El libro negro del comunismo. Andrzej Paczkowski
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Название: El libro negro del comunismo

Автор: Andrzej Paczkowski

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

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isbn: 9788417241964

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СКАЧАТЬ contribución, centenares de «burgueses» eran tomados como rehenes y encarcelados en campos de concentración. En la práctica, la contribución era sinónimo de saqueos, de expropiación y de vejación, primera etapa de una aniquilación de la «burguesía como clase».

      «Conforme a la resoluciones del soviet de los trabajadores, este 13 de mayo ha sido decretado día de la expropiación de la burguesía», se podía leer en el Izvestia del consejo de los diputados obreros de Odessa de 13 de mayo de 1919. «Las clases posesoras deberán llenar un cuestionario detallado inventariando los productos alimenticios, el calzado, la ropa, las joyas, las bicicletas, las colchas, las sábanas, los cubiertos de plata, la vajilla y otros objetos indispensables para el pueblo trabajador. (…) Cada uno debe asistir a las comisiones de expropiación en esta tarea sagrada. (…) Aquellos que no obedezcan las órdenes de las comisiones de expropiación serán inmediatamente detenidos. Los que se resistan serán fusilados sobre el terreno.»

      Como reconocía Latsis, el jefe de la cheka ucraniana, en una circular a las chekas locales, todas estas «expropiaciones» iban a parar al bolsillo de los chekistas y de otros jefecillos de innumerables destacamentos de requisas, de expropiación y de guardias rojos que pululaban en circunstancias parecidas.

      La segunda etapa de las expropiaciones era la confiscación de los apartamentos burgueses. En esta «guerra de clases», la humillación de los vencidos desempeñaba también un papel importante: «El pez gusta de ser sazonado con nata. La burguesía gusta de la autoridad que golpea y que mata», se podía leer en el diario de Odessa ya citado, el 26 de abril de 1919. «Si ejecutamos algunas decenas de estos golfos y de estos idiotas, si los obligamos a barrer las calles, si obligamos a sus mujeres a fregar los cuarteles de los guardias rojos (y no sería un pequeño honor para ellas), comprenderán entonces que nuestro poder es sólido, y que no pueden esperar nada ni de los ingleses ni de los hotentotes»50.

      Tema recurrente de los numerosos artículos de los periódicos bolcheviques en Odessa, Kiev, Járkov, Yekaterinoslav, y también Perm, en los Urales, o Nizhni-Novgorod, la humillación de las «burguesas» obligadas a limpiar las letrinas y los cuarteles de los chekistas o de los guardias rojos parece haber sido una práctica corriente. Pero era también una versión edulcorada y «políticamente presentable» de una realidad mucho más brutal: la violación, fenómeno que según muy numerosos testimonios concordantes, adquirió proporciones gigantescas muy especialmente durante la segunda reconquista de Ucrania, de las regiones cosacas y de Crimea en 1920.

      Etapa lógica y última del «exterminio de la burguesía como clase», las ejecuciones de detenidos, sospechosos y rehenes encarcelados por su única pertenencia a las «clases posesoras» aparecen atestiguadas en numerosas ciudades tomadas por los bolcheviques. En Járkov, entre 2.000 y 3.000 ejecuciones en febrero-junio de 1919; entre 1.000 y 2.000 durante la segunda toma de la ciudad, en diciembre de 1919. En Rostov del Don, alrededor de 1.000 en enero de 1920; en Odessa, 2.200 entre mayo y agosto de 1919, después de 1.500 a 3.000 entre febrero de 1920 y febrero de 1921; en Kiev, al menos 3.000 entre febrero y agosto de 1919, en Yekaterinodar, al menos 3.000 entre agosto de 1920 y febrero de 1921; en Armavir, pequeña ciudad del Kubán, entre 2.000 y 3.000 entre agosto y octubre de 1920. La lista se podría prolongar.

      En realidad, tuvieron lugar además muchas otras ejecuciones pero no fueron objeto de investigaciones llevadas muy poco tiempo después de las matanzas. Se conocía mucho mejor de esta manera lo que había pasado en Ucrania o en el sur de Rusia que en el Cáucaso, en Asia central o en los Urales. En efecto, las ejecuciones se aceleraban al acercarse el adversario, en el momento en el que los bolcheviques abandonaban sus posiciones y «descongestionaban» las prisiones. En Járkov, en el curso de los dos días precedentes a la llegada de los blancos, los días 8 y 9 de junio de 1919, centenares de rehenes fueron ejecutados. En Kiev, más de 1.800 personas fueron asesinadas entre el 22 y el 28 de agosto de 1919, antes de la reconquista de los blancos de la ciudad el 30 de agosto. Lo mismo sucedió en Yekaterinodar, donde, ante el avance de las tropas de los cosacos, Atarvekov, el jefe local de la cheka, hizo ejecutar en tres días, del 17 al 19 de agosto de 1920, a 1.620 «burgueses» en esta pequeña ciudad provincial, que contaba antes de la guerra con menos de 30.000 habitantes51.

