Aquiles. Gonzalo Alcaide Narvreón
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Название: Aquiles

Автор: Gonzalo Alcaide Narvreón

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия:

isbn: 9788468544885

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СКАЧАТЬ al departamento, se dio una rápida ducha y se sentó en el comedor diario frente a Marina para compartir la cena.

      –Te sonó el celular y como vi que era Adrián contesté –dijo Marina.

      –Ah sí, hoy hablamos y quedamos en que quizá mañana nos juntásemos a desayunar o a almorzar –respondió Aquiles.

      –Raro durante la semana –dijo Marina.

      –Sí, no lo hacemos nunca, pero hoy se dieron un par de temas sobre los que queríamos charlar, y para no hacerlo por teléfono ni esperar al fin de semana, decidimos vernos mañana –respondió Aquiles.

      –Me parece bien –dijo Marina.

      Terminaron de cenar y Aquiles le dijo a Marina que se tirara en el sillón a ver un poco de TV, mientras que él se ocupaba de levantar las cosas de la mesa y de lavar la vajilla.

      Terminó de ordenar todo y agarró el celular para contactarse con Adrián, quedando en que se encontrarían a desayunar en el puerto de Olivos tipo nueve.

      Aquiles se dirigió al living, y luego de permanecer un rato haciéndole compañía a Marina, tras una escala en el baño, se metió en la cama y rápidamente quedó dormido.

      Capítulo 2

      Noche agitada, desayuno picante

      Aquiles percibió que el cuerpo de Marina estaba pegado al suyo y sintió como le agarraba el miembro con una mano. A pesar del sueño y del cansancio, tuvo una inmediata erección y Marina, sin demoras, lo volcó de espaldas a la cama y se montó sobre él para satisfacer su libido que aumentaba día a día.

      Aquiles permaneció inmóvil, con los ojos cerrados, sintiendo como su miembro era succionado por la vagina de su mujer.

      Marina lo cabalgaba sin detenerse y cada vez a un ritmo más veloz, mientras que, con ambas manos, recorría el pecho de Aquiles, peinando con sus dedos los espesos vellos negros.

      Aquiles sintió que estaba a punto de venirse y en ese instante, escuchó un fuerte gemido que emitía Marina, mientras que arqueaba su espalda casi descontroladamente, producto del orgasmo que estaba experimentando.

      Aquiles sintió que ya estaba y sin intención de prolongar más la sesión de sexo, se entregó al placer de disfrutar su propio orgasmo, dejando que la energía fluyera libremente, descargando su semen dentro de ella. Pudo percibir claramente como tres chorros potentes salían disparados de su uretra y así, inmóvil como estaba, volvió a quedarse dormido.

      Detrás de lo tules blancos que colgaban por sobre la cama y con el sonido del mar de fondo, pudo ver la imagen de Marina sentada sobre la cama y como la mano de Cristie comenzaba a acariciar su rostro bronceado, acercando lentamente su cara a la de ella, para estamparle un dulce beso sobre los labios...

      Aún sin entender como Marina estaba permitiendo que Cristie hiciera eso, la situación le produjo un morbo particular que nunca antes había experimentado. Jamás se le había ocurrido la idea de que Marina pudiese besarse con otra mujer y mucho menos, el hecho de estar siendo espectador de la escena.

      De pronto, sintió que la mano de Ethan se apoyaba firmemente sobre su cuádriceps, y avanzaba lentamente pero sin pausa hacia su entrepierna.

      Aquiles se sintió paralizado; quiso moverse y reaccionar para escaparse de esa situación perturbadora, pero no pudo. Ethan, finalmente había alcanzado su objetivo y comenzaba a manosearle el bulto, mientras que con su torso avanzaba sobre él y poniendo la otra mano sobre su pecho, lo dejaba recostado de espaldas sobre el camastro, imposibilitado de moverse, logrando finalmente que sus bocas se unieron en un beso.

      Pudo girar la cabeza y vio nuevamente a Marina, que cediendo a los encantos de Cristie, se dejaba caer de espaldas y plácidamente sobre la cama.

      No podía ser real, Marina no podía estar haciendo eso y él tampoco podía estar permitiendo que Ethan lo manipulara de esa manera, aunque, luego de lo acontecido con Alejandro, ya no sabía que podía hacer o dejar de hacer, que valía y que no, que estaba permitido y que estaba prohibido.

      El tremendo estruendo de un trueno lo hizo despertar sobresaltado y sudoroso. Le llevó unos segundos darse cuenta de que estaba en su cama, dentro de su departamento, con Marina durmiendo plácidamente a su lado, y que lo que acababa de vivir había sido solo parte de un sueño.

      Inevitablemente, recordó lo que realmente había sucedido aquella noche en la Riviera y pensó en si el sueño que acababa de tener no era la expresión inconsciente de lo que realmente hubiese deseado que sucediera. Pensó en si su cabeza no había elaborado esa historia como para satisfacer de manera fantasiosa lo que él se había negado a plasmar en la realidad.

      Las imágenes de Cristie, Ethan, Marina y de lo sucedido la tarde anterior con Alejandro, comenzaron a estallar dentro de su cabeza.

      Se incorporó y fue hacia la cocina para buscar hielo y agua. Pasó el vidrio frío del vaso por su frente, hizo una escala en el baño para orinar y lavó su miembro, que sintió pegajoso por los fluidos ya secos de la sesión de sexo. Regresó a la cama con el deseo de no ser perturbado más por ese tipo de fantasías y sin mucha demora, volvió a quedarse dormido.

      El sonido del despertador interrumpió el apacible y profundo sueño en el que Aquiles estaba inmerso.

      Lo apagó rápidamente y viendo que Marina no había acusado recibo al sonido de la alarma, se levantó y fue directamente al baño para meterse bajo la ducha.

      Recordó lo que había soñado y repasó en su mente aquella noche, pensando y fantaseando sobre cómo podrían haberse desarrollado las cosas si ambos hubiesen aceptado la propuesta de los canadienses.

      También repasó lo acontecido en el departamento de Alejandro y sintió vergüenza por la situación; no tanto por haber permitido que Alejandro le diera un beso, sino por el beso que él le había dado antes de irse. Sobre esto último, no había excusas, atenuantes, ni explicaciones.

      Aquiles, luego de su primera reacción, podría haberse ido enojado y hasta dando un portazo; en lugar de eso, le había devuelto el beso, dejando a Alejandro un tanto confundido.

      Se dio cuenta de que estaba experimentado una erección espontánea y tuvo la urgente necesidad de masturbarse, cosa que hizo, jugando con la espuma del jabón sobre su sexo. A pesar de la eyaculación que había tenido hacía apenas algunas horas, rápida pudo descargar.

      Salió de la ducha, se secó y fue hacia el vestidor. Por causa del desayuno planificado junto a Adrián, ese día no iría al Gym, por lo que eligió ponerse un pantalón clásico color natural, una camisa celeste y zapatos náuticos.

      Regresó al dormitorio y vio que Marina ya estaba despierta, pero que aún remoloneaba en la cama.

      –Buenos días –dijo Aquiles, acercándose a la cama para darle un beso.

      –Buenos días –respondió Marina, tras lo que se dieron un beso en los labios.

      –¿Que sucedió anoche? –preguntó Aquiles con tono pícaro y dibujando una sonrisa burlona.

      –Necesitaba descargar energías y como respondiste automáticamente, me subí; de lo contrario me hubiese tenido que masturbar –respondió Marina, si ningún tipo СКАЧАТЬ