A cuadro: ocho ensayos en torno a la fotografía, de México y Cuba. Beatriz Bastarrica Mora
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СКАЧАТЬ imágenes en secuencia del caballo “Sallie Gardner” que realizó el inglés Eadweard Muybridge (1830-1904) entre 1878 y 1879, y sus estudios posteriores sobre locomoción animal, se convirtieron en el antecedente paradigmático de la congelación del movimiento y enfilaron junto a otros factores la creación del kinetoscopio y el cinematógrafo, que, en contraposición, funcionarían para crear imágenes en movimiento a partir de cuadros fijos.

      Por otro lado, en 1874 Pierre Jules Janssen (1824-1907) registró el paso de Venus frente al Sol con un revólver fotográfico, y múltiples dispositivos que generaron imágenes sorprendentes fueron creados por el francés Étienne-Jules Marey: diseñó el fusil fotográfico, una cámara de disco giratorio, y una estación para estudios fisiológicos donde ideó el uso de ropa o marcas blancas para fotografiar el movimiento de sus modelos sobre fondo negro. Sus fases de movimiento se impresionaban hasta sesenta veces por segundo en el mismo soporte.

      En el ámbito científico, la sensibilidad de las emulsiones se aplicó a su máximo nivel. Las imágenes de Janssen, Muybridge, Marey y otros estudiosos se difundieron ampliamente, y no tardaron en llegar a México, donde circularon a través de la prensa y de libros instructivos sobre fotografía. Estos libros tradujeron a un lenguaje práctico y sencillo para los aficionados, los nuevos usos y aplicaciones de la fotografía, así como los más recientes dispositivos y soportes fotográficos (la placa seca, los obturadores y las cámaras portátiles).

      El francés Albert Londe (1858-1917), que se dedicó a divulgar la fotografía científica, y a promover la fotografía excursionista y la fotografía instantánea, escribió sobre el sentido del juego y el sentido artístico en relación con la captura del movimiento. Londe sugería a los aficionados realizar escenas de género, es decir, fotografía en exterior con modelos vivos, donde encontraba libertad, vida y originalidad, en lugar de practicar el retrato de estudio; sus publicaciones se difundieron en México en sus ediciones francesas y en castellano (Londe, 1886, 1888: 86, 1889). Por otro lado, el austriaco Josef María Eder (1855-1944), especialista en química fotográfica, presentó en su libro La photographie instantanée otro abanico de usos y aplicaciones de la fotografía. Eder promovió la práctica de la fotografía instantánea dentro y fuera del estudio fotográfico. Abordó los géneros tradicionales del retrato y el paisaje, y fue en relación con el segundo que señaló la posibilidad de hacer nuevos elementos: la presencia de personajes o seres animados; al resultado le llamó “paisaje de género”, es decir, paisaje costumbrista. Consideraba que este presentaba “más de movimiento y más de natural que las fotografías de antes” (a causa de la captura de fracciones de segundo) (Eder, 1888: 62), presentó como ejemplos fotografías de campesinos trabajando la tierra o simulando el fin de una jornada de trabajo, así como escenas al borde del río o del mar hechas por el fotógrafo pictorialista Henry Peach Robinson.

      La fotografía, que desde sus orígenes tuvo una relación estrecha con la pintura, obtuvo de ella modelos de representación. Entre esos modelos figuró la adaptación de los géneros pictóricos del retrato y el paisaje a las cualidades materiales y plásticas de la fotografía. Así como algunos pintores lamentaban la incapacidad de su propio medio para representar lo visible de manera detallada y fiel, como hacía la fotografía, los fotógrafos enfrentaban otros impedimentos. La precisión en los detalles y el “parecido” eran valorados en la fotografía, sin embargo, antes del desarrollo de la placa seca era muy difícil generar una imagen “fiel” de lo visible, a menos que los objetos y seres a fotografiar se mantuvieran inmóviles durante el tiempo en que el objetivo de la cámara estuviera abierto. De otro modo, las figuras aparecían borrosas o su imagen no se fijaba en la emulsión.