      Los documentos de las comisiones de investigación de las unidades del ejército blanco, llegados al lugar algunos días, incluso algunas horas, después de las ejecuciones, contienen un océano de declaraciones, de testimonios, de informes de autopsias, de fotos de las matanzas y de la identidad de las víctimas. Si los ejecutados «de última hora», eliminados con una bala en la nuca, no presentaban en general rastros de torturas, sucedía algo muy distinto con los cadáveres exhumados de osarios más antiguos. El uso de las torturas más terribles está atestiguado por las autopsias, por elementos materiales y por testimonios. Descripciones detalladas de estas torturas figuran fundamentalmente en la recopilación de Serguei Melgunov, ya citada, y en la del Buró central del Partido Socialista Revolucionario, Cheka, editada en Berlín en 192252.

      Las matanzas alcanzaron su apogeo en Crimea, durante la evacuación de las últimas unidades blancas de Wrangel y de los civiles que habían huido ante el avance de los bolcheviques. En algunas semanas, de mediados de noviembre a finales de diciembre de 1920, alrededor de cincuenta mil personas fueron fusiladas o ahorcadas53. Un gran número de ejecuciones tuvieron lugar inmediatamente después del embarque de las tropas de Wrangel. En Sebastopol, varios centenares de estibadores fueron fusilados el 26 de noviembre por haber ayudado a la evacuación de los blancos. Los días 28 y 30 de noviembre los Izvestia del comité revolucionario de Sebastopol publicaron dos listas de fusilados. La primera contaba con 1.634 nombres, la segunda con 1.202. A inicios de diciembre, cuando la fiebre de las primeras ejecuciones en masa volvió a descender, las autoridades comenzaron a proceder a elaborar un número de fichas tan completo como fuera posible, dadas las circunstancias de la población de las principales ciudades de Crimea, donde, pensaban, se ocultaban decenas, incluso centenares de miles, de burgueses que procedentes de toda Rusia habían huido hacia sus lugares de veraneo. El 6 de diciembre Lenin declaró ante una asamblea de responsables de Moscú que trescientos mil burgueses habían ido en masa a Crimea. Aseguró que, en un porvenir próximo, estos «elementos» que constituían una «reserva de espías y de agentes dispuestos a ayudar al capitalismo» serían «castigados»54.

      Los cordones militares que cerraban el itsmo de Perekop, única escapatoria terrestre, fueron reforzados. Con la red cerrada, las autoridades ordenaron a cada habitante que se presentara ante la cheka para rellenar un largo formulario de investigación, que implicaba una cincuentena de cuestiones sobre su origen social, su pasado, sus actividades y sus ingresos, pero también su empleo en noviembre de 1920, sobre lo que pensaba de Polonia, de Wrangel, de los bolcheviques, etc. Sobre la base de estas «encuestas», la población fue dividida en tres categorías: los que había que fusilar; los que había que enviar a un campo de concentración y los que había que perdonar. Los testimonios de los raros supervivientes, publicados en los diarios de la emigración de 1921, describen Sebastopol, una de las ciudades más duramente golpeadas por la represión, como una «ciudad de ahorcados». «La avenida Najimovski estaba llena de cadáveres ahorcados de oficiales, de soldados, de civiles, detenidos en las calles. (…) La ciudad estaba muerta, y la población se escondía en cuevas y graneros. Todas las empalizadas, los muros de las casas, los postes de telégrafo y los escaparates de los almacenes estaban cubiertas de carteles que decían “muerte a los traidores”. (…) Se colgaba en las calles con carácter edificante»55.

      El último episodio del enfrentamiento entre blancos y rojos no puso fin a la represión. Los frentes militares de la guerra civil no existían ya, pero la guerra de «pacificación» y de «erradicación» iba a prolongarse durante cerca de dos años.

      5

       De Tambov a la hambruna

      Afinales СКАЧАТЬ