Pinceladas del amor divino. Erna Alvarado Poblete
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Название: Pinceladas del amor divino

Автор: Erna Alvarado Poblete

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

Серия: Lecturas devocionales

isbn: 9789877982817

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СКАЧАТЬ éxito. Dios te hizo para cosas grandes, que lograrás con trabajo y en el nombre de Jesu­cristo. La pereza y el miedo a las dificultades son lastres que detienen tu as­censo a la “galería” de heroínas de la fe. Las palabras dichas a Josué son también para ti: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová, tu Dios, estará contigo dondequiera que vayas” (Jos. 1:9, RVR 95).

      Estudiar una carrera, emprender un negocio, desarrollar un talento, es po­sible para aquellas que, con voluntad fortalecida en el nombre de Cristo, van hacia adelante y no se quedan varadas en la indecisión.

      No te quedes en el problema; busca soluciones

      “Llámame y te responderé, y te anunciaré cosas grandes y misteriosas que tú ignoras” (Jer. 33:3).

      Mientras realizaba un recorrido por un mercado de artesanías mexicanas, me sorprendí al ver muchas prendas femeninas de ro­pa y accesorios, como zapatos, bolsos, carteras y blusas, adornadas con imágenes de Frida Kahlo. Debo reconocer que compré uno que otro de esos objetos, pues mostraban gran colorido y belleza. Muchas otras per­sonas también los adquirieron; supongo que lo hicieron más por lo hermoso de los diseños que por rendir homenaje a esta mujer, de la que muchos sa­bemos muy poco. Quizá lo que más conocemos acerca de ella es que fue una pintora mexicana de renombre. La mayoría de sus obras fueron autorre­tratos pintados con intensos colores; sin embargo, también con reflejos de tristeza y dolor.

      La tristeza y el dolor de Frida Kahlo posiblemente emanaban de los desa­ciertos a los que la vida la arrastró. Muy pequeña, con apenas seis años de edad, contrajo una poliomielitis que le dejó secuelas permanentes en una de sus piernas, que siempre cubría con amplias faldas largas. Aunque recuperó su ca­pacidad de caminar, su vida estuvo marcada por el dolor extremo y el pro­fundo sufrimiento. Aun con todo, Frida Kahlo encontró una manera de trascender. Realmente no se quedó paralizada en su pésima situación de salud, sino que encontró en la pintura una forma de expresarse y de ir más allá de su dolor e infortunio personales. Qué lección de vida tan impresionante para nosotras.

      Llorar, quejarnos y buscar culpables es lo que muchas hacemos frente a los problemas que tenemos, quedándonos emocionalmente estancadas en lo que llamamos “mala suerte”. Pero la “mala suerte” no es una excusa válida para una hija de Dios. Las circunstancias adversas no pueden detener el plan magní­fico que Dios tiene para ti, a menos que retardes su cumplimiento quedán­dote en la pasividad del desánimo y la autocompasión.

      Querida amiga, si te encuentras ahora mismo atravesando un grave proble­ma de salud física o mental, una crisis financiera, o una mala relación, no te quedes estancada en ese estado de cosas. Avanza. Muévete y busca una de las tantas soluciones que Dios tiene para tu situación. Reclama sus promesas en oración, con la convicción plena de que él las cumplirá en ti. No te quedes en el problema; quédate con el Dios ante el que no existe problema demasiado grande.

      Para qué sirve el fracaso

      “Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, a los cuales él ha llamado de acuerdo con su propósito” (Rom. 8:28).

      La palabra “fracaso” tiene una connotación marcadamente nega­tiva. Decimos despectivamente que alguien es “un fracasado” cuando sus deseos o proyectos de vida no llegaron al término deseado. Sin em­bargo, algunos autores motivacionales afirman que el fracaso puede no ser tal, pues se convierte en un acicate para el desarrollo y el crecimiento personales, si así sabemos verlo.

