Название: Manual ACSM para el entrenador personal (Color)
Автор: American College of Sports Medicine
Издательство: Bookwire
Жанр: Сделай Сам
Серия: Entrenamiento Deportivo
isbn: 9788499109336
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El ejercicio isocinético, el otro tipo principal de entrenamiento de la resistencia, implica contracción muscular a velocidad constante contra resistencia acomodativa. La velocidad de movimiento es controlada y la cantidad de resistencia es proporcional a la cantidad de fuerza producida a lo largo de la amplitud de movimiento (ADM) completa. La ventaja teórica del ejercicio isocinético es el potencial de desarrollo de una tensión muscular máxima a lo largo de la ADM. En la investigación se ha documentado la eficacia del entrenamiento isocinético (18). Las ganancias de fuerza conseguidas durante el entrenamiento de la alta velocidad (p. ej., con velocidades de contracción de 180° · s–1 o superiores) parece que se mantienen para todas las velocidades inferiores a ese valor específico (13). En cambio, la mejora de la fuerza a baja velocidad de movimiento no se mantiene con velocidades superiores.
Tipos de fibra muscular
El cuerpo humano tiene la capacidad de realizar una amplia variedad de tareas físicas, con diversas combinaciones de velocidad, potencia y resistencia. Ningún tipo de fibra muscular concreto posee características que le permitan desarrollar una función óptima ante el conjunto de los estímulos físicos. Al contrario, las fibras musculares presentan ciertos rasgos que determinan una relativa especialización. Por ejemplo, algunas fibras musculares son seleccionadas por el cuerpo para el desarrollo de tareas de corta duración, que requieren velocidad y potencia, en tanto que otras participan en actividades de resistencia, de larga duración e intensidad relativamente menor. Cuando la actividad precisa elementos de velocidad o potencia, pero tiene también un componente de resistencia, puede ser otro el tipo de fibra que interviene. En cualquier caso, estos distintos tipos de fibras no deben considerarse mutuamente excluyentes. De hecho, en la realización de numerosas tareas se produce un complejo proceso de selección e intercambio en el músculo, dado que las fibras que presentan un diseño óptimo para un determinado tipo de tarea a menudo contribuyen a la realización de otra. La consecuencia neta de ello es un músculo funcional que puede responder a una amplia diversidad de tareas, siendo posible que un músculo, cuya composición se preste mejor a la realización de actividades de resistencia, realice también, en menor grado, tareas de velocidad y potencia (28).
Aunque es notable la controversia sobre la clasificación de los tipos de fibras musculares, existe un acuerdo general sobre la distinción de dos tipos principales: las de tipo I, o de contracción lenta, y las de tipo II, o de contracción rápida, con sus correspondientes subdivisiones. Estas fibras se han identificado y clasificado en función de características contráctiles y metabólicas, como la descomposición química de los hidratos de carbono, las grasas y las proteínas para la obtención de energía en el interior de la célula muscular (8).
FIBRAS MUSCULARES DE CONTRACCIÓN LENTA
Las características de las fibras musculares de contracción lenta son acordes con las de las fibras que resisten la fatiga. En consecuencia, las fibras de tipo I se seleccionan para las actividades de baja intensidad y larga duración. Además de su resistencia intrínseca a la fatiga, su resistencia aeróbica es prolongada, por la contracción constante que se produce para garantizar que las fibras musculares recién cargadas sean activadas mientras se mantiene el estímulo del ejercicio. Una persona normal presenta aproximadamente un 50% de fibras de contracción lenta, siendo esta distribución igual, en general, en todos los grupos musculares principales del cuerpo (36,37). Las personas que presentan mejor rendimiento en las actividades de resistencia suelen tener una mayor proporción de fibras de contracción lenta y, probablemente, ello se debe a factores genéticos, complementados por un entrenamiento con ejercicio adecuado. Desde un punto de vista metabólico, a las fibras de contracción lenta se las suele designar como «aeróbicas», ya que la generación de energía necesaria para la contracción muscular continuada se consigue mediante oxidación (descomposición química utilizando oxígeno) regular de los sustratos energéticos disponibles. Así pues, con una mínima acumulación de metabolitos producidos de modo anaeróbico (descomposición química sin oxígeno), en las fibras de contracción lenta se ve favorecida la contracción muscular submáxima continuada.
FIBRAS DE CONTRACCIÓN RÁPIDA
En el extremo opuesto de este espectro, quienes presentan mejor rendimiento en las actividades de potencia y velocidad de alta intensidad suelen tener una mayor proporción de fibras musculares de contracción rápida distribuidas por los principales grupos musculares. Dado que la generación de fuerza es tan importante en este caso, las fibras de contracción rápida se acortan y desarrollan tensión a una velocidad considerablemente superior que las de tipo I (47). Estas fibras son las consideradas de tipo IIb, o fibras de contracción rápida «clásicas». Metabólicamente, estas fibras son las fibras anaeróbicas clásicas, ya que dependen de las fuentes de energía presentes en el interior del músculo (p. ej., la fosfocreatina). Cuando se introduce un componente de resistencia aeróbica, como en los ejercicios que se prolongan varios minutos (p. ej., carreras de 800 o 1.500 m), interviene un segundo tipo de fibras de contracción rápida, las de tipo IIa. Estas representan una transición entre las necesidades cubiertas por las de tipo I y las de tipo IIb. Desde el punto de vista metabólico, aunque las fibras de tipo IIa tienen la capacidad de generar una cantidad moderadamente grande de fuerza, también presentan cierta capacidad aeróbica, aunque no tanta como las fibras de contracción lenta. Esta variedad constituye un puente, lógico y necesario, entre los tipos de fibras musculares, con el fin de poder cubrir las diversas actividades físicas que se presentan.
Activación neuromuscular
La actividad física supone realización de movimiento voluntario con un objetivo determinado. El estímulo para la activación del músculo voluntario procede del encéfalo, en el que la señal es transmitida desde el tronco del encéfalo, a través de la médula espinal, y transformada en un patrón específico de activación de la unidad motora. Para realizar una determinada tarea, las unidades motoras requeridas satisfacen una serie de demandas específicas para la producción de fuerza, activando las fibras musculares asociadas (9).
ACTIVACIÓN DE UNIDADES MOTORAS
La unidad funcional del sistema neuromuscular es la llamada unidad motora. Está constituida por una neurona motora y las fibras musculares que inerva. El número de fibras que integran una unidad motora varía de unas pocas a varios cientos. Las fibras musculares de distintas unidades motoras pueden ser anatómicamente adyacentes a las de otra unidad y, por consiguiente, es posible que una fibra muscular esté generando fuerza activamente mientras que la adyacente se mueve de forma pasiva, sin estimulación nerviosa directa. Cuando es necesaria una fuerza máxima, se activan todas las unidades motoras disponibles. Otro mecanismo adaptativo que se ve afectado por el entrenamiento intenso de la resistencia es la fuerza muscular, condicionada por diferentes velocidades y/o frecuencias de activación de las unidades motoras.
SISTEMA ESQUELÉTICO
Además de proteger los órganos vitales y de actuar como importante fuente de nutrientes y de componentes de la sangre, la principal función del sistema esquelético es proporcionar soporte al cuerpo para la locomoción СКАЧАТЬ