El libro de las mil noches y una noche. Anonimo
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Название: El libro de las mil noches y una noche

Автор: Anonimo

Издательство: Bookwire

Жанр: Книги для детей: прочее

Серия:

isbn: 9788026834847

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СКАЧАТЬ que era audaz y valiente, sujetó por las bridas al caballo del visir, después agarró a su enemigo, lo sacó de la silla y lo tiró al suelo. Le puso la rodilla en el pecho, empezó a darle puñetazos en la cabeza y en el vientre y en todas partes, le escupió en la cara y le dijo: "¡Perro, hijo de perro, mal nacido! Maldito sea tu padre, y el padre de tu padre, y el padre de tu madre, ¡oh corrompido!" Y le dió tan fuerte puñetazo en la quijada, que le rompió varios dientes. Y la sangre corría por las barbas del visir, que había ido a caer en medio de un charco de lodo.

      Al ver esto, los diez esclavos que acompañaban al visir desenvainaron los alfanjes y quisieron echarse encima de Alí Nur y despedazarle; pero el gentío se lo impidió, y les decía: "¿Qué vais a hacer?

      Vuestro amo es visir; ¿pero no sabéis que el otro es hijo de visir? ¿No teméis que mañana se reconcilien y paguéis vosotros las consecuencias?" Y los esclavos vieron que era más prudente abstenerse.

      Y como AlíNur se había cansado de dar golpes, soltó al visir, que se levantó cubierto de sangre y de barro, y se dirigió al palacio del sultán seguido por las miradas de la muchedumbre, que no sentía por él ninguna compasión.

      En seguida AlíNur cogió de la mano a DulceAmiga y se volvió a su casa aclamado por el gentío.

      El visir llegó en un estado lamentable al palacio del rey Mohammad benSoleimán El Zeiní, se detuvo a la puerta y comenzó a gritar: "¡Oh rey! ¡Te implora un afligido!" Y el rey mandó que se lo presentasen, y vió que era su visir ElMohín benSauí. Y en el límite del asombro, le dijo: "¿Pero quién se ha atrevido a tratarte de esa manera?"

      Y el visir se echó a llorar y recitó estos versos: ¿Es posible que existiendo tú entre los vivientes me haga su victima el Tiempo? ¿Es posible que siendo tú mi intrépido defensor hagan de mí su presa los perros enfurecidos? ¿Es posible, ¡oh nube benéfica que nos das la lluvia! que todo sediento pueda extinguir su sed en tus aguas vivas, y que yo, tu protegido, me muera de sed bajo tu cielo?

      Y después añadió: "¡Oh señor! ¿Permitirás que así traten a todos los servidores que te aman y te sirven? ¿Tolerarás que se cometan con ellos semejantes infamias?" Y el rey preguntó: "¿Pero quién te ha tratado de ese modo?" Entonces el visir dijo: "Has de saber, ¡oh rey! que he salido hoy a dar una vuelta por el zoco para comprar una buena esclava que supiera condimentar los manjares, pues mi cocinera los quema todos los días, y vi en el zoco una esclava joven como no vi otra en toda mi vida. Y el corredor a quien me dirigí me contestó: "Creo que pertenece al joven AlíNur, hijo del difunto visir Khacán".

      Ahora bien; recordarás, ¡oh mi señor y soberano! que entregaste tiempo ha diez mil dinares de oro al visir Fadleddin para comprar una hermosa esclava que reuniese todas las perfecciones. Y en aquel tiempo el visir no tardó en encontrar y comprar la tal esclava, pero como era verdaderamente maravillosa y le había gustado mucho, se la regaló a su hijo AlíNur. Y AlíNur, muerto su padre, se entregó a tales locuras que no tardó en vender todos sus bienes, sus fincas y hasta los muebles de su casa. Y cuando ya no tuvo ni un óbolo para vivir, llevó al zoco a la esclava para venderla, y la entregó a un corredor, el cual la subastó en seguida. Y los mercaderes empezaron a pujar de tal modo, que el precio de la esclava llegó inmediatamente a cuatro mil dinares.

      Entonces la vi, y quise comprarla para mi soberano el sultán, que ya había dado por ella una importante suma.

      Llamé al corredor y le dije: Hijo mío, yo te daré los cuatro mil dinares. Pero el corredor me mostró al propietario de la esclava, y éste apenas me vió corrió hacia mí, gritando como un energúmeno: "¡Sucia cabeza vieja! ¡Jeique maldito y nefasto! Antes que cedértela se la vendería a un nazareno o a un judío, aunque me llenases de oro el velo que la cubre".

