Camino al colapso. Julián Zícari
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СКАЧАТЬ la máxima autoridad partidaria del justicialismo, recuerda el vaciamiento de poder y desconocimiento que se le realizaba: “…hubo tres fases en mi Presidencia. En la primera, yo redactaba los comunicados del partido y los llevaba a que fueran aprobados por el gobierno antes de firmarlos. En la segunda, el gobierno me enviaba los documentos ya preparados y yo los revisaba y firmaba. En la tercera, me enteraba de los comunicados por los periódicos. Entonces me di cuenta de que había llegado la hora de renunciar”. Citado en (Levistisky, 2003: 233).

      8 “El decreto es la forma ejecutiva de mandar” Clarín (18/09/1996).

      9 En febrero de 1990 desde el Poder Ejecutivo hicieron circular un decreto para cerrar el Congreso y gobernar por decreto. Ver (Palermo & Novaro, 1996: 264).

      10 Si bien los sublevados tenían planes, o por lo menos la expectativa de máxima de tomar el gobierno, en los primeros momentos del levantamiento señalaron que su accionar “no era un golpe de estado”.

      11 Menem se refirió así a los hechos: “Fue un intento golpe de Estado y como tal ha sido tratado sin ninguna posibilidad de diálogo ni de parlamento […] se acabaron los carapintadas y toda esa payasada que tanto mal le hizo al país. […] Las sanciones serán lo más enérgicas posibles. […] Yo ya les había advertido a estos facinerosos, que ya no está Raúl Alfonsín, sino Carlos Menem, que es algo muy distinto” (Página 12 04/12/1990).

      12 Aldo Rico, líder carapintada, por ejemplo, advirtió en junio de 1989, un mes antes de que Menem asumiera, que en la Argentina “no solo es posible sino probable una guerra civil”. Citado en (Novaro, 2009: 307). Es preciso tener presente que este comentario no es ajeno al clima general de aquel momento. Varios países latinoamericanos atravesaban disputas internas armadas (como Colombia, Perú), las cuales podrían ampliarse. Además, el copamiento del Cuartel de La Tablada, provincia de Buenos Aires, de unos meses atrás todavía resonaba en el ambiente.

      13 Quizás uno de los ejemplos más claros de esto fue lo que sucedió en la provincia de Buenos Aires, principal distrito del país. Allí, en 1990 el radicalismo bonaerense se perjudicó cuando Cafiero no logró triunfar en su plebiscito (Moreau, principal dirigente de la UCR de la provincia, apostó al triunfo de Cafiero y debió dejar su cargo luego de este fracaso). Un año después, en 1991, el radicalismo volvió a ser derrotado, obteniendo solo el 23% de los votos con la figura de Pugliese, el cual fue designado a competir por su sola cercanía con Alfonsín. Es decir, desde 1983, cuando el radicalismo ganó la gobernación con el 52%, a 1991 solo pudo retener menos de la mitad de los votos, y Alfonsín conservó igualmente el aparato partidario provincial. En ese mismo periodo, el PJ tuvo tres conducciones provinciales (Iglesias, Cafiero y Duhalde) y logró recomponerse aún con derrotas y triunfos. Ver (Ollier, 2006).

      14 El mismo Angeloz afirmó en varias oportunidades que el programa económico llevado a cabo por Menem era el mismo que había propuesto en su campaña presidencial, dando un acalorado apoyo a las reformas estructurales de mercado y alentando a los legisladores de la UCR para que voten a favor de ellas. Ver por ejemplo la nota “Menem me robó el libreto” Clarín (22/08/1994). Para ampliar (Obradovich, 2011).

      15 Alfonsín fue el presidente formal del partido hasta el fin de 1991, cuando debió renunciar debido a los flacos resultados electorales de su estrategia para con el menemismo, sin embargo su sector continuó con el control del partido a pesar de la renuncia de aquel, el cual quedó en manos del misionero Mario Losada, quien –a pesar de los formalismos– era un representante fiel del alfonsinismo.

      16 Se lograron presentar listas en La Pampa, Santa Fe, Tierra del Fuego, Neuquén, Río Negro y Entre Ríos. Aunque en todos los casos se obtuvieron resultados por debajo del 3%, cuando el PJ se impuso en todo el país con el 43%.

      17 Fernández Meijide agrega: “Mi opinión es que para Bordón la disyuntiva era simple: o él encabezaba la fórmula o no había formula. Creo que Chacho también lo entendió así y, entre la confrontación mutua destructiva y la cooperación, terminó optando por esta última, resignando el primer lugar que estaba en condiciones de pelear” (2007: 76). La derrota de Álvarez también fue leída como un signo de madurez: “Los partidarios de Álvarez (el FG, los socialistas y algunas organizaciones sindicales) acataron disciplinadamente el resultado. Lo que también fue una muestra de la solidez alcanzada por la coalición. Otro indicador de esa solidez fue que el liderazgo de Álvarez no se esfumó a consecuencia de la derrota. Siguió siendo el mentor del FG, el sector más numeroso del FREPASO, el más activo y el que reunía la mayor parte de las figuras destacadas de la coalición (Fernández Meijide, Ibarra, Auyero, etc.). Álvarez además siguió actuando como bisagra entre los líderes y grupos de coalición” (Palermo & Novaro, 1998: 123-124).

      18 El Frepaso logró imponerse en la Capital Federal y en Santa Fe –aunque aquí por un margen mínimo–, salió segundo en 10 provincias (entre ellas Buenos Aires, Mendoza y Tucumán) y tercero en el resto del país.

      CAPÍTULO 2

       De Menem a la Alianza

      I. El segundo gobierno de Menem (1995-1999)

      Quiebres en el menemismo y el nacimiento de la Alianza (1995-1997)

      El 8 de julio de 1995 comenzó el segundo mandato de Carlos Menem. Tras echar una breve ojeada retrospectiva, el inicio de este mandato se mostraba diametralmente distinto al de seis años atrás. El país ya no estaba sumergido en una feroz crisis hiperinflacionaria, no había caos, saqueos ni eran contemplados grandes problemas sobre el horizonte. Los peligros del “efecto Tequila” parecieron quedar pronto atrás ni bien se ratificó el triunfo electoral de Menem, puesto que los depósitos bancarios volvieron a crecer el mismo mes de la nueva asunción y, desde allí, el grueso de las variables recuperó en poco tiempo sus tendencias positivas: el ingreso de capitales y de préstamos no tardaron mucho en volver, las tasas de interés y del riesgo país comenzaron ininterrumpidamente a descender, mientras que el sistema financiero mostraba una fortaleza mucho mayor a la imaginada previamente. De este modo, la convertibilidad y el orden social que giraba en torno a ella parecieron quedar asegurados hacia el futuro. Con lo cual, si durante su primer gobierno Menem tuvo como principal misión salir lo más rápido posible de la situación desesperante que había heredado y hacer lo indispensable para romper con ella, las marcas de esta segunda gestión deberían darse más por sostener la continuidad que por introducir cambios. En este sentido, y con respecto a esto último, en muy poco tiempo Menem y su gobierno comenzarían a quedar presos también de sus propios éxitos, puesto que lo que se entendía que eran sus principales logros parecieron quedar tan asentados y ser lo suficientemente fuertes como para ya no depender más de su persona como única garantía del modelo. Además, la propia Constitución reformada en 1994 no permitía un tercer mandato consecutivo para Menem, lo cual habilitaba con más fuerza la competencia política y la emergencia de nuevos contrincantes que pudieran continuar los mismos esquemas que aquel había inaugurado, ahora consolidados. Así, hacia el futuro la disputa política podría СКАЧАТЬ