Название: Papel pintado
Автор: Diego Giacomini
Издательство: Bookwire
Жанр: Зарубежная деловая литература
isbn: 9789505567782
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Dado que todo el proceso de la acción humana o de la función empresarial implica un conocimiento exponencialmente creciente en cantidad y complejidad, solo es posible si hay cada vez más población. Justamente, la población se sextuplicó, pasando de mil a siete mil millones en los últimos 200 años. En este período, el ser humano salió de la pobreza estructural en la cual vivió a lo largo de casi toda su historia. En este mismo período, la expectativa de vida aumentó y tanto la mortalidad al nacer como la mortalidad infantil se desplomaron. Detrás de todo este reciente y veloz progreso de la civilización está la función empresarial con uno de sus grandes inventos: el dinero. Sin dinero no habría ni progreso tecnológico ni desarrollo de la civilización.
¿Qué es la acción humana? Es una conducta deliberada y continuamente dinámica, que intenta permanentemente descubrir o crear medios que sirvan para alcanzar nuevos fines. La acción humana es ejercida por toda persona que actúa para modificar el presente y conseguir sus objetivos en el futuro. Las palabras clave son “fin” y “medio”. Cuando se encara una acción para alcanzar un determinado fin, es porque su valor subjetivo es superior al de los costos de perseguirlo. El beneficio (valor - costo) es la ganancia que se obtiene de la acción humana y el incentivo de esta. En este sentido, la acción humana es siempre racional: si se persigue un fin es porque, al menos a priori, se estima que dará beneficios. Obviamente puede haber errores. Solo los percibimos después de los hechos.
Obviamente, el dinero no surgió de un día para otro. No fue una decisión política ni mucho menos la invención de un genio o de un conjunto de mentes brillantes; surgió como consecuencia no prevista de un proceso social dinámico y espontáneo hecho de millones de esfuerzos individuales. Al igual que el lenguaje, el mercado o el derecho, el dinero fue el fruto de millones de interacciones espontáneas a lo largo del tiempo que, agregando capas y capas de información subjetiva, terminaron por dar forma al dinero.
En el capítulo VIII de sus Principios de Economía Política (9), que versa sobre la teoría del dinero, Menger explica que “el origen del dinero (que debe distinguirse del subgénero de las monedas acuñadas) es, como hemos visto, del todo natural y, por consiguiente, solo en muy contados casos puede atribuirse a influencias legislativas. El dinero no es una invención estatal ni el producto de un acto legislador.” Más abajo agrega: “El hecho de que unas determinadas mercancías alcancen la categoría de dinero surge espontáneamente de las relaciones económicas existentes, sin que sean precisas medidas estatales.” Más tarde, cuando versa sobre el dinero propio de cada pueblo y cada época, Menger sostiene que “el dinero no es el producto de un acuerdo previo de los agentes económicos y menos aún el resultado de unos actos legislativos. Tampoco es una invención de los pueblos. Dentro de cada pueblo, algunos individuos económicos aislados fueron adquiriendo, a medida que tenían una mejor comprensión de sus intereses económicos y paralelamente con ella, el conocimiento, ya casi obvio en sus circunstancias, de que al entregar unas mercancías de escasa capacidad de venta por otras más vendibles, estaban dando un paso importante por la senda de sus especiales objetivos económicos”.
Ninguna persona individual se sentó y concibió un medio universal de intercambio. Nadie habría advertido, por sí solo, el progreso que implicaba la invención del dinero. Tampoco un gobierno impuso la utilización de un determinado bien como dinero con el propósito de abandonar el trueque y pasar a una economía monetaria; de hecho, no hay registro de tal acontecimiento, aun cuando el dinero se usó en todas las civilizaciones antiguas. Además, parece poco probable puesto que un gobernante, aún asesorado por los mejores consejeros, introdujera el dinero sin haberlo puesta a prueba antes. Sin mencionar que, si el dinero hubiese surgido de algún gobernante, habría sido una gran intervención del Estado en la vida económica. Sería un caso muy extraño, porque habría sido una intervención por única vez. No habría habido “camino de servidumbre” (10), o sea, intervención seguida de más intervención. Luce poco probable. Por el contrario, si el dinero hubiese sido un invento gubernamental, luego de la invención el gobernante habría especificado también los tipos de cambio respecto a todos los bienes y servicios. El dinero habría nacido con control y fijación de precios. Con toda probabilidad habría fracasado; pero, en cualquier caso, habría registros históricos del hecho, que no es el caso.
