Compañero Presidente. Mario Amorós Quiles
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Название: Compañero Presidente

Автор: Mario Amorós Quiles

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

Серия: Oberta

isbn: 9788437084350

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СКАЧАТЬ concursante y sin embargo los cargos quedaron vacantes. ¿Por qué? Por mi vida estudiantil.

      En Valparaíso tuve que trabajar duramente en el único puesto que pude desempeñar: asistente de anatomía patológica. Con estas manos he hecho 1.500 autopsias. Sé qué quiere decir amar la vida y sé cuáles son las causas de la muerte. Terminando mi trabajo de médico me dedicaba a organizar el Partido Socialista. Yo soy el fundador del Partido Socialista de Valparaíso. Me enorgullece haber mantenido desde cuando era estudiante hasta hoy una línea, un compromiso, una coherencia. Un socialista no podía estar en otra barricada que en aquélla en la que yo he estado toda mi vida.

      Como dirigente socialista, criticó en distintos actos al Gobierno conservador de Arturo Alessandri y a consecuencia de ello fue detenido por funcionarios de Investigaciones y relegado entre julio y noviembre de 1935 al puerto nortino de Caldera. Allí desarrolló una interesante actividad ya que, al comprobar el estado deficiente de la salud pública, procedió a vacunar a toda la población y, en su condición de dirigente socialista, su labor de adoctrinamiento fue asimilada por una gran parte de la población (Nolff, 1993: 29-30).

      Al regresar a Valparaíso volvió a difundir por los cerros las propuestas de su organización al tiempo que ejercía la medicina con un marcado sentido filantrópico, como lo hiciera su abuelo. Su subsistencia la garantizaba trabajando como médico legista y con una consulta privada en una oficina que le prestaba su cuñado, el doctor Eduardo Grove. En 1935, promovió la creación de la Sociedad Médica de Chile y se encargó de la redacción del Boletín Médico de Chile. En el Partido Socialista su trayectoria fue ascendente: jefe de núcleo en 1933, secretario de seccional al año siguiente y secretario del Comité Regional de Valparaíso en 1935. En aquellos años también ingresó en la Masonería (Rocha, 2000).

      Asimismo, fue un miembro muy activo de las Milicias Socialistas, creadas en respuesta a la actuación de las derechistas Milicias Republicanas y del Movimiento Nacional Socialista de Chile, con cuyos militantes solían enfrentarse en las calles (Veneros, 2003: 88-89). Waiss recuerda que fue Allende el dirigente de las Milicias en Valparaíso (Jorquera, 1990: 181):

      Nosotros, en Santiago, recibíamos informes de los enfrentamientos en Valparaíso entre nuestros camaradas y los nazis. Y entonces empezamos a oír mencionar continuamente el nombre de Salvador Allende. Porque él dirigía a nuestra gente en el Puerto.

      En diciembre de 1956, en el Senado, Allende recordó de manera elogiosa la actuación de las Milicias Socialistas, que se disolvieron cuando el gobierno del Frente Popular prohibió la existencia de este tipo de organizaciones (Martner, 1992: 186):

      Cuando muchos senadores de la derecha –no todos, por suerte– miraban con complacencia el «nazifascismo», fueron los jóvenes de la Juventud Socialista los que dieron su sangre generosa en las calles de todo Chile para lograr que el régimen democrático, que no nos satisface plenamente, se mantuviera. Y no hay ningún partido, ni el Conservador, ni el Radical, ni el Liberal, que tenga más víctimas que el Partido Socialista, que nosotros, que los socialistas de todos los sectores, en la lucha contra el fascismo.

      La fundación del Partido Socialista cerró el periodo fundacional del movimiento popular chileno. Si el «Estado Portaliano» consagró a partir de 1833 la voluntad de la oligarquía como ley, desde los albores de la República hubo grupos sociales que se rebelaron contra su hegemonía. Así, Ramírez Necochea rescató el levantamiento de los mineros de Chañarcillo en 1834 y de otros sectores laborales en unas acciones caracterizadas por las interrupciones del trabajo y el saqueo de los almacenes de las compañías (1956: 130). Fue en 1850 cuando las ideas socialistas se expusieron públicamente por primera vez. Dos años después de la publicación del Manifiesto Comunista, Santiago Arcos y Francisco Bilbao, junto con otros intelectuales y trabajadores manuales, fundaron la Sociedad de la Igualdad, la primera organización que se propuso como objetivo el cambio social. La Sociedad de la Igualdad llegó a reunir a más de tres mil adherentes hasta que a los siete meses de su creación fue clausurada por el Gobierno conservador de Bulnes, quien declaró el estado de sitio y apresó a Arcos y a otros dirigentes. Su discurso contestatario, expuesto en su periódico El Amigo del Pueblo y transmitido también en escuelas y talleres de educación popular, alcanzó un cierto eco social.

      En el último cuarto del siglo XIX surgió ya una notable prensa obrera, a consecuencia de la llegada de las ideas marxistas y anarquistas llevadas a América por los inmigrantes europeos. En 1890 tuvo lugar la primera huelga general de la historia del país, iniciada en Iquique el 2 de julio por los estibadores y que se extendió hasta las minas de carbón de Lota y Coronel. Asimismo, una fuerza política que contaba con el apoyo de sectores obreros, como el Partido Democrático, conquistó un espacio en el Congreso Nacional y alcaldías tan relevantes como la de Valparaíso.

      La matanza de Iquique hundió durante algunos años a las organizaciones obreras, ya que las sociedades de resistencia tuvieron que soterrarse y se disolvieron las grandes mancomunales. Pero en 1911 el Partido Demócrata firmó un pacto con los partidos Conservador y Liberal Democrático que supuso la división de sus filas y la salida de los sectores obreros más combativos, encabezados por el tipógrafo Luis Emilio Recabarren, quien junto con un grupo de trabajadores de Iquique acometió la fundación de un verdadero partido de los trabajadores con implantación en todo el territorio nacional. El 21 de mayo de 1912 Recabarren, en un artículo periodístico titulado «Vamos al socialismo», llamó a los obreros del salitre a abandonar el Partido Demócrata para crear en Tarapacá «el formidable pedestal del Partido Socialista de Chile». En los días posteriores los trabajadores de 22 agrupaciones demócratas de la provincia acogieron su llamamiento (Pinto Vallejos, 1999: 315-316).

      El triunfo de la Revolución bolchevique tuvo una gran repercusión en el movimiento obrero de matriz marxista en Chile y, si en su IV Congreso de diciembre de 1921 la FOCh aprobó su incorporación a la Internacional Sindical Roja, el 1 y 2 de enero de 1922 el Partido Obrero Socialista celebró su IV Congreso en Rancagua y concluyó su proceso de adhesión a la III Internacional, por lo que, en virtud de las 21 condiciones establecidas por Lenin, pasó a denominarse Partido Comunista de Chile.

      La crisis del salitre a partir de 1919 ocasionó el cierre de decenas de oficinas, por lo que miles de trabajadores del Norte Grande se desplazaron a otros puntos del país y llevaron consigo el ideario socialista. En 1925, en medio СКАЧАТЬ