Название: La vida de José
Автор: David Burt
Издательство: Bookwire
Жанр: Религия: прочее
isbn: 9788412243543
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Y sucedió que, desde que lo puso a cargo de su casa y de todo lo que tenía, Adonai bendijo la casa del egipcio a causa de José, y la bendición de Adonai estaba sobre todo lo que tenía, así en la casa como en el campo (39:5).
Se repite aquí el testimonio que dio Labán acerca de la estancia de Jacob en su casa: He adivinado que Elohim me bendijo por tu causa (30:27). El efecto habitual de la morada de un hijo de Dios en casa ajena es la bendición de Dios sobre esa casa.
En realidad, tenemos que suponer que las escuetas frases de esta sección resumen lo que ocurrió durante un período de unos diez años: José fue comprado a los 17 años, pasó dos años en la cárcel, y a los treinta fue presentado ante el faraón. Este grado de confianza no se gana en una semana. José habrá empezado en el escalafón más bajo de los esclavos de la casa y paulatinamente, al ver Potifar su inteligencia, su fidelidad, su laboriosidad y su buena disposición, ganaba la confianza de su amo, quien empezó a encomendarle responsabilidades cada vez más importantes hasta concederle el primer puesto entre sus siervos.
Igualmente, con el paso del tiempo, debería ser cierto de todos los creyentes que otros depositen su confianza en nosotros al ver que somos leales, discretos y absolutamente honrados.
Y todo lo que tenía lo dejó en mano de José, y con él allí no se preocupaba de nada, fuera del pan que comía (39:6a).
José llegó a ocupar una posición tan alta en la casa de Potifar que fue el encargado de supervisar absolutamente todo en la hacienda de su amo excepto la [preparación de] su comida: fuera del pan que comía. Este pequeño detalle, que añade un toque de realismo a la narración (difícilmente habría sido incluido si la historia careciera de veracidad histórica), quizás indique que José, a pesar de sus múltiples dones y talentos, ¡no sabía guisar bien!
Pero, en realidad, la explicación de la frase no es esa, sino más bien la que se revela en 43:32: Los egipcios no podían comer alimentos con los hebreos, porque era abominación para los egipcios.80 Parece que este prejuicio de los egipcios en contra de la comida de los hebreos era el de un pueblo soberbio, la superpotencia de aquel momento, en contra de un pueblo pequeño y despreciado, la misma clase de prejuicios que, en la providencia de Dios, permitió que los hijos de Israel, como pastores, pudieran establecerse en Gosén: Así podréis vivir en la tierra de Gosén, porque todo pastor de ovejas es abominación para los egipcios (46:34). El mismo Dios que se sirvió del encarcelamiento injusto de José para avanzar su camino a la preeminencia en Egipto, se valió del prejuicio egipcio contra los pastores para crear un espacio en la tierra para el crecimiento y la consolidación de su pueblo.
Lo importante, a la luz de lo que está a punto de ocurrir, es que José, por su honradez, rectitud y temor a Dios, había logrado ganar la total confianza de Potifar. Este le confió responsabilidades cada vez mayores y, al final, le hizo su mayordomo principal, con el control de todas sus propiedades y negocios.81 Una vez más, ¡la montaña rusa! El ascenso, aunque descrito en pocos versículos, habrá sido largo y lento, cuestión de años, pero José, bajo la providencia divina, ha escalado hasta llegar a la cima de la montaña; en cambio, la caída, que ocupará trece versículos y pocos minutos, será repentina y estrepitosa.
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