La herencia maldita. Nathan Burkhard
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Название: La herencia maldita

Автор: Nathan Burkhard

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Ángeles Guardianes

isbn: 9788418616228

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СКАЧАТЬ casco, pero cada vez más era difícil ante la extraña neblina que cubrió la ciudad —¡Maldición, Natle! —juró por lo alto, pasó por las avenidas más próximas, pero su búsqueda no estaba dando resultados, en lo absoluto.

      Despertando de su trance, Natle se encontró en medio de la neblina y la confusión, elevó el rostro al cielo y dejó que las gotas de lluvia mojaran su rostro y de la nada vio los faros de un auto que estaba aproximándose a velocidad, sin saber qué hacer, se quedó paralizada con la mirada fija a los faros como un venado encantado por el brillo de sus luces, sin mover un solo músculo y ni que hablar de hacer un intento por moverse, el claxon del auto sonaba sin parar, advirtiéndole que le era imposible parar, tomando aire y llenando sus pulmones cerró los ojos y espero.

      La autopista estaba cerca, estacionó en un lado y trató de ver más allá, bajó de su motocicleta, volviendo el rostro viéndola a la distancia, de pie ante lo inevitable, esperando su prematura muerte —¡NATLE! —gritó, tratando de advertirle, pero sabía que no habría tiempo para quitarse de en medio, sin importarle ser visto, desplazó sus alas y arriesgándose a volar bajo, a caer y herirse en el proceso, emprendió vuelo. No supo cómo es que logró sostenerla de la cintura y arrancarla de la autopista, sacándola de allí en un santiamén, pero no pudo elevarse a tiempo, pasando entre los autos que iban por la carretera, cayeron a un lado, llevándose consigo la valla de seguridad y sobre todo llevándose varias heridas en el proceso.

      Dio un gemido ronco ante el dolor que golpeó su espalda, sin soltarla cayeron entre un charco de agua, tierra y pasto —¡Demonios! —Gimió de dolor, con la respiración entrecortada y las fosas nasales dilatas, jamás en su vida tuvo que hacer acrobacias —¡Dios! ¿Estás bien? —le preguntó mordiendo su labio inferior ante el dolor agudo que se esparcía rápidamente.

      Levantándose de su lado, Natle no estuvo consciente del peligro del cual Joe fue parte, tan solo se separó de él, esquiva y enojada —No tuviste que hacer eso.

      Joe se levantó lentamente, intentando dejar a un lado ese dolor punzante, en el proceso tuvo que apoyarse sobre sus rodillas mientras que el dolor lo doblaba —¿Eso es todo lo que puedes decir? —Su mano intentó calmar el dolor de su brazo derecho —Casi nos matan, no solo a ti, a mí también ¿Acaso no te importa nada de eso?

      —Solo quiero que me dejes en paz —cerró los ojos intentando no tener una discusión.

      —Vámonos de aquí. Están a punto de vernos —le asió el brazo, ella trató de luchar, pero lo único que logró de parte de él era que le gritara con una furia que ya no podía ser contenida —¡Quédate quieta! —Se llevó la mano libre hacia el hombro —¡Maldición! Si deseas matarte no impliques a tantos.

      —Nadie te dijo que fueses un héroe —le reclamó ella.

      —No quería ver a mi novia hecha mierda en aquella pista —señaló de manera brusca la autopista, sujetándola con fuerza la atrajo hacia su cuerpo magullado, extendió sus alas, cubriéndolos a ambos, lograron desaparecer antes de ser vistos por alguien más, sin darse cuenta, que todo quedo filmado por un jovencillo, exponiéndonos.

      Llevándola a casa, apareció en medio de la sala vacía entre la oscuridad de la extraña ya tarde, guardó las alas, llevándose una mano al hombro adolorido —¿En qué pensabas, Natle? —le llamó la atención ¿En qué mierda pensabas?

      —Solo en correr y escapar —gritó ella.

      —No podrás hacerlo —intentó acercarse.

      —¡Exacto! No puedo escapar de que tú seas quien clave una daga en mi pecho —le espetó ella, ante aquellas palabras, Joe no pudo articular palabra alguna, su expresión y voz se volvieron planas de repente.

