Aquiles. Gonzalo Alcaide Narvreón
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Название: Aquiles

Автор: Gonzalo Alcaide Narvreón

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия:

isbn: 9788468544885

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СКАЧАТЬ a navegar en tu velero, fui a almorzar con Alejandro y no sé muy bien cómo se dieron las cosas, pero comenzó a explayarse sobre su vida sexual y sobre las experiencias que había tenido con otros tipos. Algunas cosas ya me había contado las veces que nos quedamos solos a tomar algo luego de los partidos de fútbol y la verdad es que yo, haciéndome el distraído, le decía que si quería contarme, que me contara, como si realmente no tuviese demasiado interés, pero ciertamente, me había generado algo de morbo el tema. Me intrigaba saber cómo era eso de verlo tan machito, que tuviese novia y que al mismo tiempo tuviese historias con flacos.

      –Pero concretamente, ¿garcha con flacos? –preguntó Adrián.

      –A ese punto no llegué... no... va, hasta donde me contó, fueron pajas y sexo oral sin penetración –dijo Aquiles– pero dejame seguir así no me pierdo, agregó Aquiles.

      –Dale –dijo Adrián.

      –¿Te acordás de aquella vez en la que Alejandro tenía una carrera en equipos y uno de los flacos se había lesionado y me pidió si podía hacerle gamba para reemplazarlo? –preguntó Aquiles.

      –Sí, me acuerdo perfectamente –dijo Adrián.

      –Bueno... cuando terminó la carrera, estábamos empapados. Alejandro había dejado el auto en el taller y se tenía que ir a la casa de un amigo que vive por San Isidro, por lo que me ofrecí a llevarlo y me pidió si lo podía bancar para que fuese a su departamento a darse una ducha. Le dije que sí y me propuso que llevara mi bolso, así aprovechaba y me duchaba yo también y eso fue lo que hice –dijo Aquiles.

      –Hasta acá, no veo nada raro –comentó Adrián.

      –Subimos al ascensor y en un momento, los pelos de nuestros brazos se rozaron y sentí algo extraño, no sé cómo describírtelo... Entramos en el departamento y mientras que yo estaba parado frente al ventanal que da al parque, veo que aparece su novia vistiendo solo una remera larga y saludando como si fuésemos amigos íntimos... Con las cosas que me venía contando Alejandro, hasta pensé en si el hecho de haberme llevado a su departamento, no había sido una escena armada para concretar un trío; esa parte creo habérselas contado un día que nos reunimos en tu casa –dijo Aquiles.

      –Si... nos contaste esa situación y la verdad, es que daba para pensar que podía haber sido algo premeditado –dijo Adrián, acomodándose en la silla y sintiendo que su miembro comenzaba a reaccionar.

      –Alejandro también resultó sorprendido de que ella aún estuviese allí y me pareció convincente y sincero. Claramente, no tenía nada planificado, aunque recuerdo que, en otro momento, me confesó que después la mina le dijo que le gustaría concretar un trío conmigo –dijo Aquiles.

      –Huy boludo... qué fuerte que te digan sin rodeos y de frente algo así –dijo Adrián.

      –La verdad es que sí; por un lado, fue halagador y por otro, me sentí un tanto incómodo, sumado al hecho de que él no deja de ser empleado mío –dijo Aquiles.

      –Claro... también existe ese vínculo –acotó Adrián.

      –La cuestión es que me acompañó hasta el baño y me ofreció toallón. Sinceramente, yo me sentí medio a la defensiva luego de todo lo que me había contado –dijo Aquiles.

      –Y sí, creo que me hubiese sucedido lo mismo –dijo Adrián.

      –Me terminé de duchar, me vestí y me fui nuevamente al estar, mientras que Alejandro se fue a duchar... Al rato, lo veo aparecer con un toallón atado en la cintura y me invitó a que nos sentáramos en el sillón. No entendí muy bien por qué no se había vestido y me dijo que necesitaba un tiempo para bajar revoluciones, que aún seguía transpirando, cosa que no me pareció extraña, porque viste que a mí me sucede lo mismo –dijo Aquiles.

      –Sí, si... sucede –dijo Adrián.

      –Te la hago breve... La cuestión es que el turro, esbozando una sonrisa, comenzó a contarme que el día del espermograma, él había entrado a mi oficina para dejarme unos papeles y al no encontrarme, me llamó por teléfono. Lo escuchó sonar y se acercó al escritorio, que es donde yo lo había dejado al sentir que me venía; al dejar de sonar, le aparecido en la pantalla la película que yo había estado viendo... –dijo Aquiles.

      Adrián comenzó a reír con ganas.

      –¡No seas boludo! No te rías, que yo me quería matar en ese momento... –dijo Aquiles.

      –Es que me imagino la escena, la expresión de tu cara y realmente me resulta gracioso –dijo Adrián.

      –Le dije que me daba mucha vergüenza lo que me estaba contando y me respondió que seguramente la misma vergüenza que sintió el cuándo lo encaré por el tema de los video chats –siguió contando Aquiles.

      –Y sí... no debe haberlo pasado nada bien –dijo Adrián.

      –Me dijo que él a veces miraba porno bi, además de las cosas que ya me había contado y le expliqué el tema del espermograma, que de alguna manera justificaba que estuviese viendo esa película que en ese momento me había calentado... El muy hijo de puta, de manera desafiante y mirándome el bulto, dijo “¿te calentaste como ahora?” –siguió Aquiles.

      –Directo y sin vueltas el hombre –dijo Adrián.

      –Un zarpado mal... Yo no me había percatado de que se me recontra marcaba el paquete por debajo del short y el atorrante, desató el toallón de su cintura, e inclinándose sobre el respaldo, dejó expuesto su miembro erecto. Sin ningún tipo de vergüenza, comenzó a masturbarse, mirándome fijamente a los ojos, intercalando con la mirada dirigida hacia mi paquete, sin decir una palabra y diciéndome todo –dijo Aquiles.

      –Boludo... se me puso la chota como estaca –dijo Adrián.

      –No sé cómo, pero llevado por la situación, me bajé el short y mi miembro saltó como resorte. Lo agarré y comencé a masturbarme, primero tímidamente y luego más relajado –contaba Aquiles.

      –Se me está mojando el bóxer –dijo Adrián.

      –La cuestión es que en un momento se levantó, fue hasta su cuarto y regresó con un frasco de lubricante, se sentó a mi lado y me ofreció para que untara mi miembro, cosa que hice y, por cierto, te recomiendo que lo pruebes si es que nunca lo hiciste –dijo Aquiles.

      –No seas hijo de puta... pará que voy al baño a ponerme un papel que se me va a ensuciar el pantalón –dijo Adrián, levantándose de la silla y dirigiéndose directo al baño.

      Por cierto, cada vez que Aquiles recordaba lo sucedido aquel mediodía, terminaba con su miembro erecto y masturbándose, si es que se encontraba en un lugar en el que pudiese hacerlo.

      Adrián demoraba en regresar.

      El camarero se acercó a la mesa preguntando si necesitaban algo más... Aquiles, viendo que la charla aún tenía para largo, pidió más café para ambos.

      Adrián regresó y se sentó.

      –Listo –dijo.

      –¿Que te pasó que tardaste tanto? –preguntó Aquiles

      –Boludo, saqué la chota mojada, me toque un par de veces y terminé eyaculando... me СКАЧАТЬ