Aquiles. Gonzalo Alcaide Narvreón
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Читать онлайн книгу Aquiles - Gonzalo Alcaide Narvreón страница 13

Название: Aquiles

Автор: Gonzalo Alcaide Narvreón

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия:

isbn: 9788468544885

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СКАЧАТЬ tarea de preparar los toppings, mientras esperaban que levara la masa.

      –¿Vino o cerveza? –preguntó Adrián.

      –A esta altura, ya ni deberías preguntármelo... para la pizza, siempre cerveza –respondió Aquiles.

      –Para ustedes chicas, lo lamento en el alma, pero agua mineral, gaseosa, jugo... no sé, ustedes dirán que toman, pero nada de alcohol –dijo Adrián.

      –Para mí gaseosa –dijo Marina.

      –A mí también servirme gaseosa, pero te juro que después de que nazca este pendejo, me voy a poner en pedo y me vas a tener que levantar a upa –dijo Inés.

      Todos rieron por el comentario.

      –Aún después de que nazca, vas a tener que bancártela sin tomar alcohol hasta que dejes de amamantarlo –dijo Adrián.

      –Bueno, hasta cuando sea, pero te juro que me pongo en pedo con una botella de espumante –dijo Inés.

      Aquiles y Marina no conocían esa faceta de Inés. Siempre la habían visto más formal y jamás la habían escuchado emitir una mala palabra o actuando de manera grosera.

      –Esta masa ya está lista –dijo Inés.

      Agarraron las asaderas, las aceitaron y comenzaron a extender la masa en cada una.

      –Acá tenés masa como para quince pizzas –dijo Marina.

      –Y si... cocinamos todas y las que no usemos las guardo en el freezer –dijo Inés.

      –Yo diría de hacer por lo menos cinco o seis; al menos yo, estoy muerto de hambre y si quedan, mañana se tuestan para el desayuno –dijo Adrián.

      –Sí, totalmente... pizza del día anterior tostada para el desayuno y con mate, es lo más –dijo Aquiles.

      –Comemos acá adentro o prefieren ir a la galería –preguntó Adrián.

      –Yo prefiero toda la vida afuera, pero no sé si las chicas no tendrán frío –dijo Aquiles.

      –No hay problema, nos abrigamos –dijo Inés.

      –Listo, entonces comemos afuera –dijo Adrián.

      Cocinaron las quince prepizzas y separaron seis, a las que comenzaron a ponerle los toppings. Inés puso el resto dentro en una bolsa que guardó en el freezer.

      Prepararon la típica de Mozarella, una con queso solo y otra con jamón, una de cebolla, otra con Mozarella y huevo duro, una con champignones y otra con queso azul y apio. Variado para todos los gustos y como para dejar satisfechos a los paladares de todos.

      Adrián y Aquiles comenzaron a llevar la vajilla a la mesa de la galería, junto con las latas de cerveza y las botellas de agua y de gaseosa.

      Comenzaron a salir las pizzas del horno y Adrián encendió el horno eléctrico que tenía en la galería, al lado del horno a leñas y lo puso al mínimo, ya que lo utilizaría solo a los efectos de mantener las pizzas templadas.

      Sacaron la última pizza y los cuatro dejaron la cocina para sentarse a la mesa de la galería y disfrutar de lo que, seguramente, resultaría una amena y amigable velada.

      Llenaron las cuatro copas y brindaron por su amistad y por los hijos que estaban en camino.

      –Parece mentira, pero dentro de poco seremos padre; va quedando menos tiempo –dijo Adrián.

      –Sí, cambio de vida para siempre; ya nada será lo mismo –agregó Aquiles.

      –Ayy... bueno, lo decís como si fuese algo tremendo –dijo Marina.

      –No, para nada... solo fue un comentario realista; no lo dije como algo tremendo, sino que como una descripción realista de lo que va a suceder –respondió Aquiles.

      –De todas maneras, ya no hay devolución –dijo Adrián, acariciándole la panza a Inés.

      –Pensé en que quizá les decían a los muchachos –dijo Aquiles, recibiendo una patada que le daba Marina por debajo de la mesa.

      –Pensé en decirles, pero Inés no tenía ganas de multitud –dijo Adrián.

      –Es cierto, soy la culpable; tenía ganas de compartir algo tranquilo con ustedes. Además, estamos atravesando la misma situación de vida y siento que tenemos más cosas en común –dijo Inés.

      –Es cierto, me parece que hay más puntos de contacto, más allá de que está todo bien con todos –comentó Marina.

      –Si, por supuesto... que no se mal interprete lo que digo. Está todo bien con todos, solo que siento mayor afinidad con ustedes. De todas maneras, podemos decirles que vengan a almorzar el domingo –agregó Inés.

      –Bueno, dale, vamos viendo –dijo Adrián.

      –Deliciosas las pizzas, la masa esta crocante y en el punto justo –comentó Aquiles.

      –Riquísimas –dijo Marina.

      –¿Seguís con las clases de windsurf? –preguntó Inés, dirigiéndose a Aquiles.

      –Están en stand by por la lastimadura de Alejandro –respondió Aquiles.

      –Ah, cierto... y ¿cómo anda ese muchacho con el pie? ¿aún no va a trabajar? –preguntó Inés.

      Adrián miró a Aquiles para ver si el tema lo incomodaba o si lo transitaba con naturalidad.

      –Justamente regresa a la oficina el lunes próximo; aunque, de todas maneras, esta semana estuvo trabajando desde su casa. El único cambio en realidad fue que Marcos tuvo que arreglárselas solo con las audiencias programadas en Tribunales –contestó Aquiles.

      –Increíblemente, jamás hablamos de los nombres elegidos para nuestros hijos –dijo Inés, cambiando completamente de tema.

      –Es cierto –contestó Marina, que agregó– ustedes ¿qué tienen en mente?

      –Estamos entre dos posibilidades y aún no definimos. Si es varón, una de las opciones es Carlo y la otra Franco –dijo Inés.

      –Lindos los dos... italiano y español, cortos y fuertes; ambos son lindos –dijo Marina, que agregó– ¿y si es nena?

      –A mí me gusta Ana, pero ella no está muy convencida... de todas maneras, hasta los cinco meses no tendremos certeza sobre el sexo –dijo Adrián.

      –Bueno, el mes que viene ya lo van a saber ¿no? –dijo Aquiles.

      –Si, en abril se cumplen las veinte semanas –contestó Inés, que preguntó– ¿y ustedes?

      –Felipe si es varón –dijo Marina.

      –Contundente... de la realeza española –dijo Adrián.

      –A mí siempre me gustó ese nombre СКАЧАТЬ