En unión sagrada con un pastor. Somerville Mary
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Название: En unión sagrada con un pastor

Автор: Somerville Mary

Издательство: Bookwire

Жанр: Религия: прочее

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isbn: 9781629461519

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СКАЧАТЬ necesario que conozcamos a Dios, así podremos confiar en Él como lo hizo Job. La única manera de conocer a Dios es a través de Su Hijo Jesucristo. Si verdaderamente logramos dar un vistazo a Jesús, nos veremos obligados a adorarle a Él y deleitarnos en Él por sobre todas las cosas.

      La Palabra de Dios nos dice, “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?” (2 Corintios 13:5). Sí, incluso nosotras como esposas de pastor necesitamos probarnos a nosotras mismas.

      Una muy querida amiga vino por fe a Jesucristo reconociéndole como Salvador después de que se casó con un graduado del seminario. Era una mujer muy dulce de quien este hombre se enamoró, pero nunca había comprendido la dolorosa verdad de su insuficiencia al cumplir los estándares de perfección de Dios y confiar en la muerte de Cristo en la cruz. Ella había confiado durante toda su vida en su propia bondad, no dándose cuenta de su miseria ante Dios y que necesitaba de Su gracia para la salvación. Que gozo fue para ambos cuando ella nació de nuevo en la familia de Dios solo por fe (Juan 3:1-21).

      No se trata de si somos suficientemente buenos o incluso si somos religiosos. Todo es por la gracia de Dios. Como Job, debemos arrepentirnos de nuestros pecados y confiar en la salvadora muerte de Cristo. Es nuestra pobreza de espíritu, debemos darnos cuenta que no es por nuestra habilidad de hacer que Dios nos ame porque toda nuestra justicia es como trapos de inmundicia ante Él (Isaías 64:6). Es necesario tener una experiencia personal con el increíble amor de Dios y confesar que Él es Dios y Salvador. La salvación es un don de Dios (Efesios 2:8-9).

      ¿Cómo probarte a ti misma si estas en la fe? Hazte las siguientes preguntas, “¿He respondido a Su gran amor al confiar personalmente en la cruz de Jesús, quien es Dios encarnado, pagando todos mis pecados? ¿He confesado a Cristo como mi Señor y Salvador—el Único que ha perdonado mis pecados y me ha justificado ante Dios?”

      Cuando nos unimos a Cristo a través del nuevo nacimiento, cada momento que compartimos con Él es de gran satisfacción en nuestra vida y tienes una pasión por glorificar a Dios en todo lo que haces.

      El rey David tenía esa relación de un alma satisfecha en Dios. Conoció al Pastor personal e íntimamente siendo él un joven pastor. Podrías tu decir como David en el salmo con todo tu corazón, “Jehová es mi pastor; nada me faltará” (Salmo 23:1).

      Debido a que el Pastor se convirtió en el sacrificio y pagó el precio de nuestro pecado, tu y yo tenemos todo lo necesario. Satisface todas nuestras necesidades—de perdón, restauración, guía, protección en medio del peligro, consuelo, bendición, gozo, bondad, misericordia y además el cielo. Él es nuestra sabiduría, rectitud, sacrificio y redención (1 Corintios 1:30). Él es todo lo que necesitamos para la salvación y vivir la vida de fe para complacer a Dios y satisfacer nuestra propia alma.

      En el maravilloso tratado acerca de la supremacía de Cristo en todas las cosas, Pablo escribe, “Y Él es ante todas las cosas, y todas las cosas en Él subsisten; y Él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, Él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia” (Colosenses 1:17-18).

      Querida amiga, ¿has buscado hacer de Jesucristo la preminencia de tu vida? No podemos hacerlo en nuestra propia fuerza. Pero a medida permanecemos en Él, se convierte en nuestro todo en todo.

       Permaneciendo en Cristo

      Justo antes de que Jesús fuera a la cruz, Sus palabras de despedida fueron dirigidas a Sus discípulos, quienes en breve estarían enfrentando la devastación de Su muerte. Les dio la hermosa imagen de Él como la vid y Sus discípulos como los pámpanos (Juan 15:1-17). No puede haber una relación más cercana que esa. Los pámpanos tienen la vida y nutrientes por medio de la vid—todo lo que necesita para crecer y ser fiel. Jesús les dijo que debían estar unidos a Él como los pámpanos estaban unidos a la vid. Esto nos ilustra la dependencia y constante comunión entre Cristo y nosotros y que es Él mismo quien produce el fruto en nuestras vidas a través de esa conexión viva.