De modo que el dinero no fue inventado por ningún gobierno. Como dice Jesús Huerta de Soto: “Se da así la paradójica realidad de que las instituciones que son más importantes y esenciales para la vida del hombre en sociedad (morales, jurídicas, económicas y lingüísticas) no son creaciones deliberadas del hombre mismo, pues este carece de la necesaria capacidad intelectual para asimilar el enorme volumen de información dispersa que las mismas conllevan y generan. Por el contrario, estas instituciones forzosamente van surgiendo de manera espontánea y evolutiva del proceso social de interacciones humanas (…)” (11).
El dinero fue surgiendo espontáneamente en diferentes sociedades y culturas. Fue adoptando diferentes formas en cada sociedad y, a su vez, dichas formas fueron cambiando. Como bien dice Menger: “El dinero es el producto natural de la distinta situación económica de distintos pueblos, o dentro de unos mismos pueblos, de distintos períodos de su historia” (12).
d) Del ganado a la moneda
El primer medio general de intercambio que surgió fue el ganado, ya que era la mercancía con mayor capacidad de venta. Poco a poco la gente comenzó a cambiar sus bienes por cabezas de ganado para luego vender dichos animales a cambio de los bienes que necesitaba para satisfacer sus necesidades. Hay que destacar que la aparición del ganado como dinero no fue de un día para otro, ni masiva. Al comienzo, un pequeño grupo advirtió que era ventajoso cambiar sus bienes por ganado; a medida que estos visionarios progresaron, sus pares les fueron imitando. Así el uso de dinero fue haciéndose masivo.
¿Por qué el ganado era la mercancía más demandada? En el Neolítico, antes del surgimiento de las primeras civilizaciones, los pueblos eran mayormente nómades. Los animales domésticos constituían la porción principal de las posesiones de cada individuo. En un entorno sin carreteras, el hecho que el ganado se pudiera autotransportar fue clave para que se convirtiera en dinero. El ganado era más fácil de transportar que cualquier otra mercancía. Y tenía otras características muy ventajosas para convertirse en dinero: suficiente capacidad de conservación, bajo costo de mantenimiento y fácil guardado al aire libre.
De modo que se acumulaba la riqueza en rebaños. Los pagos del intercambio, los precios de los bienes y servicios, así como las multas y castigos, se calculaban por cabezas de ganado en pie. Hay registros del ganado como dinero en numerosos pueblos antiguos: por ejemplo los de la península itálica, los germánicos, los asiáticos orientales o los semitas, tal como se ve en numerosos pasajes del Antiguo Testamento.
Con el florecimiento del artesanado, sin embargo, el ganado fue perdiendo capacidad de venta. Los animales constituían un problema para los residentes en los pueblos, ya que ocupaban un espacio que comenzó a ser más escaso. El ganado comenzó a dejar de ser la mercancía más vendible y así comenzó a dejar de ser dinero. Los metales pasaron a ser, progresivamente, las mercancías con mayor demanda. No cualquier metal, sino los de mayor uso: el cobre, la plata y el oro. Con el cobre los campesinos hicieron sus primeros arados de metal, los guerreros sus primeras armas y los artesanos sus primeros instrumentos. Paralelamente, el cobre, el oro y la plata fueron los primeros metales con los cuales se hicieron utensilios y adornos. De nuevo, este proceso СКАЧАТЬ