La Princesa del Palacio de Hierro. [Gustavo Sainz
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Название: La Princesa del Palacio de Hierro

Автор: [Gustavo Sainz

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Biblioteca Gustavo Sainz

isbn: 9786077640134

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СКАЧАТЬ se rompió le estaban pegando. ¿Y yo? Pregúntame dónde estaba… Pregúntame, ándale…

      En la confusión que el guapo guapo me agarra disparado del brazo y entonces me dice ven, escóndete, escóndete. Entonces que me mete en una recámara, bajo un Cristo prieto, de madera sanguinolenta. Y dice déjame ir a ver lo que está sucediendo, ahoritita regreso y te platico ¿eh? Y fíjate que se va. Y entonces yo asustadísima, yo rezando, tú. No sabía quién era su amigo, si el que ganaba o el que perdía. Claro que por su tipo, por la imagen que yo me había creado de él, suponía que iba a ayudar al que fuera perdiendo, lo conociera o no. Para esto yo le gritaba no vayas, no vayas, no. Horrorizada, diciéndome ahoritita lo acabo de conocer y ya me lo van a desgraciar… Entonces volvía el guapo guapo muy agitado, y decía no vayas a salir porque se está poniendo tremendísimo, qué bruto, están acabando con todo, quédate aquí. Y se iba. Yo oía el escándalo de cristales, las groserías, los gritos y él volvía a regresar ¿no? Y a decir no salgas, son unos salvajes, qué bárbaros, y salía disparadísimo. Yo rezaba, asustada hasta por el Cristo. Y es que era tan guapo, pero tan guapo.

      El ruido no terminaba nunca y Las Tapatías gritaban como guacamayas. Entonces, al poco rato, quién sabe por qué, me dio por asomar ¿verdad? Me moría por ver si habían desmechado a Mercedes, y además quería checar a las dueñas de la casa, y tenía curiosidad por saber cómo iba quedando todo. Yo estaba allí encerrada ¿no? Y entonces fíjate que estaba asomándome y que veo al guapo guapo asomándose por la puerta de la recámara de junto. Asomándose así, sacando la cabeza, muerto de miedo, para saber cómo iba el pleito. Porque imagínate; salía del cuarto donde yo estaba y se metía corriendo al de junto, para esconderse ¿no? Porque a lo mejor le maltrataban la cara y entonces qué… De vez en cuando salía para visitarme, el muy sacón… Cuando me acuerdo me ataco de risa. ¡Vampiros capados!

      Al otro día me habló El Monje. Se creía detective y había descubierto que las muchachas que habíamos visto eran prostitutas, y que el capitán era así como su guardaespaldas, o su chofer, o su padrote, bueno, no tanto, que ¿cuándo volvíamos a salir? No recuerdo qué pretexto le dije, no quería verlo nunca, me amargaba el hígado, deveras, no quería verlo… Por eso digo que día sandgüich, porque me hablaban del insidioso aquel, veía a mi adorable guapo guapo y volvían a hablarme del pesado, del espeso, del pegosteoso capitán peludo. ¿No estoy haciéndotelo muy complicado? ¿Te dije que tenía las manos peludas? Y de Las Tapatías ni hablar. Sobrevivieron a su gran zafarrancho, con policías al final y toda la cosa. ¡Prepucios de elefante! Con decirte que nada más para reponer los vidrios se gastaron más de doscientos mil pesos… Naturalmente nunca más hicieron una fiesta y las reuniones a partir de esa vez fueron en mi casa, la primera ocho días después. ¡En mi propia casa!

      ¡No sabes qué ilusionada estaba! El guapo guapo fue con una muchacha muy conocida. Quiero decir que era una de las golfonas más famosas en todo el Valle de México, y que los únicos que no sabíamos eso éramos mi hermano y yo. Tampoco sabíamos que ellos se habían puesto de acuerdo para que la tipa se le aventara a mi hermano mientras el otro me seducía ¿no? Era una golfonona con vista al mar. Y entonces dijeron fíjense que tenemos un departamento en unas suits que se llaman Beverly. Ya por ahí verás… Bueno, por ese entonces yo no sabía ni qué era el Beverly, yo no sabía ni qué era un hotel ¿no? Entonces que dice fíjense que un amigo mío tiene allí un departamento y nos invita a todos a una fiesta. Con el tiempo también supe qué era ese lugar, digo, también empecé a frecuentarlo ¿no? Era el lugar donde ellos se juntaban ¿no? Y echaban tanto desmadre que fíjate que tenían un albañil contratado todo el tiempo para que resanara las paredes todas las mañanas. Bueno, eran muchos departamentos ¿no? Y los tenían en varios lugares de la ciudad, todos ellos. En fin, pero esa noche yo todavía no sabía nada.

