En unión sagrada con un pastor. Somerville Mary
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Название: En unión sagrada con un pastor

Автор: Somerville Mary

Издательство: Bookwire

Жанр: Религия: прочее

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isbn: 9781629461519

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      Jesús nos ha dado el principio de “primero lo primero” (establecer prioridades). Él dijo que debemos buscar primero el reino de Dios y su justicia y lo demás nos será añadido (Mateo 6:33). ¿Cuál debería ser nuestra prioridad? Nuestra relación con Cristo. Si no tenemos suficiente tiempo para Él, entonces estamos demasiado ocupados. Una esposa de pastor se lamentó de que no tenía el tiempo suficiente para llevar la vida de oración que le gustaría. ¡Me puedo identificar con eso!

      Déjame animarte a mirar detenidamente a los compromisos que has hecho a través de tu vida. ¿Debes decirle no a algunas cosas? ¡Sí! Debes aceptar sólo las cosas que se relacionan a tu llamado divino y rechazar los extras. En un principio, esto puede ser difícil de realizar, pero es mucho mejor para nosotros el hacer nuestras prioridades bien, que tratar de hacer todo pobremente.

      Existe la posibilidad de agotarse físicamente y eso nos puede llevar a experimentar respuestas emocionales que no deseamos. En lugar de estar atrapados por la tiranía de lo urgente, debemos crear un plan para hacer el mejor uso de nuestro tiempo.

      Aún más, como amas de casa, necesitamos organizarnos (2 Corintios 14:40). Puedes hacer una gráfica para mostrar las horas de la semana y realizar una agenda. En la mía, lo primero que hago es agendar las cosas importantes que debo realizar en el día. Como no utilizamos un reloj marcador para llevar el tiempo, este puede escaparse fácilmente, y podremos notar al final del día que a veces no cumplimos con las cosas más importantes. Como Dios es lo primero, podemos dejar que Él reacomode nuestra agenda en cualquier momento, y debemos permitírselo sin vacilar.

      Hay muy buenos libros que hablan sobre cómo podemos desarrollar habilidades organizacionales, con el fin de hacer más, sin tanto estrés. Sé que tú, al igual que yo, deseas estudiar para ser la mejor para tu esposo y para la gloria de Dios. Consulta mis Recursos Recomendados en el apéndice.

       4) Mantener a la familia primero

      Cuando participas en el llamado de tu esposo, te conviene hacerlo de tal forma que no domine tu vida familiar. No necesitas vivir, respirar, comer y dormir su ministerio. Pablo le dijo a Timoteo que un obispo debía gobernar bien su casa; de lo contrario, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios? (1 Timoteo 3:4-5) El hogar y la iglesia son dos responsabilidades diferentes y tu esposo deberá manejar ambas de manera eficiente. Bajo su autoridad, tú deberás manejar el hogar.

      Tú, como esposa, puedes tratar de asegurar que tu familia no termine enfocándose en las necesidades de la congregación todo el tiempo. Los niños pueden conocer algunas de las necesidades y orar como familia por ellas; sin embargo, no tienen que dominar tu vida familiar. Debemos mantener nuestras prioridades: la familia primero, después el ministerio y, por último, la recreación y otros intereses. No queremos que nuestros hijos se sientan menos importantes que el ministerio. Se necesita un esfuerzo consciente para continuar asegurándoles que ellos son nuestra prioridad y nuestra mayor bendición.

      Estar al cuidado de padres enfermos o ancianos también será prioridad. Tuvimos a mi padre en nuestra casa el último año de su vida, cuando él necesitaba cuidado constante. No es necesario decir que gran parte de nuestro tiempo se consumía por eso, pero la familia y la iglesia comprendían la situación y nos alentaban a continuar.

       5) No añadir a la carga de tu marido

      ¿Podría la siguiente situación pasar en tu hogar? “Cariño, ¿te has percatado que el cuarto de cunas necesita pintarse?” “La iglesia que está cerca de la nuestra tienen una cartelera muy llamativa, ¿no deberíamos hacer lo mismo?” “¿Cuándo vas a mandar a limpiar las hojas que se han acumulado por la oficina?” ¡Y así seguimos y seguimos! Si eres como yo, harás notar las necesidades que consideras que tu marido debe atender —personas que requieren ser visitadas o contactadas telefónicamente, cosas que requieren arreglo en la iglesia y eventos que deben estar en el calendario de la iglesia.

