Название: Papel pintado
Автор: Diego Giacomini
Издательство: Bookwire
Жанр: Зарубежная деловая литература
isbn: 9789505567782
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También cabe preguntarse: ¿es verdad que los bancos centrales son los grandes luchadores contra la inflación? La respuesta es contundente: no. Ya hemos mostrado que no es cierto para el caso del BCRA, pero tampoco es verdad para el caso de la Reserva Federal de EEUU. Sin Reserva Federal, en EEUU la inflación promedió -1,0% entre 1866 y 1913. Luego, con el sistema de Reserva Federal, la inflación se cuadriplicó saltando a un promedio anual de +3,2% entre 1913 y 2018. En pocas palabras, hay más inflación con Banco Central que sin Banco Central.
Ahora bien, la inflación es un fenómeno 100% monetario. Los bancos centrales son la fuente monopólica creadora de dinero primario. Además, el Banco Central regula férreamente a los bancos que son la fuente creadora de dinero secundario. ¿Entonces quién es el responsable de la desgracia de la inflación? Simple, primero y principal, los bancos centrales que crean base monetaria y regulan férreamente la creación secundaria del dinero bancario. Luego, en segundo lugar, los bancos comerciales que multiplican dinero artificial sin respaldo.
En pocas palabras, la propaganda sostenida por los bancos comerciales de que el Banco Central nos protege de la inflación es una gran mentira, una de las mayores estafas del mundo de la ciencia económica. En realidad los bancos centrales y (sus socios) los bancos comerciales son como los ladrones que, luego de asaltar, se ponen a gritar “¡detengan al ladrón!” mientras van huyendo. Los burócratas y los banqueros son parte del mismo negocio.
La mentira es tan grande, que inclusive la independencia del poder político tampoco es 100% estrictamente cierta. Si planteamos una escala que va desde el blanco (total independencia) al negro (total dependencia política), los bancos centrales están en la zona de los grises. La falta de independencia total queda expuesta por el hecho de que los bancos centrales siempre procuran de investirse a sí mismos de un halo de misterio. Obviamente, hay grises claros, intermedios y más oscuros. Claramente, el BCRA es negro.
Al fin y al cabo, los bancos centrales, aunque lo nieguen, también tienen relaciones con el poder. El manejo del dinero no es solo una fuente de enriquecimiento para los burócratas, sino también constituye un instrumento que se utiliza para ganar elecciones y perpetuarse en el poder. A veces se utiliza, muy pocas veces no se lo usa. Depende de los jugadores y de la coyuntura económica y política. La creación de moneda y crédito artificial genera un ciclo económico en el cual hay una primera etapa de boom artificial que ayuda a ganar elecciones y es funcional al burócrata in office, pero luego sigue inexorablemente una fase recesiva que paga el sector privado como menor producción y generación de riqueza.
Pero más allá de todo, hay que entender que lo más grave de la intervención monetaria es que ensucia el proceso de la acción humana (en el sentido de von Mises). Y dado que la acción humana es el motor del desarrollo del ser humano y de la civilización, el control gubernamental del dinero atenta contra la fuerza y velocidad del desarrollo de la civilización, beneficiando a los que no producen en detrimento de los que generan riqueza y ejercen la función empresarial en el sistema de cooperación social llamado mercado. ¿Por qué? Porque la función empresarial, que consiste en identificar fines y medios que tiendan a satisfacer necesidades humanas y permitan coordinar desajustes sociales, casi siempre involucra intercambios (entre individuos) voluntarios de bienes y servicios que se pagan en dinero.
Por eso, en este marco, nosotros planteamos que el sistema monetario actual no solo es nefasto, sino que representa un paradigma socialista que atenta contra el individuo, su prosperidad y su vida en una sociedad libre. Los bancos centrales son verdaderos órganos soviéticos de planificación central monetaria (financiera) que no solo actúan en beneficio de un grupo pequeño y en detrimento de todos los restantes individuos que conforman la sociedad, sino que están condenados a fracasar.