      Y yo dije: Pero joven, si no la quiero para mí, pues la destino a nuestro señor el sultán, que es nuestro buen soberano, nuestro bienhechor. Y al oír estas palabras, en vez de ceder se enfureció más aún, se tiró a la brida de mi caballo, me agarró de una pierna y me echó al suelo, y sin hacer caso de mi avanzada edad edad ni respetar mis barbas blancas,empezó a pegarme y a insultarme de todas maneras, y acabó por ponerme en el deplorable estado en que me ves en este momento, ¡ oh rey bueno y justo! Y todo esto me ha pasado por querer complacer a mi sultán y comprarle una esclava que le pertenecía y que juzgué digna del honor de compartir su lecho".

      Entonces el visir se echó a las plantas del rey, y rompió nuevamente a llorar, implorando justicia. Y al verle y oír su relato, se encolerizó de tal manera el sultán, que el sudor le brotaba por entre los ojos, y volviéndose hacia los emires y grandes del reino, les hizo una seña. Inmediatamente se presentaron ante él cuarenta guardias con las espadas desenvainadas. Y el sultán les dijo:

      "Marchad inmediatamente a la casa del que fué mi visir ElFadl benKhacán, y saqueadla y destruidla por completo. Apoderaos de Alí Nur y de su esclava, atadles los brazos, arrastradlos sobre el lodo y traedlos a mi presencia'".

      Los cuarenta guardias contestaron:

      "Escuchamos y obedecemos", y se dirigieron en seguida a casa de AlíNur.

      Pero había en el palacio un joven chambelán llamado Sanjar, que había sido mameluco del difunto Fadleddin, y se había criado con su amo AlíNur, a quien profesaba gran cariño. Y dispuso la Suerte que presenciara la queja del visir BenSuaí y cómo el sultán daba sus crueles órdenes. Y salió corriendo, tomando el camino más corto para llegar a la casa de AlíNur, que al oír llamar precipitadamente a la puerta fué a abrir en persona, y al ver a su amigo el joven Sanjar quiso abrazarle; pero éste, sin consentirlo, exclamó: "¡Oh mi querido dueño! no son a propósito estos intantes para palabras cariñosas ni para saludos, pues oye lo que dice el poeta: ;Liberta tu alma, desátala de la tiranía de las cadenas y vuela enseguida! ¡Vuela a. lo lejos y deja que las casas se derrumben sobre quienes las construyeron! ¡Oh amigo mio! ¡encontrarás muchos países distintos del tuyo, pues la tierra de Alah es infinita; pero otra alma que sea tu alma no la has de encontrar!

      Y AlíNur dijo: "!Oh amigo Sanjar! ¿qué vienes a anunciarme?"

      Sanjar contestó: "Sálvate, y salva a la esclava DulceAmiga, porque ElMohín ben Sauí os ha tendido un lazo, y como caigáis en él moriréis sin misericordia.

      Sabe que el sultán, por instigación del visir., ha enviado contra vosotros a cuarenta guardias con los alfanjes desenvainados.

      Debéis emprender la fuga antes de que os ocurra una desgracia". Y Sanjar alargó su mano, que estaba llena de oro, a AliNur, y le dijo: "¡Oh mi señor! he aquí cuarenta dinares que han de serte útiles en estos momentos, y perdóname que no pueda ser más generoso.

      Pero no perdamos tiempo. ¡Levántate y huye!"

      Entonces AlíNur se apresuró a avisar a DulceAmiga, que se cubrió inmediatamente con su velo, y ambos salieron de la casa, y después de la ciudad, y llegaron a orillas del mar, amparados por el muy Altísimo. Y divisaron un bajel que precisamente se disponía a desplegar las velas, acercándose vieron al capitán que estaba de pie en medio del barco, y decía: "El que no se haya despedido que se despida inmediatamente; el que no haya acabado de proveerse de víveres que acabe en el acto; el que haya olvidado algo en su casa vaya ligero a buscarlo, porque he aquí que vamos a zarpar". Y todos los viajeros contestaron: "Nada nos queda que hacer, capitán; ya estamos listos".

      Entonces el capitán gritó a sus hombres:

      "¡Hola! ¡Desplegad las velas y soltad las amarras!" Y en aquel momento preguntó Alí Nur: "¿Para dónde zarpas, capitán?" Y el capitán contestó: "Para Bagdad, morada de paz".

      En este momento de su narración,

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