Название: Lady Hattie y la Bestia
Автор: Sarah MacLean
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Los bastardos Bareknuckle
isbn: 9788412316704
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—¿Todo? —Los hermanos se miraron fijamente.
—El negocio, el nombre, todo lo que tenga valor. Lo derribaré. —El joven Sedley se había cruzado en el camino de los Bastardos y, con ello, había cavado su propia tumba.
—¿Y lady Henrietta? —dijo Felicity, llevando a Whit al límite con la mención del tratamiento honorífico. No le gustaba como aristócrata; la prefería como Hattie—. ¿Crees que ella forma parte de esto? ¿Crees que trabaja con Ewan?
—No. —Esa respuesta lo recorrió de arriba abajo.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó Diablo mientras lo observaba detenidamente.
—Lo sé.
No era suficiente.
—Ella nos entregará a su hermano.
—¿Acaso tú renunciarías a los tuyos? —Diablo lo miró en silencio.
Whit apretó los dientes.
—¿Y si no lo hace? —preguntó Felicity—. ¿Qué pasará con ella, entonces?
—Entonces será un daño colateral —dijo Diablo. Whit ignoró el disgusto que le provocaron aquellas palabras.
—¿No es eso lo que yo fui una vez? —Felicity miró a su marido.
—Por un instante, amor. Y fue suficiente como para que recuperase el sentido común. —Diablo tuvo el detalle de parecer disgustado.
—Si ella es el enemigo, también me encargaré —dijo Whit.
—¿Sí? —Diablo arqueó una ceja.
«Eres muy inconveniente». «Es el Año de Hattie».
Recordó fragmentos de la conversación en el carruaje.
—Aunque no sea el enemigo —señaló Diablo—, protege al hombre que lo es. —Cruzó los brazos sobre el pecho y tanteó a su hermano con una mirada firme—. Lo que la convierte en valiosa.
«Le daba ventaja».
—No tendrás más remedio que mostrarle la verdad sobre nosotros, hermano —dijo Diablo en voz baja—. No importa cuánto te guste su aspecto.
«La verdad sobre ellos», los Bastardos Bareknuckle no dejaban a sus enemigos con vida.
—Soluciónalo antes de que tengamos que mover más producto —dijo Diablo. Un nuevo cargamento llegaría a puerto la próxima semana.
Whit asintió con la cabeza cuando se abrió la puerta de la habitación y apareció el doctor.
—Tiene un mensaje. —Abrió totalmente la puerta y apareció uno de los mejores vigías de los bastardos.
—Brixton —le dijo Felicity al chico, que inmediatamente se acicaló bajo la atención de Felicity. Todos los chicos del Garden adoraban su maestría abriendo cualquier cerradura y su instinto materno—. Pensaba que te ibas a casa.
—Espero que para aprender a mantener la boca cerrada —dijo Whit asegurándose de que Brixton supiera que se había enterado de todo lo que el muchacho había dicho a Diablo sobre Hattie.
—Ignóralo —dijo Felicity—. ¿Qué ha ocurrido?
—Hay informes de que hay una chica en el mercado. Buscando a Bestia. —Brixton levantó su barbilla hacia Whit e hizo una pausa—. No es una chica, en realidad, sino una mujer. —Bajó la voz—. Los chicos dicen que es una dama.
Un estruendo resonó en el pecho de Whit.
Hattie.
—Está haciendo todo tipo de preguntas.
—¿Es ella? —Felicity miró a Whit.
—Sí. Y nadie está ayudándola. —Por supuesto que no lo hacían. Nadie en Covent Garden le daría a lady Henrietta Sedley información sobre los Bastardos. Aquella era la primera de sus reglas. Los Bastardos pertenecían solo a la colonia.
—Buen trabajo, Brixton —dijo Diablo, lanzando una moneda al chico, que la atrapó al momento con una sonrisa y se fue antes de que pudiera añadir nada—. Parece que no tendrás que ir a buscarla después de todo, Bestia.
El gruñido de Whit escondió la sensación de incredulidad que lo recorrió. Y la cautela. Y el deseo de perseguirla. No, no tendría que encontrarla.
Ella lo había hecho primero.
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