Название: Pinceladas del amor divino
Автор: Erna Alvarado Poblete
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: Lecturas devocionales
isbn: 9789877982817
isbn:
¿Sabes que eres mujer?
“¡Muchas mujeres han hecho el bien, pero tú las sobrepasas a todas!” (Prov. 31:29, RVR 95).
Ser mujer hoy no es tan sencillo como antaño, cuando los roles estaban definidos, incluso desde antes de nacer. La mujer hoy tiene que encontrar su esencia en un sinfín de corrientes filosóficas; ¿con cuál se identificará? Algunas organizaciones y grupos se han creado para promover una lucha de fuerzas interminable entre lo femenino y lo masculino, pero ser mujer es sencillamente descubrir, aceptar y disfrutar de nuestras cualidades personales. La fuerza de una mujer no se prueba luchando contra los varones; se prueba en el campo de batalla de la vida y desde su propia trinchera.
La fuerza femenina no solo se pone a prueba a la hora de dar a luz; la mujer la ejerce al ser tierna y a la vez firme y decidida cuando se trata de poner a salvo a su familia y a ella misma. La fuerza de su autoridad deriva de sus sólidas convicciones; siembra valores con creatividad amorosa; nunca atropella la dignidad del otro; se arrodilla ante Dios con lágrimas y súplica, gime y llora, para levantarse renovada y llena de fortaleza para actuar, dar, proponer, moldear, conducir y salvar.
No malgastes tu vida quejándote de tu posición en ella por el mero hecho de haber nacido mujer. “Sácale el jugo” a tu condición femenina; “recrea” todos los días la perfecta creación que Dios decidió que fueras tú. Muéstrate delante del Señor con honestidad y él reparará los daños que las circunstancias puedan haber causado en ti. No malgastes tu fuerza cargando complejos, rencores y resentimientos relacionados con el sexo con el que naciste. No alimentes tu vida de miedos innecesarios ni de tristezas ajenas. No dejes que los daños que te han causado otros se transformen en enfermedades incurables que se enquisten en tu ánimo para siempre.
Ninguna noche, por larga que fuera, ha sido nunca capaz de impedir la salida del sol. Ámate y ama con todo tu corazón al que te creó. Ríndele honor cumpliendo sus propósitos en tu vida. La derrota no existe con Cristo, y en tus caídas él te levanta con el mismo amor de siempre. Detrás de las lágrimas hay risas; oculto en el dolor hay placer. La tristeza sirve para llevarte a los pies del Señor; la alegría te hace levantar la vista al cielo y alabar. Alaba al Señor por el hecho de que eres mujer.
15 de marzo
Ser madre
“Yo y los hijos que me dio el Señor somos señales milagrosas para Israel, puestas por el Señor todopoderoso que vive en el monte Sion” (Isa. 8:18).
La maternidad es un atributo distintivo de la mujer; algunos estudios refieren que aun las mujeres sin hijos ejercen su maternidad de alguna manera. Y, sin duda, cientos de observaciones confirman este planteamiento. La ternura distintiva de la mujer se pone en acción en múltiples actos sencillos de la vida. La mano de una mujer levanta con delicadeza al ave caída del nido, la arropa en su pecho y la hace vivir. Ella puede consolar el llanto de un niño con una simple caricia envuelta en amor. Su conformación física, así como sus cualidades espirituales y emocionales, enriquecen su función maternal.
La maternidad es una vocación sublime con alcances eternos. La mujer maternal recrea la imagen de Dios en la vida de sus hijos. También forma vidas, aun sin tener hijos. La maternidad conecta a la mujer con Dios, de quien obtiene su fuerza moral, para convertirse así en embajadora del Cielo y maestra del bien.
La mujer madre es vocera de Dios; revela lo sagrado de su vocación no solo en su familia, sino también en la gran familia humana que está formada por todos los hombres y mujeres que habitan el planeta Tierra. Ella hace un compromiso con ella misma. Hace de sus cualidades virtudes, desde donde saca fuerza moral para conducir, enseñar, corregir y aplicar disciplina.
