Название: La vida de José
Автор: David Burt
Издательство: Bookwire
Жанр: Религия: прочее
isbn: 9788412243543
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¿Habrá estado presente cuando su padre levantó altar en Siquem (33:18-20)? ¿Habrá tenido edad para entender lo que estaba pasando cuando Jacob mandó destruir los ídolos y levantar otro altar a Dios en Bet-El (35:1-8)? Seguramente, había escuchado muchas veces la historia de la segunda aparición de Dios a Jacob en BetEl: Otra vez Elohim fue visto por Jacob… y Elohim lo bendijo y le dijo: Yo soy El-Shadday. Fructifica y multiplícate. Una nación y una congregación de naciones procederá de ti, y reyes saldrán de tus lomos. La tierra que di a Abraham y a Isaac te la doy a ti, y después daré la tierra a tu descendencia (35:9-15). Sí. José había recibido una privilegiada herencia espiritual.
Sin embargo, no todo había sido bendiciones. En medio de las luces, había sombras, como en casi todas las familias. José había vivido la dura experiencia de perder a su madre, Raquel, cuando todavía era jovencito (35:18-19 y 37:2). Después de la muerte de su madre, fueron todos a vivir con su abuelo Isaac en Hebrón y permanecieron allí hasta su muerte (35:27-29).
De hecho, entre sus tres grandes antepasados y José, observamos, por un lado, una gran continuidad y, por otro, un gran contraste: la continuidad consiste en una misma fe puesta en el mismo Dios; el contraste, en la radical diferencia entre la manera como Dios se reveló a los tres y como se reveló a José. Se nos dice que el Señor intervino muchas veces en la vida de los tres para hablarles directamente, pero nunca en el caso de José. Dios se apareció dos veces a Jacob en Bet-El (28:13-15; 35:9-13), le habló en Padan-Aram (31:3, 13), luchó con él en el vado del río Jaboc (32:24-30) y se le apareció por última vez en Beer-Seba (46:1-4); pero, que sepamos, nunca se presentó de esta manera ante José. Él tuvo que aprender lo que es caminar por la vida sin ver ni oír a Dios, sino confiando por fe en su providencia. Pero la historia familiar tiene que haberle servido de gran ayuda. A través de lo que le contaron su padre y su abuelo, pudo llegar a aferrarse al pacto y a las promesas, de los cuales derivó su fuerza moral y espiritual en medio de momentos de tentación y tribulación.
2. Una familia con historia de tensiones
Consideremos ahora la otra cara de la moneda. José no puede haber sido ajeno a las tensiones que habían existido y que aún existían en la familia. Sabría de las relaciones deterioradas en el pasado entre su abuelo y su tío-abuelo (Isaac e Ismael), y había vivido ya otros muchos conflictos familiares. Antes de considerar cuáles eran, recordemos que no se trata de las peleas de una familia cualquiera. Esta familia era depositaria de la revelación divina y de las promesas del pacto. Cualquier escisión en la familia, por tanto, ponía en peligro el futuro del pueblo de Dios. Los conflictos hacían peligrar la supervivencia de Israel como nación y, con ella, el testimonio de Dios a las naciones. Lo que estaba en juego en todas estas situaciones era la historia de la salvación del mundo, no solamente el bienestar de una familia determinada.
José, pues, habrá vivido, al menos en parte, los cuatro siguientes episodios de tensión familiar:
a. Jacob y Labán (29:1-30 y 30:25-31:55)
En 29:1-12, hallamos la romántica historia del encuentro de Jacob con Raquel, la hija menor de Labán. Fue el encuentro de quienes iban a ser los padres de José y sospechamos que, nada más verse, hubo enseguida un flechazo amoroso (29:18, 20). Muchos matrimonios de la época eran “de conveniencia”, organizados por los padres de los novios, pero este iba a ser de verdadero amor. Jacob siempre consideró a Raquel su auténtica esposa (44:27).