      Frente a un “fracaso”, siempre tenemos dos opciones: asumirlo como una derrota permanente o interpretarlo como un agente movilizador de nueva ener­gía, que nos impulsa desde lo más profundo a intentarlo de nuevo, pero esta vez tratando de evitar los errores cometidos en el intento anterior. Cuando pienso en los más de mil intentos de Tomás Edison hasta conseguir inventar la moderna bombilla eléctrica, me quedo simplemente asombrada. Al ser cues­tionado acerca de esos mil “fracasos”, él aclaró: “No, claro que no fracasé mil veces, sino que descubrí mil formas distintas de cómo no se hace una bombilla”.

      Tú, que has depositado su confianza y la dirección de tu vida en las manos de Dios, no estás exenta de fracasar (que no es lo mismo que ser derrotada). Pero recuerda que ese fracaso es una gran lección. Un pe­queño “fracaso”, percibido como un escalón hacia la meta, no es ni más ni menos que un aprendizaje valioso que la vida te da.

      Cambia tu percepción cuando te encuentres frente al fracaso:

       No significa que no has logrado nada; significa que has aprendido algo.

       No significa que no puedes; significa que estuviste dispuesta a seguir el método de ensayo y error.

       No significa que no sabes; significa que debes hacerlo de nuevo pero de forma diferente.

       No significa que jamás lograrás esa meta; significa que debes cambiar tu forma de llegar a ella.

       No significa que eres inferior; significa que no somos perfectos.

      Satanás intentará hacerte creer que eres una fracasada y que Dios está ajeno a tus necesidades. Quizá también intente mostrarte un camino fácil para alcanzar tus metas y proyectos de vida. No te quedes “estancada” en esos pen­samientos; mira con optimismo realista tus posibilidades y vuelve a intentar­lo, buscando fervientemente la dirección divina.

      Allá y entonces; aquí y ahora

      “Hermanos, no digo que yo mismo ya lo haya alcanzado; lo que sí hago es olvidarme de lo que queda atrás y esforzarme por alcanzar lo que está delante, para llegar a la meta y ganar el premio celestial que Dios nos llama a recibir por medio de Cristo Jesús” (Fil. 3:13, 14).

      El “allá y entonces” y el “aquí y ahora” son dos momentos de la vida. El “allá y entonces” nos lleva al pasado, conformado de valiosas experiencias que ahora son recuerdos. Algunas personas que, por decisión propia, escogen vivir en el “allá y entonces”, dejan de disfrutar y de ocuparse de lo que sucede en el “aquí y ahora”. Si bien es cierto que el pasado es imposible de olvidar, es bueno recordarlo de manera positiva, centrándonos en lo que tuvo de bueno y útil para nosotras hoy, de modo que aun los recuerdos amargos lleguen a ser aleccionadores para enfrentar el presente.

      Rememorar constantemente malas experiencias pasadas conduce a la vic­timización. Victimizarnos a nosotras mismas es renunciar al ejercicio de nues­tras facultades y dejar escapar las oportunidades de trascendencia que la vida nos ofrece, buscando la conmiseración de los demás como excusa para no vivir plenamente el presente.

      Es frecuente escuchar quejas como esta: “Todo lo que me pasa es culpa de lo que viví en mi infancia”. Nadie dijo que aprender a vivir remontando las malas experiencias del pasado sea tarea fácil. De hecho, no lo es. El apóstol Pablo, en el versículo de hoy, enfatiza que implica esfuerzo denodado, hacien­do en el presente lo que toca, para llegar finalmente a ser lo que el Señor desea que seamos.

      No sé cuál es tu experiencia, pero puedo estar casi segura de que, en este mundo lleno de maldad, no siempre has estado en un “lecho de rosas”. El após­tol presenta tres desafíos para vivir una vida con sentido:

       Olvidar lo que queda atrás es usar nuestra inteligencia emocional para echar mano de la ayuda СКАЧАТЬ