      Nuestros maridos no necesitan presión extra de nuestra parte. Es su responsabilidad manejar la iglesia de Dios, no la nuestra. La Escritura nos dice, “Así que, cada uno someta a prueba su propia obra, y entonces tendrá motivo de gloriarse sólo respecto de sí mismo, y no en otro; porque cada uno llevará su propia carga” (Gálatas 6:1-5). Sin embargo, bastante a menudo, nosotros como esposas tomamos cargas que no nos corresponden y después pasamos esas cargas a nuestros maridos.

      ¿Cómo entonces podemos aligerar la carga de nuestro marido en lugar de añadir a ella? Para ayudar a mi esposo, los lunes por la mañana hago una lista con las necesidades que vi en la iglesia el domingo. Durante la semana, trabajo en esa lista (me gusta enviar tarjetas de “mejórate pronto”, notas de aliento, cartas de ánimo y tarjetas felicitando por un nuevo nacimiento). Esto ayuda a tomar algo de responsabilidad en el ministerio, sin añadir carga a mi esposo.

      Si aún vemos la necesidad de darle alguna sugerencia, debemos tener cuidado en encontrar el tiempo indicado para hacerlo. Es especialmente importante el no traer el ministerio a la cama. Necesitamos dejar que nuestros esposos vayan a la cama en paz, sin un recordatorio de cosas que están pendientes por realizar. Esto es una tentación muy real, debido a que, muchas veces, es la única ocasión que tenemos la atención total de nuestro esposo. Pero, a esa hora del día, cuando ya nada productivo puede hacerse, las sugerencias parecen ser quejas.

      Es bueno poner límites. Ya es suficiente, no podemos hacer todo. Por lo tanto, debemos confiar en que la gente de la iglesia se haga cargo de ciertas cosas, o bien, atenderlas en otro momento. Una grey bien instruida regularmente se hará cargo de las necesidades de otras personas, incluso antes de que lleguen a oídos del pastor.

       6) Aceptar ayuda de otros

      De la misma manera en que recibimos mayor gozo al dar que al recibir, debemos permitir a otros que nos ministren como familia. Así, ellos también podrán experimentar ese gozo. Pablo escribió lo siguiente sobre las iglesias en Macedonia,

      Pues doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aún más allá de sus fuerzas, pidiéndonos con muchos ruegos que les concediésemos el privilegio de participar en este servicio para los santos. Y no como lo esperábamos, sino que a sí mismos se dieron primeramente al Señor, y luego a nosotros por la voluntad de Dios (2 Corintios 8:3-5).

      Pablo permitió que los cristianos atendieran sus necesidades. Él les dijo que serían enriquecidos por la libertad de dar para el ministerio (2 Corintios 9:11). Si nosotros no permitimos que la grey atienda nuestras necesidades, entonces les estamos quitando la bendición.

      Sería bueno que nos examináramos en esta área. ¿Sofocamos a veces los deseos que las personas tienen de ayudarnos, al no hacerle saber a nadie nuestras necesidades? Una forma de recibir ayuda y aliento es pedirle a una esposa de pastor más madura que nos enseñe, ya sea en persona o a través de una llamada telefónica. ¡Qué gran bendición puede ser esto para ambas!

       7) Descansar un día a la semana

      Bob y yo estábamos muy interesados en escuchar lo que el presidente de nuestro seminario diría en su conferencia titulada: “Cómo Sobreponerse al Estrés del Ministerio”. Su punto principal establecía que la mejor manera de manejar el estrés es el tener un día de descanso cada semana—eso es, obedecer el cuarto mandamiento. ¡Qué solución tan sencilla para un problema tan grande!

      Descansar un día a la semana, no es sólo una buena idea, es idea de Dios, una ordenanza de la creación.

      Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu СКАЧАТЬ