El encuentro inicial de Jacob con su tío Labán fue igualmente conmovedor, con muchos besos y lloros (29:13-14). La relación entre ellos comenzó bien, pero muy pronto empezó a deteriorarse, convirtiéndose en una triste cadena de engaños y traiciones. Enfaticemos otra vez que es la historia de cómo el abuelo de José intentaba engañar continuamente al padre de José, y de cómo este le pagó a aquel con la misma moneda. Labán fue un hombre astuto, que no solamente maniobró para enriquecerse a expensas de Jacob, sino que también le engañó entregándole a su hija mayor, Lea, en lugar de Raquel, cuya mano le había pedido. Así, Labán hizo buena provisión para Lea, pero esta acción iba a ser la fuente de interminables tensiones, de las que José iba a ser una de las primeras víctimas, porque, siendo Raquel la esposa preferida de Jacob (29:30), el hijo de Raquel iba a ser el hijo predilecto de su padre y esto iba a involucrarle en muchas tensiones con sus hermanastros.
Sin embargo, Labán no tuvo el monopolio de los engaños; Jacob se manifestó igualmente embustero. ¡Con la ayuda de Dios!, logró hacerse con la mejor parte de los rebaños de Labán (31:6-16) y huir de su casa llevando consigo a sus dos esposas y a toda su hacienda. Nuevamente, sin embargo, la huida se caracterizó por tensiones y traiciones familiares, todas las cuales fueron vividas por José y tienen que haberlo marcado: la envidia de hijos de Labán; el antagonismo y la ira del propio Labán; la intervención protectora de Dios; el consentimiento de Lea y Raquel a engañar a su propio padre; el robo de los ídolos familiares por parte de Raquel. ¡Vaya familia! ¡Y qué manera de tener que vivir la infancia!
b. Jacob y Esaú (32:3-33:17)
¡De la sartén al fuego! Nada más alejarse de Labán, Jacob tiene que enfrentarse con otros fantasmas de su pasado. Al acercarse a su tierra natal, se entera de que su hermano Esaú ha salido de Edom a su encuentro, acompañado por cuatrocientos hombres (32:6). Jacob, inspirado por su mala conciencia, teme lo peor: ¡Viene a matarme a causa del engaño que practiqué cuando le robé la bendición de nuestro padre Isaac! (32:7).
Sin embargo, para sorpresa de todos, Esaú se presenta en son de reconciliación y paz. Una vez más, en medio de situaciones de engaño y hasta de violencia, José ha vivido de cerca no solamente la maldad de su familia, sino también la fiel providencia de Dios; porque Esaú vino en paz como respuesta al clamor de Jacob a Dios (32:9-12).
Estas historias acerca de Jacob y los parientes de su generación son una mezcla de engaños, robos, desconfianza, mentira, temor a la venganza, por un lado, y, por otro, de reconciliaciones, clamor a Dios e intervenciones divinas. ¿Cómo habrán afectado al joven José? ¿Cómo pudieron prepararlo para las duras situaciones que él mismo iba a tener que afrontar?
Sin embargo, las historias de la generación siguiente, la de los hermanastros de José, son, si cabe, aún más fuertes:
c. Los hermanos de José y su venganza de Dina (34:1-31)
En Génesis 34, leemos la terrible historia de Dina y Siquem. Dina, hija de Jacob, fue violada por Siquem, hijo del rey de los heveos, Hamor. Siquem quiso reparar la situación casándose con Dina y su padre entabló negociaciones con Jacob para arreglar el asunto. Sin embargo, cuando Simeón y Leví, los hermanos de Dina, se enteraron de la situación, reaccionaron con furia, pero con astucia. Exigieron que los heveos se circuncidaran como condición previa para la celebración de la boda, pero, cuando todos los hombres estaban doloridos a causa de su circuncisión, los hermanos entraron en la ciudad y asesinaron a todos los hombres. También asesinaron a filo de cuchillo a Hamor y a Siquem su hijo, y sacaron a Dina de la casa de Siquem, y salieron. Los hijos de Jacob pasaron sobre los muertos y saquearon la ciudad… y se llevaron cautivas a todas sus criaturas y sus mujeres, y saquearon todo lo que había en las casas (34:25-29). ¡Una cruda historia acerca de violaciones, engaños, genocidios y saqueos! Así de cruel СКАЧАТЬ