Las autoridades monetarias gubernamentales no están en condiciones de hacerse de la información necesaria para pensar y aplicar la política monetaria más adecuada para cada momento. En este sentido, con los Bancos Centrales sucede lo mismo que con los viejos órganos de planificación económica soviética que, como explicaron Ludwig von Mises y Friedrich A. Hayek, no podían organizar económicamente la sociedad en base a mandatos coactivos, dado que nunca podían hacerse con la información que se necesita para dar un contenido coordinador a sus mandatos.
Por otra parte, el argumento de que “casi todos los países del mundo tienen Banco Central” no es una construcción lógica válida. Con un solo ejemplo es fácil de visualizar: nos paramos a fines del siglo XVIII y/o comienzos del siglo XIX y argumentamos: “Todos los países del mundo, incluso los más civilizados y desarrollados, tienen esclavitud; es bueno tener esclavitud, ergo; hay que tener esclavitud”. Claramente, nadie está a favor de la esclavitud a comienzos del siglo XXI. La realidad histórica ha demostrado en forma contundente (gracias a Dios) que la esclavitud está muy lejos de ser el mejor sistema de organización de la producción y de la sociedad. Estamos convencidos que sucede exactamente lo mismo con una organización monetaria construida a partir de un Banco Central estatal y monopólico (que emite moneda fiduciaria), y que actúa de prestamista de última instancia de un sistema bancario con encaje fraccionario.
En este marco, pensamos que el Banco Central y el sistema de encaje fraccionario son el corazón y la causa del problema. No hay que luchar por la independencia del BCRA. Hay que luchar para cerrar el BCRA. No necesitamos que los bancos den más crédito. Necesitamos que el crédito que den los bancos tenga respaldo en ahorro genuino. O sea, necesitamos que los bancos comerciales dejen de dar, de una buena vez y por todas, crédito inventado desde la nada misma. El crédito bancario inventado a partir del sistema de encaje fraccionario es un gran negocio para los banqueros y políticos, cuyos costos son pagados por toda la sociedad, afrontando burbujas y booms artificiales insostenibles, que inexorablemente deben ser seguidos de recesiones y/o crisis deflacionarias. Con el Banco Central, que emite dinero monopólico sin respaldo y actúa de prestamista de última instancia, y el sistema de encaje fraccionario hacen grandes negocios los políticos, burócratas y banqueros. Del otro lado estamos nosotros los agentes económicos privados, que pagamos su fiesta sucesivamente con impuesto inflacionario, mala inversión, proyectos de inversión destinados a fracasar, nivel de actividad insostenible, recesión, quiebras, crisis y deflación.
En pocas palabras, la política, sus burócratas y cortesanos asociados hacen negocios de corto plazo debido a la actual arquitectura del sistema monetario, bancario y financiero. Del otro lado, los agentes privados pagamos dichos negocios en el largo plazo, afrontando el ciclo económico de boom&bust generado por el dinero y el crédito fraudulento artificial que el sistema monetario, bancario y financiero genera en beneficio de la asociación inmoral y la complicidad solidaria existente entre políticos, burócratas y banqueros.
Por consiguiente, hay que plantearse preguntas como: ¿Puede organizarse un sistema monetario ajustado al principio de la libertad? ¿Podemos tener un mercado monetario totalmente libre, tal como existe para una gran cantidad de otros bienes y servicios? ¿Puede organizarse un sistema monetario sin Banco Central y sin sistema de encaje fraccionario; y si así fuera, qué forma se le daría? Estamos convencidos que si queremos limitar el accionar de los gobiernos y evitar los avances fraudulentos de los burócratas contra nuestra propiedad privada, libertad y (en el extremo) vida, tenemos que estudiar, pensar y proponer alternativas en este sentido.
De hecho, en este libro propondremos una reforma monetaria y bancaria tendiente a establecer y organizar un sistema monetario que se ajuste a los principios de la libertad. En este sentido, tenemos dos opciones teóricas bajo las cuales delinear nuestra propuesta de reforma monetaria y financiera: la escuela austriaca o la escuela de Chicago.
La escuela austriaca propone eliminar el Banco Central y dividir el sistema financiero en dos, estableciendo un sistema bancario para los depósitos a la vista, y otro para los depósitos a plazo. El sistema bancario para depósitos a la vista, ateniéndose a derecho y entendiendo la esencia de los depósitos en cuenta y caja de ahorro, que son un contrato de guarda, mantiene un encaje СКАЧАТЬ