      —No sabes de qué hablas —se defendió.

      Joe no sintió la bofetada pero el ímpetu del golpe hizo que diera vuelta a su rostro, llevándose la mano a la mejilla, no ignoró las ardientes lágrimas de la muchacha que intentó volver a golpearlo, pero Joe asió sus muñecas deteniendo sus golpes.

      —¿Por qué me detuviste? Debiste dejarme, yo no te pedí ayuda.

      —¡Ok! Muy bien, morir arrollada por un auto, es épico. Qué valiente de tu parte, siempre eres tan melodramática, acéptalo, acéptalo una vez en tu vida Natle, siempre piensas salir de tus problemas escapando o suicidándote ¡Eres tan cobarde por el amor de Dios! —ambos gritaban sin control —¡Madura, maldita sea!

      —No me hables de Dios, no me hables de él, porque no existe, Dios no tenía derecho a quitármelo, tan solo quería que este conmigo muchos años más, no se merecía esa muerte. ¡Lo odio! Soy un ángel, un maldito ángel, pero no puedo salvar a mi familia trató de tomar aire, pero no podía estaba sintiéndose asfixiada Quiero que me dejes. Quiero que dejes de tratarme como si fuera tu maldita hermana, si quisiera una niñera llamaría a otra persona menos a ti —le reprochó como si fuese el culpable. Y él también estaba exasperado por su actitud, en otras palabras ambos desean discutir, era una forma de mitigar ese dolor desgarrador. Natle alejarse de él para siempre, encontrar un motivo y él buscaba un motivo para estar cerca, un motivo aún más fuerte para no separase.

      Joe perdió la poca paciencia que le tenía, estaba frenético y listo para discutir de verdad y cuando se enojaba no era del todo caballeroso —¡No! ¡Nunca! Jamás te dejaré, por la simple razón que te amo demasiado para dejar que te hagas daño —la estrechó contra sus brazos, sujetó sus muñecas contra su pecho evitando más golpes de su parte, era tanta su frustración, que ambos cayeron de rodillas, él sin soltarla y ella aferrándose a las solapas de su chaqueta. —¡Por favor Natle! Dejemos de hacernos daño, deja de hacerte más daño —ambos lloraban, ambos habían perdido a un gran padre, abuelo y amigo.

      —¿Por qué? Solo quiero una respuesta, solo quiero saber ¿Por qué me lo quito? No es justo Joe. No es justo —le abrazaba con tanta fuerza, sintiendo su corazón en su oído —No quiero morir. No quiero morir. No quiero morir.

      —¡No morirás! No dejaré que te pase nada —le prometió.

      Sin saber de dónde saco la fuerza para decírselo, tomó una dura decisión —¡Joe! Quiero que te alejes de mí. Por favor —le suplicó No quiero tenerte cerca, no más.

      —Sabes bien que no fue por Dios, sabes bien que pagamos los errores de nuestros padres con lo que más queremos, uno paga sus pecados con lo que más quiere en la vida, nosotros pagamos por culpa de nuestros padres ¡Natle! Eso debes entender, eso debes entender, no somos lo que nos mostraron, no somos libres —seguía abrazándole, demostrándole su amor y su apoyo —Pero no me pidas eso, es lo único que te pido, te lo imploro, Natle.

      Eran tantas sus lágrimas que su cabeza iba a reventar de tanta tensión, se sentía peor que antes, se sentía que era basura, una fracasada sin arte y parte, simplemente un maldito punto en medio de tanta crueldad.

      Se aferró a él como nunca, tomando su camiseta mojada entre sus puños, tanta era su fuerza que sus nudillos estaban blancos, incrustando sus uñas entre su camiseta, su mano y su piel, con tal de no quedarme sola, decidiendo que ese sería el último abrazo que le diera en su vida.

      —¡Natle!

      —Solo vete, solo vete y déjame sola —le respondió alejándolo con brusquedad de su lado.

      —No lo hare, no te dejaré —la ayudó a levantarse del suelo —¡Levántate! Vamos, no hagas que te levante —sin hacerle caso, le tomó de los brazos levantándole con delicadeza, estaba muerta en vida, СКАЧАТЬ