Название: Lady Hattie y la Bestia
Автор: Sarah MacLean
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Los bastardos Bareknuckle
isbn: 9788412316704
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—No le he pedido uno. Le he pedido que me ofreciera uno. Lo que es totalmente diferente. —Otra sonrisa.
Era increíblemente frustrante. Y fascinante. Pero no tenía tiempo para sentirse fascinado por ella.
Devolvió los caramelos al bolsillo, tratando de concentrarse en el limón, un agrio y dulce placer, uno de los pocos que se permitía. Tratando de ignorar el hecho de que no era limón lo que deseaba en ese momento. Tratando de no pensar en las almendras.
Necesitaba información de esa mujer. Y eso era todo. Ella sabía quién estaba atacando a sus hombres, quién estaba robando su mercancía; podía confirmar la identidad de su enemigo. Y él haría lo que fuera necesario para que ella hablara…
—¿No va a decirme que me equivoco? —preguntó.
—¿Qué se equivoca sobre qué?
—Que me equivoco al querer… —Se alejó por un momento, y un hilo de frío miedo atravesó a Whit mientras sopesaba la posibilidad de que ella lo dijera de nuevo. Cualquier hombre hubiera querido llenar el espacio entre esas dos minúsculas letras con una veintena de cosas sucias— … explorar.
Dios mío. Eso era peor.
—No voy a decirle que se equivoca.
—¿Por qué?
No tenía ni idea de por qué lo había dicho. No debería haberlo dicho. Debió dejarla allí, en aquella habitación y seguirla a casa y esperar a que revelara lo que sabía. Porque no había manera de que esa mujer guardara bien los secretos. Era demasiado sincera. Lo suficientemente sincera como para causar problemas. Pero lo dijo de todas formas.
—Porque debería explorar. Debería explorar cada centímetro de sí misma y cada centímetro de su placer y fijar el rumbo de su futuro.
Ella abrió los labios cuando él se le acercó diciendo todo lo que no había ofrecido a otra en otra época. En toda la vida.
Él se acercó y levantó las manos lentamente, permitiendo que ella viera su movimiento. Dándole tiempo para detenerlo. Al ver que no lo hizo, le quitó la máscara revelando sus grandes y oscuros ojos delineados con kohl.
—Pero no debería contratar a Nelson.
¿Qué estaba haciendo?
Era la única opción.
«Mentira».
Hattie cogió la máscara con la mano libre y la bajó entre ellos. Se puso a juguetear con ella, y sus dedos lo rozaron. Lo quemaron.
—Será difícil encontrar otro hombre que me ayude sin que haya consecuencias.
—Le aseguro que no —dijo él inclinándose y bajando la voz.
—¿Pretende encontrarme un hombre así? —Ella tragó saliva.
—No.
Hattie frunció el ceño y Whit le pasó el pulgar por las cejas varias veces, hasta que el ceño dejó de estar fruncido. Trazó las líneas de su cara, el contorno de sus pómulos, la suave curva de su mandíbula. Su grueso labio inferior, tan suave como lo recordaba.
—Tengo la intención de hacerlo yo.
Capítulo 5
Ya que había llegado al 72 de Shelton Street con la intención de que la arruinaran, Hattie debería haber considerado la posibilidad de que el asunto de perder la virginidad fuera placentero.
Nunca lo había visto así. De hecho, siempre había pensado que sería un asunto poco trascendental. Algo rutinario. Un medio para conseguir un fin. Pero, cuando aquel hombre la tocó, misterioso, guapo e inquietante y más bienvenido de lo que le gustaría admitir, no pudo pensar en nada más que en los medios.
Medios muy placenteros.
Medios tan placenteros que se apropiaron de todos sus pensamientos cuando él le sugirió que podía ser quien la ayudara a perder su virginidad.
Pero la combinación de un grave gruñido y una lenta caricia con el pulgar sobre su labio inferior hizo que Hattie pensara que podría hacer más que eso. Que podría quemarla. Que ella iba a permitírselo, que aquel fuego la condenaría.
Y luego hizo que Hattie pensara solamente una palabra: «Sí».
Había llegado con la promesa de encontrar un hombre extremadamente minucioso que demostraría ser un asistente estelar. Pero ese hombre, con sus ojos ámbar que lo veían todo, con su tacto que lo entendía todo, con su voz que llenaba sus más oscuros y secretos rincones, era más que un asistente.
Ese hombre era puro dominio, del tipo que Hattie no había imaginado, pero que ya no podía dejar de imaginar. Y se estaba ofreciendo a hacer realidad todo lo que ella anhelaba.
«Sí».
Estaba muy cerca. Era muy grande, lo suficientemente grande como para que ella se sintiera pequeña y guapa, lo bastante guapa como para que no pudiera pensar más que en una noche embriagadora, increíble y caliente en aquella fría habitación.
Él iba a besarla. No a cambio de dinero, sino porque quería. «Imposible». «Nadie nunca había…».
—¿Tú… —Él le deslizó la mano por el cabello haciendo que aquella idea se esfumara antes de asimilarla. Silencio— … me ayudarías… —Él contrajo los dedos— … con… —La mantuvo como a una rehén con su contacto y su silencio. Le estaba haciendo olvidar lo que estaba pensando, ¡maldición! La frase… ¿En qué estaba pensando?— … eso?
—Te ayudaría con todo —contestó él con un gruñido, un sonido que ella no habría entendido si no estuviera tan embelesada. Si no estuviera tan ansiosa por… todo.
Hattie СКАЧАТЬ