Название: Oscar Wilde y yo
Автор: Oscar Wilde
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
isbn: 9789506419943
isbn:
Lord Alfred Bruce Douglas saluda
a
y lamenta le sea
imposible
pues precisamente
Vean como ejemplo lo que daba de sí ese ingenioso documento, luego de cubiertos los blancos:
Lord Alfred Bruce Douglas saluda
al señor Profesor Smith y lamenta le sea
imposible presentarle un estudio sobre
la evolución de la idea moral
pues precisamente
no tiene preparado ninguno.
Estas fórmulas me resultaban muy cómodas y hacía gran uso de ellas. Las conocía toda la Universidad, y por más que sacasen de quicio a más de un sabelotodo, nadie podía vérselas con ellas, por su impecable redacción; estudiante correcto con sus maestros y pastores ya puede echarse a dormir. Pero es probable que rasgos de esta clase —unidos a la circunstancia de haberme eliminado provisionalmente a consecuencia de una suspensión— han dado pie a la leyenda de mi nefasta existencia en la Universidad. Yo no me acuerdo de nada más grave.
Si fuese de otro modo, con toda lealtad lo confesaría. A partir del día en que di por terminada mi vida escolar, borrando mi nombre de los libros del Magdalen College, he sido asiduo visitante de la docta casa y he conservado amistades entre los muchachos de mi edad y entre las autoridades universitarias. No borré mi nombre de los libros sino por voluntad propia y por creer que así me convenía24. Puede que tal cosa fuera contraria a los usos establecidos, aunque me consta que más de un alumno distinguido hizo exactamente lo mismo. El hecho de que hayan querido presentar como sospechoso ese acto no solo me asombra a mí sino también a otras muchas personas.
¡Y ahí tienen la historia de lord Alfred Douglas, alegre estudiante del Magdalen College en Oxford!
19. Las carreras con obstáculos (steeplechase) son carreras a pie, en la cual los competidores deben salvar los obstáculos en el menor tiempo posible. La versión más importante del evento es la de 3.000 m. La de 2.000 m es la siguiente distancia más común.
20. Walter Horatio Pater (1839-1894) fue un escritor británico cuyos ensayos sobre arte ejercieron gran influencia en los poetas del grupo prerrafaelita. Entre sus principales obras cabe destacar El Renacimiento (1873), Retratos imaginarios (1887) y Apreciaciones (1889). Como novelista se dio a conocer con Mario, el epicúreo (1885).
21. Lionel Pigot Johnson nació el 15 de marzo de 1867 y falleció el 4 de octubre de 1902, a los 35 años. Fue poeta, ensayista y crítico. Se convirtió al catolicismo en 1891. En junio de ese año, Johnson presentó a Oscar Wilde, su amigo, a su primo lord Alfred Douglas. Más tarde, repudió a Wilde en El destructor de un alma (1892), lamentando haber iniciado lo que se convirtió en el amor escandaloso entre dos hombres. En 1893 publicó lo que algunos considerarían su obra más lograda, Dark Angel.
22. Los originales pueden consultarse en https://archive.org/details/spiritlampserial00doug/page/n101
23. Carruaje de dos ruedas tirado por caballos, diseñado y patentado en 1834 por el arquitecto Joseph Hansom.
24. “Los exámenes Greats tuvieron lugar en junio de 1893. Douglas no se presentó a ellos. El Magdalen College expresó su desaprobación. Douglas se apresuró a borrar su nombre de los registros del colegio y escribió indignado al presidente que algún día eso sería una gran vergüenza para el Magdalen. Wilde lo congratuló por haber seguido el ejemplo de Swinburne al decidir seguir siendo un no graduado permanente” (Richard Ellman, op. cit.).
Capítulo II
Ilusiones perdidas
Me resulta imposible recordar hoy, para explicárselas a los lectores, las razones de la fascinación ejercida por Oscar Wilde en aquellos días para siempre idos. La revelación de su vil perfidia hará cosa de un año, al conocer la existencia de la parte inédita del De Profundis; el estremecimiento de horror, indignación y asco que la lectura de ese abominable documento me produjo; la evidencia de que, durante los últimos años de su vida y después de su excarcelación, me profesaba el más vivo afecto, viviendo —primero parcialmente, luego del todo— a mis expensas, cuando ya Wilde era el secreto autor de una inmunda y mentirosa diatriba sobre mi familia y sobre mí, destinada a ser publicada después de mi muerte; todo eso hace que ahora no logre explicar mi antiguo apego. Además, mucho antes de tener noticia del De Profundis inédito, ya no tenía el mismo concepto de su carácter ni de su valor como escritor. Con el correr de los años yo había adquirido madurez de juicio y comenzaba a comprender toda la responsabilidad de quienes con sus obras solicitan los sufragios del universo pensante. De todo lo cual concluía que la obra de Wilde era objeto de una admiración muy exagerada, que su autor jamás había sido un gran poeta ni un gran prosista y que el daño que infligiera a la joven literatura inglesa, su pernicioso influjo sobre el movimiento intelectual y sobre la prensa de su tiempo, compensaban, con creces, los justos éxitos que justamente mereciera. Y, sin embargo, hasta la época en que hubieron de revelarme brutalmente el De Profundis in extenso, yo me negaba, por decirlo así, a ahondar en mis propios sentimientos. Aquel hombre había sido mi amigo, le había profesado vivo afecto; no me reconocía con derecho a entrometerme en su reputación literaria, aunque esta fuese, a mi juicio, ficticia y basada en una hábil campaña conducida por un grupo de amigos, más cuidadosos de la gloria de Oscar Wilde que del bien de las letras en general.
Por otra parte, hubiera creído obrar en contra de mi deber combatiendo lo que aún pudiera subsistir de su reputación. Me engañaba acerca de aquel hombre; y antes de conocer enteramente el De Profundis todavía conservaba afecto para su memoria y me hacía, como otros muchos, vanas ilusiones sobre su moral. Mi afecto fue real, sincero y robusto hasta esa revelación del De Profundis, de suerte que me obstiné en defenderlo —aunque para ello tuviera que forzar mi conciencia literaria— en las columnas de The Academy, que yo dirigía, y compuse en su honor uno de mis mejores sonetos, que reproduzco a continuación:
I dreamed of him last night, I saw his face
All radiant and unshadowed of distress,
And as of old, in music measureless,
I heard his golden voice and marked him trace
Under the common thing the hidden grace,
And conjure wonder out of emptiness,
Till mean things put on beauty like a dress
And all the world was an enchanted place.
And then methought outside СКАЧАТЬ