Название: La vida de José
Автор: David Burt
Издательство: Bookwire
Жанр: Религия: прочее
isbn: 9788412243543
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Poco después de la muerte de Raquel, cuando Jacob estaba llorando la pérdida de su amada esposa, Rubén cometió el terrible agravio contra su padre: Se acostó con Bilha, la concubina de su padre (35:22). Este agravio, unido a la tensión creada entre Jacob y los hermanos Simeón y Leví a causa del genocidio de los heveos, indica un terrible deterioro en la relación entre Jacob y los tres hijos mayores de Lea (29:32-34). Nos hallamos ante el desmantelamiento de la estructura familiar.
3. Los hermanastros de José (Génesis 29:31-30:24)
Estamos hablando de los hermanastros de José, pero sin haberlos presentado adecuadamente. Vamos, pues, a hacer una relación de ellos:
1 En primer lugar, estaban los cuatro hijos mayores de Lea: Rubén, Simeón, Leví y Judá, cuya concepción es narrada en Génesis 29:31-35. Eran fruto de la compasión de Dios ante el desprecio que Jacob mostraba a su primera esposa: Viendo Adonai que Lea era menospreciada, abrió su matriz, en tanto que Raquel era estéril (29:31). Entre ellos encontramos los cabezas de la casa sacerdotal de Israel (Leví) y de la casa real (Judá). Sin embargo, para Jacob eran hijos de segunda categoría al no haber nacido de su esposa preferida, Raquel.
1 En segundo lugar, nos encontramos con los hijos de Bilha, la sierva de Raquel (29:29) y, como acabamos de ver, la que iba a ser la amante de Rubén. Eran Dan y Neftalí. Su concepción es narrada en Génesis 30:1-8. Es una historia desgarradora. Parece que Raquel, en su desesperación por no concebir hijos y ante la jactancia de su hermana fértil, entregó a su sierva a Jacob para que ella tuviera hijos con él, y, al llegar el momento del parto, sentó a Bilha en su regazo a fin de que pareciera que el hijo había salido de ella, Raquel. Los celos de Raquel
con respecto a su hermana fértil (30:1) y la incomprensión de Jacob ante la desesperación de Raquel (30:2) fueron otros golpes a la buena relación familiar: las tensiones que existían entre las hermanas iban a pasar a sus hijos. En cuanto a Dan y Neftalí, procedían supuestamente de Raquel, pero al ser en realidad hijos de la sierva, solo eran hijos de tercera categoría.
1 En tercer lugar, estaban los hijos de Zilpa, sierva de Lea. Podemos suponer que Lea no era muy joven cuando Jacob llegó a casa de Labán. Ya habían pasado catorce años del servicio de Jacob antes de su boda con Raquel, más un número desconocido de años en los que nacieron los cuatro hijos mayores de Lea. Ahora habían transcurrido algunos años más en los que Lea no había concebido. Todo indicaba que Lea ya había superado la edad de tener más hijos. Pero allí estaba Raquel jactándose de los hijos que “ella” había tenido a través de su sierva Bilha. Bien, pensaba Lea, yo puedo hacer lo mismo que mi hermana: si ella entregó a Bilha para tener hijos con Jacob, yo puedo hacer lo mismo con mi sirva Zilpa. Y así nacieron Gad y Aser (Génesis 30:9-13), hijos por los que debemos tener cierta compasión, porque eran solamente los hijos de la sierva de la esposa no amada, hijos de “cuarta categoría”.
1 En cuarto lugar, tenemos a los hijos menores de Lea (30:1421). Parecía que ya no podía concebir, pero, a raíz del extraño episodio de las mandrágoras, volvió a tener hijos: Isacar y Zabulón, y una hija, Dina, cuya historia acabamos de contar. ¡Más hijos de segunda categoría!