      Los fotógrafos podían representar cuadros detallados y precisos, siempre y cuando hubiera ausencia de movimiento. Esta limitación alcanzaba todo tipo de actividad fotográfica, y entre ellos a los que pretendían abordar temas y géneros originalmente pictóricos. El paisaje y el retrato fotográficos no suponían mayores problemas a pesar de que extrañaban la presencia de seres u objetos dinámicos. Cuando se trataba de paisaje las fotografías debían hacerse en días sin viento, ya que este agitaba el follaje de los árboles. Y en el retrato de estudio el control del movimiento se solucionaba con el uso de apoya cabezas para los modelos.

      No obstante, apremió la voluntad de sorprender el trajín de la vida cotidiana y de elaborar escenificaciones controladas. La presencia de movimiento era crucial para la realización de escenas fotográficas. Estas requerían del registro de una o varias acciones, o al menos de pequeños gestos que sugirieran el paso del tiempo y la intención de movimiento. Las temáticas de la pintura de historia y de la pintura costumbrista no podían ser adaptadas al medio fotográfico si este seguía atado a la generación de imágenes fijas e inmóviles.

      Se ha escrito que la extraordinaria fotógrafa británica Julia Margaret Cameron (1815- 1879) fue pupila de Rejlander. Ella elaboró composiciones alegóricas con referencias a la poesía, la mitología y a episodios históricos y bíblicos en el estudio fotográfico de su casa en Freshwater, en la isla de Wight, Inglaterra (Moreto, 2015). En lugar de las atmósferas cristalinas y el detalle minucioso de la fotografía de estudio de la época, las puestas en escena de Cameron se sumieron en ambientes espesos donde los contornos de las figuras delimitaron suavemente fondos y formas. El uso de foco diferencial y los prolongados tiempos de exposición a los que obligaba la técnica del colodión, sumados a las vibraciones generadas por la contención del movimiento de los modelos, resultaron en escenas únicas donde las acciones y los gestos no tuvieron lugar, pero sí una idea de la belleza impregnada del prerrafaelismo.

      William Lake Price (1810-1896) y Henry Peach Robinson (1830-1901) utilizaron, al igual que Rejlander (de cuyo trabajo fueron seguidores), varios negativos para realizar escenas. Esta técnica se convirtió en una herramienta para que los fotógrafos con intenciones artísticas pudieran sortear las limitaciones técnicas del medio. Robinson abordó el campo y sus trabajadores, pero a diferencia de Rejlander o de Cameron se interesó menos por la intensidad de sus cuadros y por abordar conceptos o significados, y más por modelar efectos, como se ve en la bucólica Autumn (1863). Sin embargo, Robinson abordó con gran éxito la penosa cotidianidad de tres mujeres en A Cottage Home (ca. 1860), y la trágica muerte de una joven mujer en Fading Away (1858) (de la que se ha interpretado que aborda la pérdida de la virtud femenina, con intenciones moralizadoras). En cambio, la obra de Rejlander y Cameron, se caracteriza por el sentido de plasticidad que desarrollaron. Otros destacados fotógrafos artistas que elaboraron escenas con referencia a novelas, poesía, pasajes religiosos o episodios históricos fueron William Lake Price y Charles Lutwidge Dogson (Lewis Carroll, 1832-1898).

      26 Requena nació el 19 de junio de 1860 en Ciudad del Carmen, Campeche. El mobiliario de la que fue su casa se encuentra ahora en Quinta Gameros, en Chihuahua (Fossas Hube, 2007: 28-31; Uribe Salas, 2003; Amézaga Heiras, 2015: 210-X).

      27 “Sociedad Fotográfica Mexicana”, El Tiempo, 27 de abril de 1904. “Sociedad Fotográfica Mexicana”, La Voz de México, 25 de abril de 1904.

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