Manual de técnicas de montaña e interpretación de la naturaleza (Bicolor). Fernando Lampre Vitaller
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СКАЧАТЬ una antena, un castillo, etc.). Los pasos son los siguientes:

      Figura 1.13 Orientación del mapa topográfico con ayuda de una brújula.

      •Colocamos la brújula sobre el mapa: el borde de la placa de base transparente debe coincidir con el margen o lateral del campo del mapa.

      •Mover el limbo giratorio de la brújula, de forma que el 0º (norte) quede en la base de la línea índice.

      •Como se indica en la figura 1.13, giraremos el mapa con la brújula apoyada sobre el lateral del campo de aquél (se mueven ambos a la vez, mapa y brújula), hasta que la punta roja de la aguja magnética coincida con la línea índice de la brújula o 0º norte (también puede coincidir la aguja imantada con las flechas de dirección impresas en la caja o alojamiento de la brújula).

      •En este momento tenemos el mapa orientado con el norte magnético. Para obtener la dirección del norte geográfico se debe añadir en dirección este (caso de una declinación oeste) o restar en dirección oeste (caso de una declinación este) el valor de la declinación magnética.

      Cuando iniciamos un trayecto o desplazamiento, podemos referir su orientación (en el mapa y en la realidad) bien respecto al norte geográfico, o bien respecto al norte magnético. Suponiendo una dirección A-B, denominamos rumbo o rumbo magnético al ángulo que forma dicha dirección con el norte magnético. De la misma forma, el ángulo de la dirección A-B con el norte geográfico es el acimut o rumbo geográfico (ver figura 1.14). Los valores de ambos se expresan en grados, de 0 a 360º, en el sentido de las agujas del reloj. Operando sobre la declinación magnética, como ya hemos visto, podremos convertir un acimut en rumbo o viceversa.

      Figura 1.14 Norte magnético (NM) y norte geográfico (NG). Rumbo y acimut de una dirección A-B.

      Cualquier itinerario con brújula precisará de las pertinentes correcciones (en función de la declinación magnética calculada) para obtener rumbos geográficos. La brújula, obviamente, señala el norte magnético, por lo que, como hemos visto, operaremos sobre la declinación magnética.

      Para calcular el rumbo de un itinerario con la brújula seguiremos los siguientes pasos, reflejados de forma sintética en la figura 1.15:

      •Orientar el mapa topográfico con ayuda de la brújula y de la declinación magnética. Recuerda que el norte geográfico está en el margen superior del mapa y los laterales son las únicas líneas que van de norte a sur (ver figura 1.13).

      •Ubicar los puntos de inicio y destino del itinerario. Ahora coloca la brújula encima del mapa orientado, de forma que uno de los bordes de la placa de base transparente, o también la línea índice, coincidan o sean paralelos al itinerario del que queremos obtener el rumbo.

      •Girar el limbo hasta que la flecha de dirección que aparece grabada en la caja o alojamiento de la brújula quede alineada con la aguja magnética, como se puede observar en la figura 1.15. Leer entonces el rumbo del itinerario (cifra del limbo que se encuentra bajo la línea índice). En el ejemplo que adjuntamos en la figura 1.15 sería un rumbo de 120º norte, es decir, casi dirección sureste.

      •Seguir el rumbo de la línea índice, de forma que la aguja magnética siempre esté alineada con la flecha de dirección que aparece grabada en la caja o alojamiento de la brújula. En la naturaleza, como vamos a ver, puede resultar muy complicado.

      Lo más habitual es emplear esta técnica de forma continuada a lo largo de todo un itinerario (un único rumbo entre nuestro inicio y nuestro destino puede conducir a errores, especialmente si el itinerario es de una cierta longitud), estableciendo puntos de referencia intermedios (a ser posible visibles entre sí). Es decir, calcularemos todos los rumbos que sean necesarios en el transcurso de un itinerario: un primer rumbo A-B (donde B es visible desde A), un segundo rumbo B-C (donde C es visible desde B), etc. Este ejercicio puede ser de gran complejidad, debido a múltiples factores: relieves muy abruptos o accidentados, dificultades para encontrar puntos de referencia intermedios (por ejemplo, en un bosque), falta de visibilidad (con niebla), etc.

      Figura 1.15 Cálculo del rumbo de una dirección con una brújula de limbo móvil.

      Esto es algo absolutamente frecuente en la naturaleza. Hemos trazado un itinerario y hemos calculado los rumbos pertinentes. En su planificación previa desestimamos atravesar algunos obstáculos que habíamos reconocido en el mapa tras una minuciosa interpretación (por ejemplo, un lago, una garganta, una montaña, etc.). Pero también pueden surgir sorpresas que no habíamos interpretado y que nos obliguen a efectuar pequeñas modificaciones del rumbo del itinerario sobre el terreno: un escarpe infranqueable, un edificio, etc.

      Proponemos tres métodos para superar estos obstáculos con brújula, como se indica en la figura 1.16, regresando en todos ellos a la dirección de partida.

      En el caso número 1 salvamos el obstáculo mediante un desvío rectangular: nos desviamos 90º en A-B, B-C y C-D. En D recuperamos la dirección inicial con otros 90º. Las distancias recorridas en A-B y C-D deben ser idénticas, mientras que la distancia B-C debe ser lo suficientemente larga como para superar el obstáculo. También hay que indicar que la dirección B-C tiene el mismo rumbo que el que llevábamos antes de toparnos con el obstáculo.

      En el ejemplo número 2 franqueamos el obstáculo mediante un desvío triangular: nos desviamos 45º de nuestra dirección previa, 90º de B a C, y recuperamos en C nuestra dirección inicial con 45º. A-B y BC deben ser distancias iguales.

      En el caso número 3, el obstáculo es también superado mediante un desvío triangular, pero, a diferencia del ejemplo 2, nos desviamos 60º de nuestra dirección previa, otros 60º de B a C, retomando nuestro rumbo original en C con otros 60º. A-B y B-C deben ser, obviamente, iguales.

      Figura 1.16 Métodos para salvar los obstáculos de un itinerario mediante una brújula.

      Con un cierto grado de aproximación, podremos calcular distancias iguales en los desvíos efectuados por medio de nuestros pasos (contando los pasos mentalmente o mediante podómetro).