Explotación, colonialismo y lucha por la democracia en América Latina. Pablo González Casanova
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СКАЧАТЬ y relaciones sociales de explotación son las estructuras de poder que determinan el asentamiento de los regímenes políticos en América Latina. Cualquier solución pasa por romper dichas estructuras. Ante esto elabora y define el alcance de dichos conceptos y da un giro al debate teórico latinoamericano. El enunciado y cuestionamiento de las relaciones sociales de explotación y de colonialismo interno abren una brecha y establecen distancia respecto de sus contemporáneos, enfrascados en el debate de la dependencia versus modernización. González Casanova une a las categorías riqueza, poder y desarrollo, específicas de dicho debate, la de explotación. Su incorporación obliga a redefinir las relaciones de poder y de dominación existentes.

      Pablo González Casanova toma distancia del debate modernización-dependencia. En su andadura expone la crítica a los límites teóricos de la tradición liberal-empírica en las ciencias sociales; pero, como parte de su compromiso ético-político, también emprende la crítica al reduccionismo procedente del marxismo vulgar.

      Su cuestionamiento de la sociología empírica y del marxismo reduccionista aleja su obra de dogmas acomodaticios. Este acto de herejía ha provocado que científicos sociales —provenientes de una u otra tradición— maldigan su propuesta, sobre todo si consideramos que su planteamiento supera los límites impuestos por el marxismo vulgar.

      DE LA SOCIOLOGÍA DEL PODER A LA SOCIOLOGÍA DE LA EXPLOTACIÓN

      El proceso de institucionalización de la sociología coincide con el desarrollo de la teoría comprensiva de la acción social weberiana. Su predominio en el ámbito académico y de investigación acota los parámetros de la sociología latinoamericana de la segunda posguerra. Pensar y hacer sociología es asumir el cuadro weberiano, sobre todo las categorías sociológicas fundamentales y los tipos de dominación.

      Lo dicho favorece estudios específicos donde sobresalen los análisis sobre las formas de racionalidad, la dominación política y los mecanismos de legitimidad social del poder. Serían estos tres factores —racionalidad, dominación y legitimidad— los que darían lugar a la emergencia de una sociología del poder, cuya fuerza termina por hacerla hegemónica en la sociología latinoamericana, siendo el referente durante los años cincuenta, sesenta y principios de los setenta del siglo XX.

      La crisis de los regímenes oligárquicos y el cuestionamiento de su poder omnímodo abrieron la agenda. El nuevo temario se concentra en averiguar el tipo de transición de las sociedades latinoamericanas. Es el momento dulce de la sociología de la modernización. Su fuerza invade el quehacer sociológico y sus categorías conceptuales. Ejemplos de ello son el lenguaje dominante: sociedades modernas y tradicionales, arcaicas y primitivas, racionales y tradicionales.

      Una nueva generación de economistas, sociólogos, antropólogos, politólogos, juristas e historiadores emprendieron una labor de crítica y respuesta a las teorías eurocéntricas del subdesarrollo. El nacimiento, en 1948, de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), dependiente de Naciones Unidas y del Instituto Latinoamericano de Planificación Económico Social (ILPES), unido al carisma de su director, Raúl Prebisch, conviertío a esta organización en un “tanque de pensamiento”. Sus propuestas de política económica, interpretación del desarrollo y cambio social quedaron ligadas a la categoría centro-periferia, al proceso de deterioro de los términos de intercambio y la industrialización vía sustitución de importaciones.

      La CEPAL y el ILPES, coordinado por José Medina Echevarría, dieron cobijo a esa primera generación de científico-sociales para el desarrollo de sus propuestas. Sin embargo, las discrepancias en su interior y el cuestionamiento de las tesis de Prebisch provocaron una ruptura al ser rechazados sus postulados. Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto, miembros de la CEPAL, articulan la crítica más profunda, al tiempo que construyen la concepción más radical de la sociología del poder en América Latina: la teoría de la dependencia. Su rechazo a los postulados centro-periferia los aleja de la Comisión y los ubica en una nueva posición teórica.