Название: La vida de José
Автор: David Burt
Издательство: Bookwire
Жанр: Религия: прочее
isbn: 9788412243543
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El significado del segundo sueño es igualmente claro. Además, Jacob lo interpretará para nosotros (37:10), lo mismo que hicieron los hermanos en el caso del primer sueño (37:8): Jacob es el sol, y los once hermanos, las estrellas.
Y su padre lo reprendió, y le dijo: ¿Qué sueño es este que soñaste? ¿Acaso yo, tu madre y tus hermanos llegaremos a postrarnos en tierra ante ti? (37:10).
Va aumentando la extensión del rechazo de José. Al principio, parece que le tenían manía solamente los cuatro hijos de las concubinas (37:2). Luego, la animosidad se extiende a todos los hermanos (37:4). Ahora, su propio padre tiene que reprocharle. Para Jacob, el sueño parecía atentar contra sus derechos como cabeza de la familia. No pudo saber que iba a cumplirse en el contexto de la autoridad política de José en Egipto y que nunca iba a ser vulnerada su autoridad como patriarca del clan.22 ¡Pero, pobre José! Ya ha quedado mal con toda su familia.
También debe observarse que se iba a cumplir el orden de los dos sueños: primero, los hermanos iban a postrarse delante de él; luego, ellos juntamente con Jacob iban a estar bajo su autoridad en Egipto.
¿Pero cómo debemos entender la referencia a la “madre” de José? ¿Acaso piensa Jacob que Raquel visitará a José desde la tumba? ¿O es que Jacob se refiere a Lea?12 ¿O acaso se ha casado Jacob con otra mujer? En realidad, poco nos importa a nosotros, porque el hecho es que las Escrituras no dicen que ni Jacob ni su esposa se hayan postrado nunca ante José. ¿Cuándo, pues, se cumplió esta profecía?
Podemos conjeturar que la “postración” implícita en el sueño no es tanto física y literal como una cuestión de reconocer la autoridad de José. Esto lo hizo Jacob cuando bajó a Egipto reclamado por aquel que había supuesto era el primer ministro del país. O podemos suponer que esta parte de la profecía no iba a tener su cumplimiento en José mismo, sino en aquel de quien José es el anticipo: el Señor Jesucristo, ante quien se doblará toda rodilla, incluidas las de Jacob y Raquel, y toda lengua confesará que él es Señor (Filipenses 2:10-11).
Y sus hermanos le tenían envidia, pero su padre meditaba en el asunto (37:11).
¿Cuál tendría que haber sido la reacción de los hermanos? A pesar de que las palabras de José parecían una provocación, ¿qué les había hecho él a ellos? Nada. Su único “delito” era ser el preferido de Jacob. Al sentir envidia por eso, los hermanos son culpables, porque evidencian no mostrar respeto a la autoridad paterna de Jacob.
Sin embargo, esta falta de respeto a Jacob no es lo más grave del asunto. Tampoco están mostrando respeto a Dios. En aquel entonces, las visiones eran consideradas muy importantes al entenderse como un medio por el cual Dios hablaba al hombre. En vez de tomar el sueño de José como una revelación potencialmente sagrada, los hermanos lo utilizan para fomentar su envidia. Con ello, hacen agravio no solamente al que recibió el sueño, José, sino también al que se lo dio, Dios. Porque, bien entendido, el principal protagonista de estas historias es Dios, no José o Jacob: el Señor es quien dio los sueños y quien está guiando la vida de José.23 Como mínimo, la reacción de los hermanos tendría que haber sido la de su padre: meditar en el asunto.