1 Por fin llegamos al nacimiento de nuestro héroe, el primogénito de Raquel: José. Después de años sin poder tener hijos, leemos que se acordó Elohim de Raquel… y abrió su matriz. Y concibió, y parió un hijo a Jacob… y llamó su nombre José [“él añade”], diciendo: Añádame Elohim otro hijo (30:2224). ¡Por fin había nacido el hijo tan deseado por Raquel, pero también por Jacob! El nacimiento de los diez hermanastros mayores habían sido diez golpes para Raquel, diez motivos de tensión entre ella y Lea, diez causas de problemas para el pequeño José. Él, después de tanta espera, estaba destinado a ser el hijo predilecto, el hijo mimado por sus padres.
1 Y finalmente, tenemos el nacimiento del segundo hijo de Raquel, Benjamín (Génesis 35:16-21). Raquel era ya una mujer mayor y, por tanto, este parto era peligroso. Y, efectivamente, Raquel no lo superó y murió al dar a luz, dejando a José y Benjamín huérfanos de madre y a la merced de una tía-madrasta, Lea, que ya había dado señales de rivalidad, y de unos hermanastros mayores que no veían con agrado la predilección de Jacob por sus hermanos pequeños.
En resumidas cuentas, podemos suponer que, a partir de ese momento, Jacob consideraba a sus hijos varones en cuatro categorías:
1 José, el hijo de su amada Raquel, el preferido de su padre, juntamente con el pequeño Benjamín (ver 44:27-29): Israel amaba a José más que a todos sus hijos, porque era el hijo de su vejez (37:3).
1 Los seis hijos varones de Lea, especialmente los cuatro mayores. Todo hace pensar que estos, más que hermanos para José, tenían edad suficiente como para haber sido sus padres.
1 Los hijos de Bilha, la sierva de Raquel.
1 Los hijos de Zilpa, la sierva de Lea.
Por supuesto, esta clasificación iba a ser la causa de muchas rivalidades, envidias y peleas entre los hermanos, y nos prepara para los malos tratos que José iba a pasar al principio de su historia.
Esta historia empieza cuando José tenía diecisiete años (37:2). Aunque es imposible saber con exactitud las edades de los hermanos, podemos proponer que en aquel momento tenían aproximadamente las siguientes: Rubén, 40; Simeón, 38; Leví, 36; Judá, 34; Dan, 32; Neftalí, 30; Gad, 28; Aser, 26; Isacar, 24; Zabulón, 22; y Benjamín, 2.
En apoyo de estas sugerencias, podemos considerar los datos siguientes:
1 La frase “el hijo de su vejez” (37:3) sugiere que los demás hijos no lo eran, o sea, que hubo un período de varios años entre el nacimiento de Zabulón y el de José.
1 A los 30 años de edad, José fue presentado ante el faraón (41:46); siete años después, comenzaron los años de hambre; cuando José tenía 39, después de 2 años de hambre, José se reveló a sus hermanos (45:6); en aquel momento, Judá llama “niño” a Benjamín (44:20), una palabra inapropiada si hubiera tenido mucho más de unos 20 años. Por tanto, tiene que haber sido un niño pequeño cuando José tuvo sus sueños.
1 Cuando bajaron a Egipto, parece que varios de los hermanos (Judá [46:12], Aser [46:17]) ya eran abuelos.
La infancia de José
Poco sabemos acerca de la niñez de José. Solo podemos especular sobre lo que le habrá significado perder a su madre en la adolescencia y tener que convivir con unos hermanastros mayores y celosos.
Sin embargo, por todo lo que hemos visto, podemos deducir que su infancia fue a la vez privilegiada y desagradable, marcada por grandes bendiciones divinas y también por muchas tensiones humanas. Nació y creció en un hogar caracterizado por la poligamia y, como consecuencia, por la inestabilidad y la rivalidad. Cuando era joven, perdió a su madre, el principal factor de seguridad emocional y una fuente insustituible para cualquier niño, pero especialmente para un niño en aquellas circunstancias. Además, como ya hemos dicho, iba a convertirse en el predilecto de su padre, quien, como veremos, lo crió de una forma errónea, mimándolo y dándole preferencia por encima de sus hermanos mayores. Esto, a su vez, iba a despertar la envidia y animosidad de los hermanos.
En tales circunstancias, con estos antecedentes familiares, ¿qué clase de persona había de ser José? Todos estos factores, en condiciones СКАЧАТЬ