      El llevar fruto es importante. Jesús dice, “Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitaré” (Juan 15:2). Si tenemos esa conexión con Jesús, tendremos frutos visibles—el fruto del Espíritu que crece en nuestra propia experiencia, otras personas que vienen a los pies de Cristo y sus vidas son edificadas al nosotros instruirlas. Pero si nuestras vidas no dan fruto serán quitadas (juzgadas). El Jardinero celestial se deshace de las ramas secas para que las ramas vivas puedan mostrar que son realmente de Él. Él poda y recorta las ramas para que lleven más fruto. Este puede ser un proceso doloroso, pero Él nos poda por un propósito lleno de amor—para que cada pámpano pueda ser más fiel. Esta enseñanza de Jesús nos impulsa a examinar nuestras vidas acerca de nuestro fruto.

      ¿Estás llevando fruto? Ten en mente que el fruto generalmente se da cuando hay pruebas. Esas pruebas que probablemente estemos pasando en el ministerio están produciendo fruto para Su gloria, por las cuales Él nos recompensará. ¡No es increíble que sea Él quien produce el fruto y después nos recompense por ello! Él desea que hagamos cosas más grandes que las que Jesús hizo en la tierra y esto trae gloria a sí mismo (Juan 14:12-14, 15:7,16, 16:23-24,26).

      ¡Qué maravilloso es darnos cuenta que no tenemos que producir fruto por nuestras propias fuerzas! Él está viviendo Su vida a través de la nuestra. Apartados de Él nada podemos hacer—no dice “algunas cosas”, dice ¡nada! Pero a través de Él podemos hacer todas las cosas (Filipenses 4:13). Él es nuestra fuente de vida, gozo y consuelo. Siendo uno con Cristo, así como sus discípulos, podemos llevar acabo Su comisión de ir y hacer discípulos en cada nación y enseñarles sus mandamientos.

      Estar unidos a la vid es lo mismo que ser llenos del Espíritu, como nos dice Efesios 5:18. Si vivo en obediencia a Su palabra viviendo una vida de pureza, confesando todos mis pecados y dependiendo de Su poder para producir fruto en mi vida, estoy siendo lleno de Su Espíritu.

      Jesucristo vive dentro de nosotros en la persona del Espíritu Santo, ¿pero lo contemplamos en todo lo que hacemos? ¿Sus pensamientos dominan nuestra vida? ¿Nuestros pensamientos se basan en Él al despertar y antes de irnos a dormir? ¿Por qué será que constantemente dejamos que nuestras mentes se desvíen a cosas menos importantes si no hay nada que se le compare a Él y habitar en Su hermosura?

      En cuanto pongamos ante Él lo que hacemos, todas las cosas que realicemos serán como actos de adoración. Estallará nuestro corazón de alabanza si constantemente pensamos en Su gracia y amor. Vivir constantemente en la presencia del Señor Jesús traerá gozo a nuestras vidas.

      Para poder soportar el peso constante del ministerio y poder crecer en el fruto del Espíritu debemos tener esa vital conexión con Jesucristo. No hay otra forma para poder llevar esta clase de vida.

      Viviendo a través de la Palabra de Dios

      ¿Cómo nutrimos esta unidad con Jesucristo? ¿Cómo llevar a la práctica de nuestra vida diaria el valorar a Cristo sobre todo y permanecer en Él?

      Jesús dijo, “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho” (Juan 15:7). Escuchar y obedecer Su Palabra debe ser importante para nosotros.

      Para poder comprender la importancia de esto necesitamos ver la historia donde Jesús llevó a tres de Sus discípulos a la montaña a orar. Cuando Jesús comenzó a orar, Su gloria fue evidente y Sus ropas se volvieron blancas y resplandecientes. Moisés y Elías vinieron a hablar con Él acerca de su próxima muerte. Después de quedarse dormidos durante el tiempo de oración, los discípulos despiertan para ver la gloria de Jesús y a los dos hombres СКАЧАТЬ