      Entonces fíjate que nos invitó. Y al mismo tiempo esta muchacha, tú, que se le empieza a aventar de una manera descaradísima a mi hermano para que fuéramos a la fiesta ¿no? Entonces el guapo guapo comenzó a lavarle el coco a mi hermano y a decir qué bruto, mano, la traes muertaza; caray, mano, qué pegue tienes. Y cosas así ¿no? Para esto, mi hermano tendría como dieciséis años ¿verdad? Me llevaba como once meses y la tipa le daba unos entradones que para qué te cuento. Entonces, fíjate que dijo sí, sí mano, jalamos, puestísimos. Y que me voy por mi abrigo para ir a la fiesta, toda ilusionada, ya te dije, toda feliz. Entonces mi hermano propuso que yo me fuera con él en su coche. Mi hermana y yo nos vamos juntos, dijo, los seguimos. Entonces el guapo guapo, perfecto, manito, nos vemos en el Beverly.

      Apenas nos subimos al coche, mi hermano arrancó y le dio una vuelta a la manzana a toda velocidad, con gran chirriar de llantas y toda la cosa, a todo lo que dio el coche, y llegamos al garach antes de que el portero acabara de cerrar la puerta. Sí, de nuevo en casa luego de una vertiginosa vuelta a la manzana. Entonces que mete el coche al garach y me empieza a decir eres una pendeja, cretina, insuficiente mental, puta, y comenzó a ponerme como dado. Qué no has oído que el Loco Valdiosera es tratante de blancas, que es drogadicto que no sé qué… Bueno, pregúntame si se me rompió el corazón. Y no me llevó a la fiesta. Ya no fuimos a ningún lado y en mi casa seguía la reunión, pero yo subí a la recámara. Ni siquiera sabía masturbarme, así que me quedé llorando como estúpida, gris y desabrida, lánguida, moquienta, pesimista. ¡Changos depravados!

      A los pocos días, en otra fiesta, el guapo guapo llegó con otra muchacha. Entonces era una muchacha con un pelo chistosísimo, así, todo parado, pintadísima. Entonces llegó y se puso a platicar conmigo, él, no la tipa esa. Entonces toda la noche estuvimos platicando él y yo. Su amiga iba con todos los pelos parados ¿no? Ah, bueno, ya te había hecho la relación de la muchacha ¿verdad? Increíble. Fíjate que cuando la conocías te decía mucho gusto, soy Carmelita la Piernudita. Así se presentaba, te lo juro. Una muchacha zafadísima con la que iba el guapo guapo. Total, allí estuvimos platicando muchísimo, no sé ni de qué, de lo que hacía, de lo que estaba de moda. O no, le debo haber platicado de la Ibero, porque yo hablaba de eso y apantallaba muchísimo a los muchachos de esa época ¿no?

      Yo estuve en la Universidad Iberoamericana ¿sabías? Fui a ver al padre Villaseñor, creo que ya se murió ¿verdad? Entonces fíjate que estuve haciendo antesalas, antesalas y antesalas para que me recibiera ¿no? Porque él me tenía que aconsejar. Yo no sabía ni qué quería estudiar ni para qué diablos ni nada ¿no? Pero quería entrar. Entonces, cuando hablé con él y me dijo mire, le voy a recomendar que comience por estudiar Filosofía y Letras, yo le dije y por qué Filosofía y Letras. Pues mire, es una carrera muy femenina quitando a uno que otro desviado que anda por allí, a uno que otro descarriado; pero fíjese que es una carrera muy bonita. Entonces entré y como tú comprenderás no entendía ni madres ¿no? Me pasaba las clases de blanco en blanco porque no entendía nada, de banco en banco y de blanco en blanco…

      Entonces fui a hablar con el padre otra vez. Le fui a explicar que no entendía nada, que no podía estar en esa carrera. Entonces me dijo bueno, mire, vamos a hablar claro: le voy a aconsejar lo que va a hacer, pero usted me va a hacer caso. Le dije sí, padre, perfecto. La voy a admitir en la Universidad con una condición. Y dije: cuál. Que tome una hora clases y las cuatro restantes haga sociales en el café. Entonces me dijo si usted me promete que va a estar cuatro horas en el café cada día, yo la acepto y le doy el pase. Entonces me explicó que iba a ser muy alentador para los muchachos ir a oír todas las proezas que contaba yo, porque era payasísima en esa época. Entonces, total, dije sí, y entonces me dijo bueno, para aparentar tiene usted que estar en alguna clase. Y me inscribió en cinematografía, que apenas empezaba. Allí era padrisísimo ¿no? Porque todo el día veíamos películas ¿verdad? Y me divertía horrores, superhorrores. Total, entré a cinematografía y este… ¿no estaba hablando de otra cosa? Ah, sí, del guapo guapo. De eso platicaba yo en esa época. Embobaba yo al guapo guapo con mis películas ¿no?

      Entonces me empezó a ir a ver a la Universidad… ¡Así fue, así fue! Entonces me empezaba a ir a ver y me llevaba a un Deiri Cuin que estaba por ahí cerca de la Ibero. Y tomábamos un helado del Deiri Cuin y nos regresábamos. Se vestía chistosísimo, СКАЧАТЬ