninguna frase fue articulada.

      —Lo siento Natle, lo siento —Jonathan limpió con su mano las lágrimas que surcaban sus propias mejillas —Por favor... —quiso acercarse a ella, pero Natle no se lo permitió, retrocedió y miró fijamente hacia la puerta, sin saber qué hacer en esos instantes, se adentró a la casa sin importarle las claras advertencias de la policía y de los paramédicos que estaban ya listos para sacar el cuerpo de Michael, estaba ya por entrar al estudio, su corazón golpeaba su pecho con una fuerza inexplicable, pero de la nada unos poderosos brazos la sujetaron de la cintura, levantándola y tratando de detenerla en el proceso —¡Natle! No por favor, no te hagas daño, no te hagas ya más daño.

      —¡Déjame! —Gritó, luchando por zafarse de ese poderoso agarre, mientras que sus lágrimas surcaban sus mejillas y sus labios aguantaban la furia contenía —¡Déjame! —de la nada sus ojos emanaron un brillo y una fuerza invisible y poderosa despojó de su fuerza a Joe lanzándolo contra la pared, Natle se sintió libre de ese agarre asfixiante cayendo al suelo de rodillas, levantándose con la respiración entrecortada corrió hacia su abuelo, en el proceso un policía quiso detenerla, pero lo esquivo logrando entrar y lo que vio logró empujarla a un lugar más oscuro del que Hades incluso la hubiese llevado.

      Joe intentó recuperar el aire perdido, sintió como un duro golpe se asentaba sobre sus costillas hasta el punto de arrebatarle momentáneamente la respiración, aturdido por el gran golpe la buscó con la mirada y se levantó de inmediato recuperándose, sujetando sus costillas dio unos pasos hacia adelante, viéndola en el suelo.

      Natle se acercó al cuerpo inerte de su abuelo, cayendo de rodillas en un golpe seco, sus temblorosos dedos tocaron el frío rostro de Michael, sus ojos brillantes en rebosante lágrimas, mientras que sus labios secos ante la sensación, no supo que hacer, más que tomar el cuerpo de su abuelo entre sus brazos y estrecharlo con fuerza, no entendía que había sucedido, lo había dejado bien, ella lo había dejado bien.

      Para él verla en ese estado fue frustrante, la vio caminar sin que nada importara, pero verla caer de rodillas, tomar el cuerpo de su abuelo y abrazarlo fue lo que lo asusto, había sentido la fuerza que lo impulso a soltarla, el duro golpe de magia lo había dejado tan confundido que pensó que una bomba había explotado sobre su pecho, pero cuando se dio cuenta, Natle era la única que estaba a su alrededor en ese momento, sin dejar de sostener su costado, intentó acercarse a ella, mientras que un policía le pedía a Joe que la sacara de allí Sácala de aquí muchacho.

      —Un minuto por favor, por favor —suplicó pidiéndole que la dejase tan solo unos minutos, volviendo a ella le suplicó con el máximo de los cuidados, no necesitaba que los mortales fueran testigo de la magia descontrolada de una adolescente —Natle por favor, estás haciéndote daño, debes dejar que se lo lleven —sostuvo su hombro a lo que fue un grave error, los paramédicos ya estaban en la puerta listos a poder levantar el cadáver, de pronto Natle apretó los dientes y de un momento a otro gritó.

      Gritó hasta quedar ronca, hasta que algo en su interior se desatara sin miedo a mostrarse —¡NO! —la intensidad de sus gritos hicieron vibrar los muros de la casa, las ventanas de toda la propiedad vibraron ante la fuerza de su voz, ante la fuerza de su dolor, de un momento a otro los cristales se rompieron en miles de pedazos, desatando una lluvia de vidrios, gritos y dolor alrededor de ella, las personas presentes se agacharon, mientras que Joe se cubrió el rostro con su codo ante la fuerza de las explosiones, nunca sintió una magia tan poderosa, pero también oscura, algo en su interior le decía que la muchacha que tenía enfrente no era la Natle que conoció hace una año atrás.

      Un viento frío se apodero de su cuerpo, fue entonces cuando abrió los ojos y estos cambiaron a esferas color guinda, como si el fuego surgiera de ellos, algo estaba saliendo fuera de control, la temperatura se elevó considerablemente en la habitación, pero antes de que algo malo pasara, unas poderosas manos la alzaron y sacaron de allí, arrancándola del suelo y del lugar, le habían arrebatado una parte de su cuerpo, de su corazón y de su alma misma —¡NO! ¡DÉJENME! ¡SUÉLTENME!

      Las poderosas manos de Joe fueron las únicas que tomaron el valor de arrancarla de esa habitación —¡Natle! ¡Natle! Por favor tranquilízate —le rogaba mientras que la casa vibraba, las puertas y ventanas emitían crujidos que ni él mismo podía explicar.

      Cuando paso por el gran espejo de la entrada, Joe notó el cambio radical del color de sus ojos, en ellos no existía compasión, bondad, solo dolor y resentimiento —¿Tus ojos? —inquirió él, mientras su mirada se clavó en esa nueva Natle, en ese reflejo que no conocía.

      Sin desear escuchar palabra alguna, creó una barrera entre su mente y su cuerpo que la obligaba a luchar, trató de zafarse de los poderosos brazos que la sujetaban, pero no podía, luchó, peleó para poder soltarse, no se rindió, la lluvia había intensificado su ritmo, la brisa hacia volar sus cabellos, además de las miradas clavadas en ella, levantó la vista hacia el cielo, ni ella misma logro entender cómo logró zafarse de aquella mano, empujándolo con todas sus fuerzas y echando a correr hacia la dirección opuesta.

      Su madre la llamó a la distancia, su padre comenzó a ir tras ella, Joe trató de alcanzarla, pero Natle le llevó cierta ventaja.

      Sus lágrimas nublaban su visión, la niebla espesa que se aproximaban solo hizo mella en su visión, con la mayor de sus fuerzas se echó a correr, con las piernas temblorosas, la desesperación y el corazón en un puño, sin importarle nada, siguió corriendo sin mirar a donde iba.

      Joe СКАЧАТЬ