Aquiles. Gonzalo Alcaide Narvreón
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Название: Aquiles

Автор: Gonzalo Alcaide Narvreón

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия:

isbn: 9788468544885

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СКАЧАТЬ flojitos resultaron –dijo Inés, dando por entendido que ambas habían estado chusmeando sobre lo que habían hecho durante la noche.

      Compartieron el desayuno hablando de temas generales, sin poner foco en nada en particular.

      –Nosotras vamos a hacer una caminata por el barrio, vayan pensando que podemos preparar para el almuerzo –dijo Inés.

      –Bueno, nosotros seguramente iremos a jugar un rato al tenis, después vemos que hacemos –contestó Adrián.

      Las chicas se levantaron, ingresaron a la casa y en unos minutos volvieron a salir, saludaron desde la distancia y dieron inicio a su caminata.

      Aquiles agarró una reposera sobre la que se depositó para disfrutar de los rayos de sol que pegaban tibiamente sobre su rostro.

      –¿Querés que vayamos a jugar en un rato o preferís dejarlo para la tarde? –preguntó Adrián, agarrando otra reposera que ubicó al lado de la de Aquiles y sobre la que se recostó luego de quitarse la remera

      –No, no... dame un rato para bajar el desayuno y vamos. Me parece que por la tarde se va a poner lindo como para disfrutar de la pileta –dijo Aquiles.

      –Dale, como prefieras –contestó Adrián.

      –Que placer que es esto de salir al parque de tu casa y no escuchar nada más que pájaros –dijo Aquiles.

      –La verdad es que si... lo único que te puede molestar es cuando están los jardineros en tu casa o en casas vecinas, o si tenés una obra cerca. Afortunadamente, en esta cuadra ya están todos los lotes ocupado con casas terminadas –dijo Adrián.

      El cielo estaba completamente despejado y no se veía una sola nube. Permanecieron aproximadamente media hora en silencio, disfrutando del cálido clima y del sol radiante, hasta que decidieron ir a cambiarse para jugar un rato de tenis.

      Como para entrar en calor, fueron trotando hacia el área deportiva, llegaron y enseguida encontraron cancha libre. Jugaron por aproximadamente una hora y media y regresaron a la casa caminando y completamente transpirados.

      Sus mujeres ya habían regresado y se encontraban al lado de la piscina tomando sol, ambas vistiendo mayas de dos piezas.

      –Che, subo a darme una ducha para sacarme el chivo de encima y nos metemos en la pile –dijo Adrián.

      –Dale –respondió Aquiles, que fue hacia su habitación para tomar también una rápida ducha.

      Antes de ingresar a la casa, se quitó las zapatillas y las medias que estaba llenas de polvo de ladrillo.

      Ambos se dieron una ducha rápida y en unos minutos estaba en el borde de la piscina, en bermudas de baño y en cuero, luciendo sus físicos trabajados.

      –Ayer y esta mañana noté que salía vapor del agua, ¿a qué temperatura la mantenés? –preguntó Aquiles.

      –En esta época entre 25 ºC y 30 ºC, depende. Arriba del techo de la galería tengo instalados los paneles que calientan el agua y en medio del circuito de retorno hay una caldera a gas por si hiciera falta elevar más la temperatura. Está todo automatizado, por lo que solo debo setear la temperatura –respondió Adrián, pegando un salto y zambulléndose de cabeza en la parte profunda.

      Aquiles lo siguió, zambulléndose también de cabeza.

      –Está realmente hermosa el agua –dijo Aquiles, sintiendo como su cuerpo se distendía, luego de la casi hora y media que había jugado al tenis, más el trote previo.

      –¿Ya pensaron que vamos a almorzar? –preguntó Inés.

      –Podríamos pedir en el Club House que nos envíen un popurrí de ensaladas, o si tienen ganas, vamos a comer allá –dijo Adrián.

      –Me parece bárbaro lo de las ensaladas como para compensar un poco después de las pizzas de ayer y de las facturas de esta mañana; si hacen delivery, preferiría que nos quedásemos acá... la verdad, es que lo estoy disfrutando muchísimo –dijo Marina.

      –Dale, ahora vamos a la cocina, pido que me manden por Gym las opciones y elegimos –dijo Inés.

      Aquiles comenzó a nadar un rato, mientras que Adrián permaneció dentro del agua en la parte playa.

      Eran las doce y media y el sol ya pegaba a pleno.

      Desde la piscina se podía ver que algunas personas pasaban remando sobre kayaks por el canal interno del río al que daba el parque de la casa, como lo habían hecho sus mujeres la última vez que se habían quedado a dormir. Probablemente, por la tarde salieran a remar un rato.

      –Chicos, levanten todo lo que quedó sobre la mesa así preparamos para el almuerzo, que ya encargamos la comida –gritó

      Marina desde la puerta de la cocina.

      Aquiles y Adrián salieron de la piscina y comenzaron a despejar la mesa, poniendo en la bacha todo lo que había quedado para lavar de la noche anterior y de la mañana, mientras que Marina e Inés venían con dos bandejas, cargando las ensaladas que habían comprado y algunas hormas de quesos.

      –Solo faltan las bebidas –dijo Marina.

      –Yo voy... ¿qué traigo? –preguntó Aquiles.

      –Traé agua y gaseosa y no sé si vos vas a querer tomar vino o cerveza –dijo Adrián.

      –No, no... si tomo alcohol ahora, terminamos de almorzar y me voy directo a la cama. Además, aún tengo que terminar de hidratarme –respondió Aquiles.

      –Bueno, entonces nada de alcohol, porque yo estoy igual que vos –dijo Adrián, mientras que lavaba lo que habían dejado en la pileta.

      Aquiles regresó con una bandeja cargada de bebidas y se sentaron a compartir el almuerzo, disfrutando de un día realmente espectacular.

      Pasaron la tarde al aire libre. Aquiles y Adrián salieron a andar en Kayak y compartieron el resto de la tarde con sus mujeres al lado de la piscina, hasta que el sol fue cayendo.

      A la noche, decidieron prender fuego y tirar algunas cosas sobre la parrilla; algo de carne, provoletas y variedad de verduras para grillar.

      Adrián, con el consentimiento de Inés, había llamado a Félix y a Marcos para invitarlos a almorzar el domingo. Félix y Sofía tenían planes con los chicos y extrañamente, Marcos le había dicho que estaba cansado y que no andaba con ganas, por lo que ambos desistieron de aceptar la invitación.

      –Muy raro que Marcos haya dicho que no tiene ganas... –dijo Adrián.

      –Le cuento algo, pero que no salga de acá –dijo Aquiles, entre copas de vino y en medio de una picada con queso, aceitunas y fiambres.

      Los tres los miraron atentamente e intrigados.

      –Esta semana Marcos me contó que tiene que hacerse una biopsia de la próstata, por lo que está bastante preocupado –dijo Aquiles.

      –Huyy... pero ¿qué sucedió? –preguntó Adrián.

      –Hace СКАЧАТЬ