A pesar del tiempo, de los avances tecnológicos, de los descubrimientos científicos, de la nueva moral y de tantos otros cambios propios de la llamada posmodernidad, la función maternal sigue intacta; sin embargo, el momento actual exige intención personal para ejercerla de acuerdo con los propósitos de Dios.
Querida amiga que eres madre, es necesario que pongas la mira más allá de la realidad presente, y con fe denodada te arrodilles reverente ante la majestad del cielo y supliques por todos los hijos: por los pequeños que están en casa, por los jóvenes que intentan escapar de nuestros brazos y por aquellos que volaron del nido y están en la lejanía, mas no alejados de nuestro corazón.
Es hora de orar y de abrazar a los huérfanos que, por circunstancias de la vida, han sido arrancados del regazo materno. El tiempo de responder ante Dios por ellos está a la puerta.
16 de marzo
Ser esposa
“Las esposas deben estar sujetas a sus esposos como al Señor” (Efe. 5:22).
En audiencias conformadas por esposos y esposas, he observado con curiosidad y asombro una sonrisa de beneplácito en los varones y un ceño un tanto adusto en las damas cuando leo literalmente lo que dice la Biblia acerca de la postura de la esposa frente al esposo: “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor” (Efe. 5:22, RVR 95). Me imagino que esto es consecuencia de la comprensión equivocada que algunos tienen acerca de la sumisión de la esposa de la que Dios habla en su Palabra.
Si entendemos que la sumisión pone a la esposa en una situación de sometimiento e inferioridad, donde su voluntad está sujeta a la voluntad del esposo y no tiene libertad de decisión, es lógico pensar que las damas se sientan incómodas con tal concepto. Es en este punto donde debiéramos preguntarnos: ¿Debe la esposa cristiana estar sujeta a su marido? ¿Es un mandato que sigue vigente para las esposas de hoy? ¿Y qué significa estar sujeta a él? Recordemos que la Palabra de Dios es eterna, inamovible a pesar del tiempo. La sumisión bíblica pone a las esposas en una posición de privilegio; las sitúa bajo la protección y el cuidado de un hombre que las respeta y las ama en la prosperidad y en la adversidad. La mujer sujeta a su esposo no se convierte en su propiedad, no se queda sin voluntad ni sin capacidad de tomar decisiones por sí misma.
Sujeción no es servilismo; es reconocer el rol que el esposo tiene en el hogar. Dios no es honrado cuando las esposas usurpan el liderazgo del esposo, anulando su personalidad y menospreciando lo que hace por ella y por la familia. He visto a mujeres agobiadas y cansadas, entre ellas yo misma, en el intento por tener el control total y absoluto de la familia, incluyendo al esposo. La naturaleza masculina fuerte, decidida y concreta es necesaria para disciplinar y educar a los hijos, para sostener a la familia y para proteger a la esposa.
Bajo el liderazgo de un esposo que se sujeta a Dios, las esposas están seguras y protegidas, tratadas como vaso frágil y en condición de servir a la familia con gozo y gratitud. Quizá hoy sea un día para que mires a tu esposo con admiración por lo que hace por la familia y para que demuestres tu agradecimiento con unas cuantas palabras de aprecio y elogio.
17 de marzo
Ser novia
“Mientras tanto, Isaac había vuelto del pozo. [...] Había salido Isaac a meditar al campo, a la hora de la tarde. [...] Rebeca también alzó sus ojos [y] vio a Isaac. [...] Tomó ella entonces el velo y se cubrió. [...] Luego Isaac la trajo a la tienda de su madre Sara, y tomó a Rebeca por mujer y la amó” (Gen. 24:62-67, RVR 95).
El noviazgo es una de las etapas más emocionantes en la vida de una mujer. Es ese tiempo cuando el amor entre un hombre y una mujer se consolida y se empieza a visualizar el matrimonio con esa “persona especial” que ha llenado tus expectativas. СКАЧАТЬ