Название: Compañero Presidente
Автор: Mario Amorós Quiles
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: Oberta
isbn: 9788437084350
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El 25 de octubre de 1938 es para el pueblo de Chile y para sus masas obreras un acontecimiento político que quiebra el rumbo de nuestra vida nacional. Significa el desplazamiento de los viejos sectores tradicionalistas, que mantuvieron el Gobierno por más de ciento veinte años, y el triunfo de los grupos democráticos y populares que, unidos en torno a un maestro y un estadista, conquistaron el poder político. (...)
A Pedro Aguirre Cerda se le respetó, porque fue leal con el pueblo; porque creyó en el destino de las clases trabajadoras, porque bregó contra la incomprensión de muchos, la maldad de sus adversarios políticos y la terquedad de sus propios partidarios; porque anheló organizar un destino mejor para las masas ciudadanas, y para Chile un desarrollo económico e industrial que le permitiera su independencia. Porque ejerció su misión con dignidad de hombre y con dignidad de gobernante, por eso los socialistas, que fuimos leales con él en vida, hoy, en este instante de inercia política, en medio de la apatía en que vivimos, frente a la indiferencia culpable de muchos y a las vacilaciones del propio Gobierno, miramos a Aguirre y vemos en él al padre espiritual de una etapa que fue promisoria en su significado y en su iniciación y que debemos continuar, en función no de la voluntad de un hombre o de un Partido, sino de las esperanzas de un pueblo.
Ya como Presidente de la República, analizó la trascendencia, pero también las limitaciones de la experiencia frentepopulista (Debray, 1971: 66):
Nosotros tuvimos conciencia de que el Frente Popular indiscutiblemente representó un gran avance, porque fue la incorporación de la pequeña burguesía al ejercicio del poder, porque organizó a la clase obrera en una Confederación de Trabajadores, pero al mismo tiempo comprendimos perfectamente bien que la dependencia económica implicaba el sometimiento político. Y, si bien es cierto que el Frente Popular era un paso hacia delante, no implicaba ni podía implicar la liberación política y la plena soberanía que estaba supeditada a la dependencia económica.
Nosotros conscientemente actuábamos en el Frente Popular como una etapa, pero indiscutiblemente cada vez veíamos que los problemas de fondo no podían solucionarse. Y ¿por qué no podían solucionarse? Porque nuestras riquezas esenciales estaban en manos del capital extranjero. De ahí entonces que esa experiencia vivida fortificó nuestra convicción de que la lucha esencial en los países capitalistas dependientes o «en vías de desarrollo» es la lucha antiimperialista. Éste es el fondo, la base de los otros cambios estructurales.
[1] Creemos oportuno explicar el sistema de citas empleado: entre paréntesis, después del párrafo con la idea o afirmación citada, mencionamos el autor o, en su caso, el inicio del título, seguido del año de publicación y las páginas a las que nos referimos. En el apartado de bibliografía, pueden consultarse los datos del documento o libro completos.
[2] En su excelente síntesis de la historia de Chile, De Ramón cita la carta que mejor sintetiza la ideología de Portales («si es que así puede llamarse»), reivindicada por la dictadura de Pinochet 140 años después: «La democracia que tanto pregonan los ilusos es un absurdo en países como los americanos, llenos de vicios y donde los ciudadanos carecen de toda virtud como es necesario para establecer una verdadera república. (...) La república es el sistema que hay que adoptar, pero¿sabe cómo yo la entiendo para estos países? Un gobierno fuerte, centralizador, cuyos hombres sean verdaderos modelos de virtud y patriotismo, y así enderezar a los ciudadanos por el camino del orden y de las virtudes. Cuando se hayan moralizado, venga el gobierno completamente libre y lleno de ideales, donde tengan parte todos los ciudadanos. Esto es lo que yo pienso y todo hombre de mediano criterio pensará igual» (2004: 72-73).
