Explotación, colonialismo y lucha por la democracia en América Latina. Pablo González Casanova
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СКАЧАТЬ la realidad. El problema es que todas las democracias han sido excluyentes y que la falta de democracia incluyente explica el fracaso de cada uno y de todos los proyectos humanistas. Parece, así, que la democracia incluyente no sólo es una utopía, sino un camino para que se cumplan las utopías que no se cumplieron, y que en la Edad Moderna están bellamente expresadas por “libertad, igualdad, fraternidad”, ese lema de la Revolución francesa que nos aprendimos en la primaria. Parto del siguiente postulado: la explicación general del fracaso de las utopías democráticas es que para alcanzar sus objetivos fueron incapaces de construir una democracia no excluyente. Es más, si no se plantearon el problema en el terreno teórico, menos en el práctico. Usaron el término democracia con una connotación excluyente, tanto cuando quisieron impulsar la democracia como cuando se propusieron impugnarla […] En nuestro subconsciente colectivo tenemos un concepto oligárquico de la democracia: un concepto elitista. Sólo nuestra conciencia moral y política nos lleva a plantear la democracia como una utopía que sea una solución… la libertad sólo se alcanza con una democracia no excluyente, y una política menos injusta sólo se alcanza con la democracia incluyente, y un mundo menos violento y autodestructor sólo se puede alcanzar con una democracia incluyente.[35]

      LA LUCHA POR LA DEMOCRACIA: UNA UTOPÍA POSIBLE

      ¿Pensar la democracia supone luchar por ella? Para una gran parte de científicos sociales es “simplemente” una reflexión; no conlleva una práctica social. Para González Casanova esta postura encubre una visión formalista y esquemática de la democracia. Su propuesta implica una praxis diferente. Ya en 1958, cuando publica Estudios de la técnica social, expone los principios sobre los cuales asienta su concepción de democracia. En primer lugar, debe entenderse

      La acción democrática es una lucha constante, un compromiso del cual emergen valores y prácticas ético-morales afincadas en los principios del bien común. Dicha posición teórica la encontramos expuesta tempranamente en La democracia en México (1965):

      Esta preocupación por la participación del pueblo en los procesos políticos ha acompañado siempre sus consideraciones sobre las dimensiones estratégicas que deben estar presentes en todo proyecto democrático. Un ejemplo se refleja en su ensayo “La crisis del Estado y la lucha por la democracia en América Latina: problemas y perspectivas”. Escrito en 1979 y sometido a dos actualizaciones —en 1989 y 1991—, expresa su posición de manera inequívoca: la lucha por la democracia supondrá siempre un enfrentamiento entre sujetos políticos con proyectos sociales contrapuestos, y este conflicto se centra en la distinta percepción que se tiene cuando se trata de aclarar el nivel de “la participación del pueblo en el ingreso, la cultura y el poder”:

      Otro momento en la elaboración del proyecto democrático en la obra de González Casanova lo constituye la influencia que ejercen los acontecimientos políticos y sociales producidos en América Latina y el mundo. En sus reflexiones se integran hechos históricos cuyas repercusiones han tenido un especial significado político-ideológico y teórico en el acontecer mundial. La Revolución cubana en 1959, la Unidad Popular (UP) en Chile (1970-1973), las dictaduras militares, la Revolución nicaragüense de 1979, la rebelión en Chiapas (1994), los foros de Porto Alegre, São Paulo, son incorporados a su pensamiento, así como los cambios a escala internacional, como lo han sido la caída del Muro de Berlín (1989), la desarticulación del bloque militar y político de la URSS, la revolución tecnológica y las ciencias de la complejidad, y el proceso de mundialización y globalidad.

      Incorporar las “lecciones” de la historia se convierte, para Pablo González Casanova, en parte del proyecto democrático, en que lo fundamental sigue siendo construir una hegemonía popular donde las fuerzas sociales explotadas y dominadas participen ampliamente en todos los ámbitos de decisiones. La Revolución nicaragüense dejará una impronta en su praxis teórica de los años ochenta. Entre 1980 y 1983 redacta su ensayo “El poder al pueblo”. En él observamos una influencia en su concepción teórica de la democracia. Sin caer en una imitación absurda o plantear su repetición, expone:

      En esta lucha del pueblo explotado y dominado por construir una nueva hegemonía de representación y poder democrático, el compromiso ético de Pablo González Casanova se convierte en una práctica radical desde la cual aporta su hacer político como ciudadano. Sin vacilación ni ambigüedad, señala:

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