Aquiles. Gonzalo Alcaide Narvreón
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Название: Aquiles

Автор: Gonzalo Alcaide Narvreón

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия:

isbn: 9788468544885

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СКАЧАТЬ a que Aquiles había eyaculado.

      –Sí, si... acabé y me quedé dormido automáticamente –respondió Aquiles.

      –Y a vos ¿qué te pasó anoche? dabas vueltas sin parar en la cama, hasta que me dormí y no escuché más nada –dijo Marina.

      –Ah... sí; tuve un sueño raro y después me despertó el ruido de un trueno tremendo; fui a la cocina a buscar agua, pasé por el baño y volví a la cama –dijo Aquiles.

      –¿Un trueno? ¿llovió? –preguntó Marina, que acostumbraba a dormir profundamente sin que nada la perturbara y salvo por el movimiento de Aquiles, no había escuchado el trueno, ni que Aquiles se hubiese levantado.

      –Sí, llovió bastante anoche –dijo Aquiles.

      –¿Y de que se trató ese sueño raro? –preguntó Marina intrigada.

      –Soñé con Cristie y con Ethan, que estábamos en México... después te cuento que se me hace tarde –respondió Aquiles, que se acercó nuevamente a Marina, le dio un beso, salió del cuarto y tras agarrar su billetera y las llaves, se dirigió al estacionamiento del edificio, dejándola intrigada.

      El día estaba nublado y aún amenazaba con seguir lloviendo, por lo que el tráfico estaba más cargado que de costumbre y se debía manejar con más precaución que lo habitual.

      Recibió un mensaje de Adrián, diciéndole que en diez minutos llegaría a la confitería; Aquiles le respondió con un audio diciéndole que ya estaba en camino. En pocos minutos, estaba estacionando su auto al lado del auto de Adrián.

      Por el horario y el clima reinante, la zona estaba muy poco concurrida, panorama absolutamente distinto al que se presentaba los fines de semana, especialmente si los días estaban lindos.

      Bajó del auto y vio a través de los ventanales que Adrián ya estaba instalado en una mesa y que hablaba por teléfono. Ingresó, saludó a uno de los camareros y se dirigió al encuentro de su amigo.

      Adrián le hizo un gesto como diciéndole que le diera unos segundos para terminar con el llamado.

      Ciertamente, Aquiles se sentía nervioso, porque no tenía muy claro cómo encarar la conversación, aunque no había muchas vueltas que darle. Después de todo, lo que había sucedido, o al menos parte de ello, ya se lo había adelantado telefónicamente.

      –¿Cómo va? –dijo Adrián a modo de saludo al finalizar la llamada.

      –Acá andamos –respondió Aquiles.

      Se acercó un camarero y les ofreció el menú. Ambos decidieron que no era necesario y pidieron jugo de naranja, café con leche y cuatro medialunas de manteca para cada uno.

      –Bueno, dale... largá lo que te sucedió así descargas tu angustia –dijo Adrián sin dar vueltas.

      –A ver... para que entiendas un poco lo que sucedió ayer, debería comenzar por el principio –dijo Aquiles.

      –Ah... pero entonces ya habían sucedido otras cosas –dijo Adrián.

      –Nada como lo de ayer, pero viéndolo en retrospectiva, quizá fueron cosas que se fueron gestando y que desencadenaron en lo que finalmente sucedió ayer –dijo Aquiles.

      –Bueno, arrancá por el principio entonces –dijo Adrián.

      –Si tengo que pensar en un principio, claramente fue aquel episodio en el que, primero Marcos y luego yo, vimos lo del video chat en la computadora de Alejandro –arrancó diciendo Aquiles.

      –Pero ¿qué tiene que ver eso con lo que te sucedió ayer? –preguntó Adrián.

      –De manera directa, nada, pero si lo pienso, fue la primera vez en la que estuve frente a un flaco que anduviese en esas cosas, me refiero a temas relacionados con la bisexualidad –dijo Aquiles.

      –La primera vez que lo supiste, porque seguramente, estuviste miles de veces frente a tipos que están en lo mismo y vos no tuviste ni idea –dijo Adrián, como si para el fuese un tema sin trascendencia y superado.

      –Bueno, ponele que fuese así ... –dijo Aquiles, sorprendido por el comentario de Adrián.

      –¿Y entonces? –preguntó Adrián.

      –En aquel momento, fui yo el que lo encaró para decirle que tanto Marcos como yo lo habíamos visto y le dije que no teníamos ningún tipo de historia con lo que el hiciera en su vida privada, pero le pedí que no lo hiciera más en la oficina.

      –Sí, me acuerdo de ese episodio... ¿y? –dijo Adrián.

      –Bueno... te acordás que como Marina no quedaba embarazada decidí hacerme un espermograma y como tenía el laboratorio a unas cuadras de la oficina, un mediodía en el que todos se habían ido a almorzar, lo utilicé para pajearme en el baño y llevar la muestra.

      –¿Y? –preguntó Adrián.

      –Resulta que, para estimularme, busqué en el celular alguna película porno y lo primero que apareció fue la de un trio de dos flacos y una mina que se daban entre ellos –contaba Aquiles.

      –Los dos tipos le daban a la mina –dijo Adrián.

      –Al principio sí, pero después se dieron entre ellos –dijo Aquiles.

      –Ah.... eran bisexuales los tipos –dijo Adrián.

      –Sí, claramente si –dijo Aquiles.

      –Y te calentaste con eso –dijo Adrián.

      –La verdad es que nunca había visto a dos flacos garchando, pero me dio morbo la situación de verlos con una mina y dándose entre todos –dijo Aquiles.

      –Sigo sin entender que tiene que ver Alejandro y lo que te sucedió ayer con todo esto –dijo Adrián.

      –Pará que sigo –dijo Aquiles.

      Interrumpió el camarero que dejaba sobre la mesa el desayuno, que comenzaron a disfrutar sin demoras.

      –¡Que buenas que están estas medialunas! –exclamó Adrián.

      –De lo mejor de la zona –acotó Aquiles.

      –Bueno, dale... seguí contando –dijo Adrián.

      –Yo me había encerrado en mi oficina para pajearme mientras que veía el video y cuando sentí que me estaba por venir, salí disparado para el baño y dejé mi celular sobre el escritorio. Me metí en el baño, acabé dentro del recipiente y al salir, lo veo a Alejandro parado frente al espejo lavándose las manos y mirándome con una sonrisa medio sobradora... nos saludamos y me fui corriendo hacia el laboratorio.

      –¿Y pensás que él se dio cuenta de que te estabas pajeando? –preguntó Adrián.

      –En ese momento pensé que probablemente sí se hubiese dado cuenta... aunque, por otro lado, tampoco era algo tremendo lo que yo estaba haciendo y tampoco lo hacía por calentón, sino que para hacerme un estudio –dijo Aquiles.

      –Sí, СКАЧАТЬ