La reacción de Jacob fue sensata y humilde. A pesar de que el relato del sueño de José podía parecer una provocación y merecer una reprensión (37:10), Jacob meditaba en él (37:11). En esto, Jacob se parece a la madre de Jesús, pues ella también “guardaba” en su corazón lo que había escuchado, aun sin entenderlo (Lucas 2:19, 51). ¿Acaso recordaba Jacob que Dios le había hablado a él también por medio de sueños en Bet-El (28:12-16)? Sería un poco temerario, por tanto, rechazar de lleno esta nueva comunicación divina. Además, tiene que haber entendido que estos sueños solamente venían a confirmar lo que él mismo había comunicado al vestir a José en la túnica especial: que José estaba destinado a una posición social por encima de sus hermanos.24
En realidad, solamente hay dos reacciones posibles ante la revelación de Dios: la meditación seria sobre el mensaje recibido o la descalificación del mensajero. Los hermanos siguieron el camino de la incredulidad; Jacob el de la fe.25 ¿Y nosotros? No perdamos la lección. Que percibamos en el mal ejemplo de los hermanos una advertencia en el sentido de que es fácil perder de vista el mensaje de Dios a causa de las interferencias de nuestras envidias y malas actitudes.
CAPÍTULO 4 - José, víctima de la envidia de sus hermanos
GÉNESIS 37:12-28
José va en busca de los hermanos (37:12-17)
Encaminados, pues, sus hermanos a apacentar el rebaño de su padre en Siquem... (37:12).
Aunque 37:1 no nos dice explícitamente en qué lugar de Canaán moraba Jacob, sabemos por 37:14 que seguía viviendo en Hebrón aun después de la muerte de Isaac (35:27-29).
Ahora, seguramente porque se habían agotado los pastos en las cercanías de Hebrón, los hermanos deciden hacer el largo viaje con sus rebaños hasta Siquem, una distancia de unos ochenta kilómetros. Quizás podamos apreciar aquí otro factor que indique que emprendieron este gran traslado solamente por causas apremiantes: recordemos que Siquem era un lugar bien conocido por ellos (33:18-20), pero también un lugar peligroso; allí, habían matado a los habitantes varones en venganza por la violación de su hermana Dina (capítulo 34) y, por tanto (como ya había dicho el mismo Jacob), la familia había llegado a ser detestable ante los habitantes de esta tierra (34:30). Además, algunos de los criados, concubinas y rebaños de los hermanos eran el botín de guerra después del saqueo de Siquem (34:28-29) y el retorno de los hermanos ofrecía a los supervivientes de la ciudad la posibilidad de recuperar sus posesiones. Únicamente la necesidad urgente de hallar nuevos pastos puede explicar el desplazamiento de los hermanos a ese lugar.
... dijo Israel a José: ¿No están tus hermanos pastoreando en Siquem? Ven, te envío a ellos. Y él dijo: Heme aquí (37:13).
La gran distancia desde Hebrón a Siquem (unos ochenta kilómetros) significaba que los hermanos habían de pasar una larga ausencia del hogar paterno. Naturalmente, con el paso del tiempo, Jacob llegó a estar preocupado por sus hijos: quizás temiera que, estando en tierra de Siquem, los hombres de la ciudad intentaran vengarse de la matanza causada por Simeón y Leví; o tal vez temiera que sus hijos trapichearan a sus espaldas.26 Finalmente, no pudo soportar más estar sin noticias suyas y decidió enviar a José para enterarse de cómo estaban.
Aparentemente, a pesar de haber visto la violencia de sus hijos (34:26-30) y de conocer la envidia que han manifestado contra José, a Jacob no le pasó siquiera por la cabeza que podría existir peligro alguno en enviar a José a los hermanos. Y José, por su parte, no dudaba en aceptar el encargo a pesar de saber que sus hermanos no le miraban con buenos ojos.2
El lenguaje empleado en el texto nos recuerda el llamamiento del profeta Isaías: Entonces oí la voz de Yahweh que decía: ¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros? Y dije: ¡Heme aquí, envíame a mí! (Isaías 6:8). Y, aún más, recordamos a otro Padre que decidió enviar a su Hijo a sus hermanos, СКАЧАТЬ