[3] «En 1887, se creó un nuevo Ministerio de Obras Públicas, el cual, en 1890, absorbió más de un tercio del presupuesto de la nación. Nuevas escuelas, nuevos edificios de gobierno, la primera sección del ferrocarril transandino, el dique seco de Talcahuano, la canalización del río Mapocho, el largo puente sobre el río Bío-Bío, el viaducto del Malleco: Balmaceda dejaría una huella innegable en Chile» (Collier y Sater, 1999: 143).
[4] El 14 de septiembre de 1973, Pablo Neruda escribió postrado en su cama de Isla Negra las últimas páginas de su libro de memorias, en las que comparó a Balmaceda con Allende: «Chile tiene una larga historia civil con pocas revoluciones y muchos gobiernos estables, conservadores y mediocres. Muchos presidentes chicos y sólo dos presidentes grandes: Balmaceda y Allende» (1979: 473-474).
[5] En un hermoso artículo, Eric Hobsbawn recupera y ensalza el proverbial radicalismo político de estos obreros en las sociedades europeas del siglo XIX que transitaban del feudalismo al capitalismo industrial. «“¿Hay un motín? ¿Surge un orador de la multitud? Se trata sin duda de un zapatero remendón que ha venido a pronunciar un discurso ante el pueblo”, escribió M. Sensfelder en 1856» (1999: 29).
[6] Éste era el apelativo cariñoso con que los familiares y amigos se referían a Allende. Su origen se remonta a las dificultades que tuvo en sus primeros años para pronunciar correctamente su nombre.
[7] Para una reseña y un análisis del contenido de la memoria de licenciatura de Salvador Allende, véase el trabajo del Dr. Juan Carlos Carbonell Mateu (catedrático de Derecho Penal de la Universidad de Valencia), incluido en: Salvador Allende: Higiene mental y delincuencia. Respuesta al libro difamatorio de Víctor Farías. Fundación Presidente Allende y CESOC. Santiago de Chile, 2005. Disponible en: <www.salvador-allende.cl>.
[8] En demanda del pago de los salarios en efectivo, medidas de seguridad laboral y de atención médica, miles de obreros salitreros atravesaron el desierto de Atacama y llegaron a Iquique. El 21 de diciembre, con el estado de sitio decretado, unos siete mil obreros escuchaban en la escuela Santa María los discursos de unos oradores que se reafirmaban en sus demandas y criticaban el modelo de sociedad vigente. En las negociaciones de aquel día los obreros advirtieron de que si sus peticiones eran desatendidas no regresarían a las oficinas y emigrarían hacia el sur (Arrate y Rojas, 2003: 76-81). Los militares, bajo las órdenes del general Roberto Silva Renard, abrieron fuego y masacraron a unos tres mil trabajadores. Patricio Manns, en su detallado relato de esta masacre, narra, a partir del testimonio de Humberto Valenzuela, que el Gobierno ordenó trasladar a los supervivientes en «trenes calicheros» (los dedicados al transporte de los sacos de salitre) y una vez en su interior fueron baleados por las «guardias blancas» patronales; sus muertes ni siquiera fueron registradas (1999: 117-118).
[9] El 1 y 2 de mayo de 1915 el POS celebró en Viña del Mar su primer Congreso Nacional, en el que se aprobaron su declaración de principios, su programa mínimo y sus estatutos. Con la mirada en la Gran Guerra que se desarrollaba en Europa, el POS se declaró pacifista, se pronunció por la votación en blanco en las elecciones presidenciales y eligió un comité nacional con sede en Valparaíso, con Ramón Sepúlveda Leal como secretario general. En su programa se incluían propuestas como la creación del Ministerio de Trabajo, la jornada de ocho horas, la regulación del trabajo de las mujeres y los niños y del trabajo domiciliario, la aprobación de una legislación sobre accidentes laborales, retiro e invalidez, la creación del seguro obrero y la reglamentación del trabajo agrícola y minero. En un ámbito ya más global, el POS preconizaba la igualdad de género, la separación de la Iglesia y el Estado, la educación obligatoria, laica y gratuita, la atención médica a los niños y la garantía de su alimentación СКАЧАТЬ