Название: Aquiles
Автор: Gonzalo Alcaide Narvreón
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
isbn: 9788468544885
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En medio de la charla, sin darse casi cuenta, las seis pizzas estaban desapareciendo, como también las latas de cerveza.
–Voy a traer más cerveza –dijo Adrián, levantándose y caminando hacia la cocina.
–Qué raro... pronosticaron un fin se semana con buen clima y en el horizonte se ven relámpagos –dijo al regresar.
–Quizá sea una lluvia pasajera, o quizá esté yendo hacia otro lado –dijo Aquiles.
–Probablemente –contestó Adrián.
–¡Que modorra que me agarró! entre la cerveza, la panza llena y la hora, estoy a punto caramelo como para dormir como un oso –dijo Aquiles.
–Pará que traemos el helado y preparo café –dijo Inés, levantándose para ir hacia la cocina, seguida por Marina.
–Che, ¿Alejandro no te contactó después de lo que sucedió? –preguntó Adrián, aprovechando que sus mujeres se habían retirado.
–Me envió un mensaje de Gym pidiéndome disculpas y le contesté que ya lo hablaríamos personalmente, que no me enviara mensajes para hablar de ese tipo de cosas... me puso OK y ese fue el único contacto –contestó Aquiles.
–Supongo que para él tampoco va a ser sencillo, considerando que está el trabajo de por medio –dijo Adrián.
–Supongo que no –comentó Aquiles, agregando– al día siguiente, Marcos necesitaba nuevamente enviarle unos documentos y me preguntó si se los podía alcanzar; en un principio, pensé en inventarle algo para decirle que no podía y finalmente, decidí dejárselos en la garita de seguridad del edificio para que se los subieran. La verdad, es que no daba como para subir a su departamento y estar nuevamente solos –dijo Aquiles.
Adrián escuchaba atentamente y no hizo ningún comentario.
Las chicas regresaban de la cocina con una bandeja cargada con el pote de helado, los bowls y todo lo necesario como para tomar un rico café.
–Parece que se viene la lluvia nomas –dijo Inés, mirando el cielo que comenzaba a cubrirse con nubes medio rojizas.
Sirvieron el helado y el café. Junto con las primeras gotas, se levantaron e ingresaron a la casa, dejando todo en la galería como para levantar al día siguiente.
–Quizá mañana, en lugar de día al aire libre, termine siendo un día para Flow y Netflix. –dijo Adrián.
–Eso parece –comentó Aquiles, mientras que observaba la capa de vapor que comenzaba a formarse sobre la superficie del agua de la piscina.
–Bueno chicos, creo que les dejé todo preparado; cualquier cosa que necesiten avisan con confianza. Yo me voy a la cama; mañana nos vemos –dijo Inés, saludando con la mano y dirigiéndose hacia la escalera.
–Yo te sigo –dijo Adrián, que luego de saludar a Marina con un beso y a Aquiles con un abrazo, también subió la escalera.
Marina y Aquiles se quedaron por un instante parados al lado del ventanal, observando como la lluvia, cada vez más intensa, caía sobre el césped y sobre la superficie del agua de la piscina.
Era el complemento perfecto como para disfrutar de una noche de relax, en un entorno de naturaleza y de tranquilidad.
Capítulo 5
Truenos, sexo y sol
Ingresaron al cuarto y mientras que Aquiles fue al baño, Marina se ocupó de despejar la cama de algunas cosas que habían dejado apoyadas sobre ella.
Corrió las cortinas para poder disfrutar de la vista. Le resultaba sumamente acogedor el estar protegida dentro de una linda casa, viendo como la lluvia caía sobre el césped.
Aquiles regresó del baño y comenzó a desvestirse para meterse directamente en la cama. Con la única intención de dormir plácidamente, apagó la luz de su velador.
–No pienses que te me vas a escapar –dijo Marina, mientras que caminaba hacia el baño y apagaba la luz general de la habitación.
A pesar de la hora y de que habían comido abundantemente, Marina mantenía su morbo encendido. El rechazo por parte de Aquiles para tener sexo justo después de ducharse, cuando salía del baño de su departamento y a minutos de haberse clavado una magistral paja, la había dejado caliente, e iría en busca de satisfacer sus deseos.
Apagó la luz del baño, e ingresó a la habitación completamente desnuda. Su silueta era iluminada solo por la luz que ingresaba desde el exterior a través de la ventana y por los relámpagos que iluminaban el cielo.
Se acercó a la cama y se sentó directamente sobre Aquiles, apoyando su vulva sobre el miembro semi erecto de su marido. Aquiles levanto la almohada, dejándola apoyada sobre el respaldo de la cama y reclinó su espalda sobre ella.
Marina acercó su boca a la de su marido y comenzó a besarlo morbosamente, lamiéndole la lengua y mordisqueándole los labios, mientras que Aquiles, tomaba con ambas manos los glúteos de su mujer, apretándolos firmemente.
Marina se alejó unos centímetros y agarrando con ambas manos sus pechos, los acercó a la boca de Aquiles para que se los exprimiera. Aquiles amaba meter en su boca ambos pezones simultáneamente y Marina amaba que lo hiciera; le provocaba un placer inconmensurable y ahora, el placer estaba potenciado por su estado de preñez.
Marina comenzó a descender con su boca, recorriendo el pecho poblado de pelos de Aquiles y continuó hasta abrazar con sus labios el miembro completamente erecto, dando inicio a una sesión de felatio magistral.
Aquiles dejó caer todo el peso de su torso sobre la almohada, cerró los ojos, se relajó y se entregó por completo, permitiendo que Marina diera rienda suelta a sus más bajos instintos.
Disfrutaba enormemente mamándole la pija a su hombre, aunque necesitaba ser penetrada por su semental y que la elevara al cielo.
Volvió a subir con su boca, lamiendo todo a su paso, hasta ubicar el miembro de Aquiles al lado de su vulva, que se encontraba completamente humedecida. Buscó la posición adecuada e introdujo hasta el último milímetro dentro de su vagina.
Comenzó a cabalgar en un ritmo cada vez más frenético, llegando al punto del descontrol. Aquiles llegó a temer por la integridad de su miembro, que entraba y salía como pistón.
Marina llegó a su primer orgasmo y lo hizo saber, gimiendo libremente. Tomó nuevamente sus pechos con ambas manos y los llevó hacia su boca, sacando la lengua para lamer sus pezones.
Continuó con su cabalgata, sin darle tregua al miembro de su marido, que permanecía de espaldas, agarrando con ambas manos las caderas de Marina y con la cara visiblemente colorada.
Marina alcanzó un segundo orgasmo, sintiendo una mezcla de placer y simultáneamente, de desesperación.
Aquiles, que mantenía sus ojos cerrados, no pudo evitar el imaginar que, en el piso de arriba, Andrés e Inés seguramente СКАЧАТЬ